Brenes y Álvarez: La situación en Nicaragua desde el Evangelio
Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano
Mons. Rolando Álvarez: “En Nicaragua necesitamos redirigir nuestras energías y fuerzas vitales. Y todas a favor del bien. Nos urge acabar con el mal endémico de la desconfianza, de los descalificativos, de las acusaciones y de todo tipo de groserías. Respetémonos. Asumamos la aptitud humilde del publicano: "Dios mío, ten piedad de mí que soy un pecador".
El obispo de Matagalpa, en su homilía del domingo, desde la Catedral San Pedro de Matagalpa, al hablar del arrepentimiento dijo que es el “profundo y hondo dolor interior por el pecado cometido contra Dios y contra el prójimo. Contra Dios porque se ofende su dignidad de Padre; contra el prójimo porque se ofende su dignidad humana. Sin embargo, esto nos lleva inmediatamente a pensar en una tercera ofensa que se comete con el pecado. La ofensa contra sí mismo. Contra sí mismo porque al ofender la dignidad del Padre, me ofendo porque soy imagen y semejanza de EL y al ofender la dignidad del hermano, me ofendo porque compartimos la misma naturaleza y procedemos del mismo Dios, del mismo Padre”.
Al reconciliarse hay paz en el corazón
Al reconciliamos unos con otros, hay paz en el corazón, dijo, porque nos reencontramos con Dios que es Padre de todos, con los otros a los que hemos descubierto como hermanos y con nosotros mismos que nos redescubrirnos como hijos amados del Padre y en fraternidad con los demás. En todo este camino, a veces muy lento y siempre delicado, continuó el obispo, es necesario ofrecer el perdón y recibirlo como don, para que ambos, dañados, afectados y quienes han dañado y afectado, habiéndose arreglado en el camino, puedan o podamos hacer fiesta.
Todos unos y otros, debemos colocarnos y vivir la experiencia del publicano para que juntos, como dice el Papa Francisco, mendiguemos la Misericordia de Dios. Y juntos en medio de las diferencias que, en vez de alejarnos, con el respeto recíproco nos acercan y armonizan en el festín del Padre Misericordioso. Así, nadie podrá decir como el fariseo: yo no soy pecador como ése.
Álvarez: Una sociedad herida
“Nosotros como sociedad estamos heridos. Heridos por el pecado. Fracturados por el pecado. Ha habido y hay grandes y graves ofensas. Sin embargo, es necesario tener el coraje, la valentía, de hacer el camino de retorno al corazón; todos, unos y otros, cada uno con la gravedad de su pecado o del daño cometido, bajar un poco la cabeza y arrepentirnos con sincera y recta intención. Pedir perdón y aceptarlo. Hacer propósito de enmienda para reparar el daño realizado y no repetirlo nunca más. Entonces nos encontraremos, primero a nosotros mismos y luego nos encontraremos con los demás y los descubriremos como hermanos”.
Arrepentirse dijo, en “una sociedad donde se experimenta desconfianza, donde existen acusaciones y descalificaciones de un lado y otro; donde hay quienes toman partido de un lado o de otro de esas descalificaciones y acusaciones, parecieran casi imposibles o imposibles de vivir. Pero les recuerdo que allí donde hay un hombre, una mujer, con la fuerza del amor y del perdón, esa persona hará indudable e indefectiblemente un mundo mejor”.
Cuando no se devuelve mal por mal, sino que al mal se le vence con la fuerza del bien, allí triunfa el amor, añadió el prelado, allí el amor es una fuerza indetenible e indestructible. El Amor nunca pasará. “No le tengamos miedo al perdón y al Amor. Esto nos fortalece, nos da Alegría, nos hace vivir en paz con nosotros mismos y nos permite vivir en la libertad de los hijos de Dios”. Siempre existirán diferencias, y es necesario que existan porque cuando se dilucidan, se dialogan con la fuerza del respeto mutuo, todos ganamos, dijo Álvarez. No hay vencedores ni vencidos.
Por último, dijo que en Nicaragua necesitamos redirigir nuestras energías y fuerzas vitales. Y todas a favor del bien. Nos urge acabar con el mal endémico de la desconfianza, de los descalificativos, de las acusaciones y de todo tipo de groserías, dijo, respetémonos. Asumamos la aptitud humilde del publicano: "Dios mio, ten piedad de mí que soy un pecador".
Brenes: Ojalá que un día dejemos de descalificarnos
Cardenal Brenes: “Ojalá un día los nicaragüenses podamos dejar de descalificarnos unos a otros”. Como cada domingo, ayer, el cardenal Brenes respondió a la pregunta sobre el odio que tienen algunos paramilitares a la Iglesia Católica, aconsejó escuchar al Señor.
“El texto del Evangelio de hoy es bien interesante, cuando el Señor nos recuerda que, en el mundo podemos haber personas con dos actitudes: Publicanos y fariseos, creo que todos podemos tener algo de publicanos o de fariseos, pero en el corazón del Señor alcanzamos todo, cuando transformamos nuestro corazón”.
Este es un llamado de atención para todos, a no descalificar. La primera lectura decía que Dios no es parcial, ama a todos por igual, dijo el purpurado, y ha venido para que tengamos vida y la tengamos en abundancia. Y desgraciadamente a veces cometemos eso, ustedes los periodistas se descalifican, y lo mismo en la vida política, añadió. Todos somos nicaragüenses y a veces nos descalificamo y pidió que “ojalá llegue un momento en el que desaparezca la descalificación y todos podamos trabajar juntos, aportar nuestro granito de trigo, porque todos tenemos algo que aportar a Nicaragua. Ojalá que los partidos políticos cada uno aporte lo mejor, porque todos tienen algo que dar por Nicaragua, sin descalificarnos, respetándonos unos a otros. Lo importante es que trabajemos y hagamos de Nicaragua una patria grande”.
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