Panamá celebró sus 116 años de independencia
Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano
En sus 116 años de independencia, el arzobispado de Panamá, celebró un Te Deum en la Basílica Santa María la Antigua. La homilía fue presidida por el arzobispo Mons. José Domingo Ulloa quien refiriéndose a la historia del país, recordó que fue en esta catedral, donde hace 116 años, los próceres cantaron el primer Te Deum, por la separación de “nuestro Istmo de la Gran Colombia, el 3 de noviembre de 1903”.
Sobre las manifestaciones contra las reformas
Al Presidente Laurentino Cortizo Cohen le recordó que el pueblo confía que él, como primer servidor del país, enrumbe a la nación buscando siempre el bien común. Y sobre las manifestaciones realizadas en estos días en protestas por algunas reformas, Mons. Ulloa dijo que son muestra de que el camino elegido para afrontar las reformas son la escucha y el diálogo. Con tiempo, añadió, se puede ir consignando los aportes y consensos que provean una Carta Magna que “llene las expectativas y anhelos de todos los panameños”.
Al respecto, se dirigió a los jóvenes, ustedes, dijo, son amantes de la libertad y la reclaman. “Esta semana nos han demostrado que la buscan y la defienden con pasión. Ustedes nos han confirmado que son el presente de esta patria y que no están dispuestos a dejarse robar la esperanza, que no meros espectadores silenciosos y alienados”.
En esta semana, muchos jóvenes dieron “la cara sin violencia, sin antifaces”, y expresaron con seriedad su punto de vista en torno a las reformas constitucionales. Pero les recordó que no el que más grita tiene la razón, porque “la fuerza de la juventud está en su creatividad y la frescura de su voz, en la manera limpia de ver la vida, y trazar sus caminos sin mezquindades ni segundas agendas, porque un joven de verdad no negocia su integridad y su coherencia”.
La Basílica consagrada por el Papa Francisco
La basílica es uno de los pocos templos en el mundo consagrados por un sucesor de Pedro. En nuestro caso, dijo el prelado, recibimos esta gracia de Dios, por el Santo Padre Francisco, el primer Papa Latinoamericano. El 26 de enero, el Papa Francisco ungió y consagró el altar de este templo ante la presencia de autoridades gubernamentales, civiles y religiosas.
Tantos héroes, ejemplos a seguir
En su homilía el arzobispo dijo que estos 116 años de vida independiente “nos dan una oportunidad preciosa para mirar hacia atrás con memoria agradecida y proyectarnos esperanzados hacia el futuro. Además, mencionó a dos “extraordinarios panameños” que hoy son ejemplo a seguir: Adán Ríos Ábrego, reconocido galeno quien por 25 años ha ejercido la medicina oncológica. Su investigación permitió la creación de una de las tres patentes desarrolladas para vacunas preventivas contra el Virus de Inmunodeficiencia Humana en Estados Unidos.
“Otro gran orgullo para todos los panameños es Mariano Rivera, dijo Mons. Ulloa, uno de los mejores profesionales del béisbol, quien sumó 19 temporadas de Las Ligas Mayores y acumuló 652 rescates, siendo el líder histórico en este campo. Esto lo llevó al salón de la fama”. Como estos dos extraordinarios panameños, afirmó, hay muchos otros héroes que desde el anonimato -con muchas limitaciones- hacen cosas extraordinarias, por amor a su familia y amor a Panamá.
Y concluyo su homilía con su deseo de que en Panamá el hombre y la mujer sean respetados y valorados; “desde que son concebidos en el vientre materno, hasta que lleguen al ocaso de sus días”.
“Que en mi país todos vivamos con dignidad, libres de toda discriminación social, política, cultural, racial o religiosa. Que nos empeñemos mucho más en crecer en el amor, la fraternidad y la tolerancia. Quiero que en Panamá prevalezca la justicia social y la equidad, que no haya muchos en la extrema pobreza, y pocos en la opulencia. Sueño que quienes poseen más riquezas las compartan con los desposeídos. Que los más fuertes no se desentiendan de los más débiles. Que el mejorar los índices económicos o levantar grandes industrias y edificios, no se haga irrespetando al medio ambiente. Que los enfermos puedan tener acceso fácil a la salud. Que cada niño tenga una escuela digna donde estudiar y los recursos necesarios para hacerlo. Y que los sabios se responsabilicen de los que permanecen en la ignorancia. Que cada jefe de hogar tenga un trabajo honrado, estable y justamente remunerado, que le permita cubrir las necesidades básicas de su familia, que tenga una casa digna, donde pueda reunirse a comer, a jugar, a orar, y a amarse entrañablemente. Pido y ruego que se escuche a los jóvenes, y se les responda como ellos se merecen. La juventud es nuestra fuerza más hermosa. Ellos tienen el derecho a ser amados y valorados. Y tienen la responsabilidad de aprender a amar de un modo sano y transparente”.
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