Coronavirus: los sacerdotes de Bérgamo pagan un alto precio
Cyprien Viet - Ciudad del Vaticano
Bérgamo, una ciudad de 120.000 habitantes en el noreste de Lombardía, está viviendo las horas más oscuras de su historia reciente. Este territorio, generalmente tranquilo y próspero, en el que nació San Juan XXIII en 1881 en el pueblo de Sotto il Monte, se convirtió en el epicentro de la epidemia de coronavirus que ha cobrado un precio extremadamente alto en el norte de Italia, el corazón industrial y económico del país.
Según las estadísticas publicadas en la tarde del domingo 15 de marzo, en la zona de Bérgamo se registraron más de 3.400 casos de los 24.000 pacientes identificados que hay en el país. El número de muertes es tan alto que es difícil de contar, pero el periódico local, L'Eco di Bergamo, publicó cerca de 160 notas de duelo en su edición del 15 de marzo, unas cinco veces más que en un día normal.
Una Iglesia mártir
Las fuerzas vivas de la Iglesia, que permanece en contacto con la población a pesar de la suspensión de las misas y ceremonias, se ven particularmente afectadas por esta epidemia. Al menos seis sacerdotes han perdido la vida y unos veinte están actualmente hospitalizados, aunque su salud muestra signos de mejora. Otros están en cuarentena. Sin embargo, la diócesis está movilizando el máximo de fuerzas posibles para llevar la comunión a los enfermos, como insta el Papa a los sacerdotes, y para aliviar a la población continuando, en particular, con las confesiones.
Entrevistado el sábado por nuestros colegas de Vatican News Italia, el obispo de Bérgamo, Mons. Francesco Beschi, subrayó el generoso compromiso de las 400 parroquias de su diócesis al servicio de los enfermos y, más ampliamente, de los afectados por el colapso económico causado por la epidemia.
"Esta cercanía va en la dirección de la conciencia de que Dios, que también está en prueba con nosotros, no nos abandona", explicó, reconociendo haber visto empeorar la situación en los últimos días. "Ya no sabemos dónde poner a los muertos. Algunas iglesias están siendo usadas. Todo esto va acompañado de sentimientos muy profundos. Me llamó un sacerdote que perdió a su padre. Está en cuarentena, la madre está en cuarentena sola en otra casa. Sus hermanos están en cuarentena, el funeral no está permitido. Será llevado al cementerio y enterrado, sin que nadie pueda participar en este momento de piedad humana y cristiana, que ahora es tan importante".
En relación con las muertes de su clero diocesano, el obispo Beschi dijo a RadioInBlu, la red de radio de la Conferencia Episcopal Italiana, que estas pérdidas, que son una fuente de gran sufrimiento, son parte del drama experimentado por toda la población. "No estamos separados de nuestra comunidad, ni siquiera en el paso de la muerte".
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