Primer domingo de Cuaresma: “Si eres hijo de Dios...”
Ciudad del vaticano
El relato de Mateo 4,1-11 no puede ser interpretado a la ligera. No se trata de proponer un modelo de conducta, sino que plantea cómo no desviarse del camino que sigue Jesús.
Primera tentación: Poner a Dios al servicio de su hambre
En apariencia, a Jesús se le ofrece algo bueno, que raya con la ingenuidad: “Si eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes”. ¿Por qué pasar hambre si eres hijo de Dios? El diablo lo invita a aprovecharse de su condición de Hijo de Dios y así no pasar las penas que pasan millones de personas para conseguir el pan de cada día. Sin embargo, Jesús reflexiona: ¿Cómo se ganan el pan los pobres? Sudando, bajo el sol. Así opta ser como sus hermanos. Se niega a las ventajas, a las recomendaciones, a los privilegios. Jesús pasó su vida trabajando en un taller de carpintería, cómo lo hacían las gentes del pueblo. También es verdad que multiplicó los panes en el desierto, pero no para su beneficio, sino para dar de comer a la gente que estaba con hambre, para que no desfallecieran en el camino.
El gran peligro al que nos enfrentamos hoy en nuestra sociedad es querer convertirlo todo en pan, es decir, buscar en el bienestar y en el consumo ilimitado, el ideal de nuestras vidas. Es un engaño creer que este es el camino hacia el progreso y la liberación. ¿Acaso no vemos lo que nuestra sociedad ha creado al empujar a las personas hacia el consumismo sin límites y a la búsqueda incesante de la autosatisfacción? El resultado: personas egoístas, vacías, que no se sienten responsables de lo que sucede fuera de su pequeño mundo, encerradas, carentes de solidaridad.
Segunda tentación: un mesías liviano, pero famoso
“El diablo llevó a Jesús a la ciudad santa, y lo puso en el alero del Templo”. A continuación, la invitación del diablo, que se tire para que lo recojan los ángeles. La propuesta es creer que vino a este mundo para aprovechar sus privilegios de Hijos de Dios. De esta manera llegará a ser famoso por realizar actos que contradicen las leyes de la naturaleza. Sin dudarlo, podemos decir que la reflexión de Jesús nuevamente tiene como referente a los sencillos y humildes. ¿Cuántas personas pasan por la vida y han hecho el bien y no han aparecido en los medios de comunicación, ni han sido famosos? La opción de Jesús fue: no quiero vivir de milagros. Seré hermano con los demás, viviendo como ellos.
Tercera tentación: No te compliques la vida
El diablo hace su oferta a Jesús: “Todo esto te daré si te postras y me adoras”. Pareciera que el demonio ha olvidado algo elemental. ¿De quién es el mundo? ¿Acaso no está ofreciendo algo que él no ha creado, que no le pertenece? Es más, el diablo está buscando suplantar al mismo Dios, convirtiéndose en sujeto de adoración. En el fondo, la invitación del maligno es a olvidarse del camino propuesto por el Padre: camino de sacrificio, entrega, servicio desinteresado. Todo esto pasa por la muerte en la cruz. Jesús rechaza esta tentación dejando en claro que debe seguir la senda que le ha señalado el Padre.
Hace un año, el p. José Pagola escribía comentando este texto evangélico: “La llamada de Jesús nos puede ayudar a tomar más conciencia de que no sólo de bienestar vive el hombre. El ser humano necesita también cultivar el espíritu, conocer el amor y la amistad, desarrollar la solidaridad con los que sufren, escuchar su conciencia con responsabilidad, abrirse al Misterio último de la vida con esperanza”.
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