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Mons. Ernesto Romero: el desafío del Sínodo es integrar los pueblos amazónicos

El obispo del Vicariato de Tucupita en Venezuela, asegura que este Sínodo puede ser una oportunidad para representar la riqueza de universalidad de la Amazonía. Además destaca uno de los grandes desafíos sinodales: la inculturación del Evangelio, atendiendo a los pueblos indígenas a la vez que se conservan sus valores culturales con el fin de que puedan integrarse como ciudadanos libres e importantes dentro de cada sociedad

Ciudad del Vaticano

De cara al inminente Sínodo sobre la Amazonía que se celebrará en Roma del 6 al 27 de octubre, Monseñor Ernesto Romero, obispo del Vicariato de Tucupita en Venezuela, profundiza sobre la actual situación que vive el pueblo venezolano la cual describe como “bastante crítica”, teniendo en cuenta la escasez de alimentos y medicinas, sin olvidar la inseguridad: tres elementos que condicionan de manera drástica a la población impidiendo que sus habitantes puedan desarrollar una vida normal.

El pueblo warao desplazado a Brasil

Un realidad muy compleja que “se percibe mucho más en las zonas más pobres, como los barrios o las zonas indígenas”, añade el obispo perteneciente a la orden de los Hermanos Menores Capuchinos, a la vez que lamenta la falta de “propuestas políticas que realmente salgan en defensa de la población”, lo que ha provocado una salida masiva del país, también de los indígenas waraos, el pueblo mayoritario en la región; que se han desplazado hacia Brasil, donde en muchas ocasiones son víctimas de una xenofobia, que tradicionalmente también han sufrido en su propio país, ya que en Venezuela -explica el religioso- “las comunidades indígenas siempre han estado marginadas, olvidadas”. 

Representar la riqueza universal de estos pueblos

En este contexto, Mons. Ernesto Romero señala que el próximo Sínodo, en el que participará como padre sinodal, es una oportunidad para representar la riqueza y la universalidad de estos pueblos amazónicos.

En una entrevista concedida a Religión Digital, el prelado habla concretamente de los waraos y hace hincapié en que este pueblo pide "una inculturación del Evangelio”, pues “ellos insisten mucho en que las diferencias culturales son una riqueza, no un problema”.

Lograr una liturgia más comprensible 

Por eso, según el obispo capuchino, este es uno de los desafíos más grandes: saber cómo atender al pueblo indígena warao, conservando sus valores culturales, y junto con eso, lograr que la liturgia pueda ser un poco más comprensible en el ámbito indígena.

El Evangelio no se agota

Uno de los aspectos más importantes que el religioso subraya en la entrevista en relación al Sínodo es la necesidad de "poner en común toda una experiencia de riquezas y de caminos, en los que el Evangelio no se agota, sigue siendo una novedad para todos”.

 

Asimismo, Mons. Ernesto Romero destaca la gran labor que desde hace 100 años realizan los misioneros y misioneras de la Orden franciscana, en el Delta Amacuro, en la desembocadura del río Orinoco; tratando siempre de acompañar al pueblo warao en todos los procesos de la vida, desde el plano educativo hasta en la búsqueda de soluciones a problemas generales de salud, alimentación, transporte, etc. "Es nuestro empeño, seguir acompañando al pueblo indígena en sus luchas, en sus tareas, dándole esperanza de vivir y de salir hacia adelante", afirma.

Expropiación minera y contaminación

Otra de las realidades que están cada vez más presentes en la Amazonía venezolana y que ha sido denunciada por la REPAM (Red Eclesial Panamazónica), es el tema de la expropiación minera y la creciente contaminación. Un factor que afecta no sólo al medio ambiente, sino también a los pueblos que viven en la Amazonía.

 

Al respecto, el obispo del Vicariato de Tucupita afirma que la zona del Delta Amacuro en la que vive el pueblo warao, es como "un reservorio de toda la contaminación que se vierte al río, de todos los componentes de la explotación minera, del mercurio, muchas veces derrames petroleros, toda la suciedad, la recibe la desembocadura del Orinoco", por lo que cada día son más comunes enfermedades originadas por esta contaminación como niños con paladar hundido, antiguamente conocido como labio leporino, la cual según especialistas, se debe al alto contenido de hierro que se está vertiendo al río Orinoco.

Arco Minero del Orinoco: proyecto de muerte

Por no hablar de otras enfermedades que parecían haber sido erradicadas como el paludismo, el sarampión, derivadas por ejemplo del uso de componentes para la pesca que son perjudiciales para el ser humano, y todo lo que representa el Arco Minero del Orinoco: un proyecto de muerte para las comunidades indígenas en la región del Orinoco y toda la Amazonía venezolana".

“Este es uno de los desafíos más grandes: saber cómo atender al pueblo indígena warao, conservando sus valores culturales, y junto con eso, lograr que la liturgia pueda ser un poco más comprensible en el ámbito indígena”

Se trata de de un proyecto donde el gobierno ha decidido explotar las minas de oro, de diamante, petróleo, en detrimento del bienestar de las comunidades indígenas. "Es una alarma roja, ya que se está viendo a muchos indígenas enfermos, muchas comunidades que están totalmente diezmadas por estas enfermedades", asegura el religioso.

Mirar al indígena con su dignidad de hijo de Dios

En cuanto a los preparativos para el Sínodo, el prelado cuenta que ya han realizado varias asambleas sinodales con líderes comunitarios, con jóvenes, con todas las personas involucradas y sobre todo con indígenas.

“Necesitamos poner en común toda una experiencia de riquezas y de caminos, en los que el Evangelio no se agota, sigue siendo una novedad para todos”

Se trata sin duda de un evento que convocará a la Iglesia universal y que tiene la intención de mostrar el auténtico rostro indígena de la Iglesia, atendiendo a estos pueblos amazónicos, conservando sus valores culturales con el fin de que puedan integrarse como unos ciudadanos libres, unos ciudadanos importantes dentro de nuestra sociedad: "porque nuestra sociedad sigue mirando al indígena desde arriba abajo, no se le considera realmente en su dignidad de persona, de ser humano, de hijo de Dios. Creo que esto es lo que hemos escuchado a través de las asambleas", concluye Mons. Ernesto Romero.

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22 agosto 2019, 15:04