El Salvador. Año jubilar martirial. Un tiempo para la verdad
Manuel Cubías - Ciudad del Vaticano
Los mártires de la UCA. 31 años después
La noche del 16 de noviembre de 1989 fueron asesinados, en el campus de la Universidad Centroamericana, seis sacerdotes jesuitas y dos colaboradoras: Elba Ramos y su hija Celina. En esos días se desarrollaba en la capital una ofensiva de la guerrilla del FMLN contra el ejército y gobierno salvadoreño.
La distribución desigual de la riqueza, enormes desigualdades, desempleo, violencia e impunidad son algunas de los elementos que describen la sociedad salvadoreña. Ya Monseñor Romero afirmaba hace más de treinta años: “La justicia es igual a las serpientes, solo muerden a lo que están descalzos”.
El 16 de noviembre de este año se celebrará el 31 aniversario del asesinato de los seis padres jesuitas y de sus dos colaboradoras. La Comisión de la Verdad responsabiliza de este hecho a las fuerzas armadas, al gobierno de turno y a sectores propietarios del gran capital. Cuando esta masacre sucedió, el país estaba inmerso en una guerra civil, que tenía en sus orígenes las tremendas desigualdades, generadoras de estructuras de pobreza y de opresión en que vivían las mayorías populares.
El gobierno y el ejército salvadoreño estaba apoyado económica y logísticamente por los Estados Unidos. Este apoyo representó al menos, un millón de dólares diarios para la guerra.
Legado
José María Tojeira S.J., provincial de los jesuitas en el momento de la masacre, escribió: “El crimen, que en su momento lo sentíamos como una terrible, violenta y absurda aberración, ha ido evolucionando hacia la celebración de los valores y sentimientos nobles que había en los corazones de aquellos seguidores del Señor Jesús. Novelas, poesías, documentales de televisión siguen recordando el heroísmo de estos constructores de paz”.
Refiriéndose al papel del ejército y a la necesidad de reconciliación nacional añade: “Tomar conciencia del pasado, reflexionar críticamente sobre el mismo, reconocer fallos en algo tan delicado y sensible como el fiel cumplimiento y respeto de los derechos humanos es una asignatura pendiente en nuestras instituciones. Analizar el pasado y admitir hoy los errores es la mejor manera de aprender a no repetirlos. Un ejército como el salvadoreño, que ha sido incapaz de pedir perdón por el asesinato de los jesuitas, que fue institucionalmente fraguado y encubierto, o por las terribles masacres del pasado, no merece mayor respeto. Y aunque algunos comentaristas le alaben y le satisfagan el ego institucional, la mancha terrible de la sangre no se borra hasta que se reconoce el crimen y se pide perdón”.
Sebastián Kaufmann Salinas, al visitar la UCA en 2014, afirmó: “Es difícil visitar la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA) sin conmoverse por el testimonio del martirio de los jesuitas. Se trata de una universidad-santuario en cuyo corazón está el Centro Monseñor Romero y el museo de los mártires, el jardín de la comunidad jesuita en el que fueron asesinados (hoy testimoniado por un hermoso rosal) y la habitación que ocupaba la trabajadora de la casa y su hija, también asesinadas. Contiguo a la comunidad y al museo está la capilla de la universidad, donde están enterrados los jesuitas mártires.
Impunidad versus justicia
La Comisión de la Verdad, apoyada por las Naciones Unidas, estableció la responsabilidad de los militares en el asesinato de los jesuitas y sus dos colaboradoras. Solo dos exoficiales fueron juzgados y condenados, pero fueron absueltos al ser publicada la ley de Amnistía en 1993. Guillermo Benavides, excoronel del ejército volvió a la cárcel cuando la Corte Suprema de Justicia declaró inconstitucional la ley de Amnistía.
En El Salvador, solo Benavides ha sido condenado por este múltiple crimen. El pasado 29 de enero, el Departamento de Estado de EE.UU. anunció la designación de 13 ex militares salvadoreños y la prohibición de entrar en ese país, por su participación en la ejecución extrajudicial en noviembre de 1989 de seis sacerdotes jesuitas y otras dos personas, dio a conocer la agencia CNA.
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