Vicario de Arabia: “el coronavirus tedría un impacto devastador en Yemen”
Ciudad del Vaticano
En Yemen, azotado durante cinco años por una guerra sangrienta, ahora la preocupación también recae en la posible propagación del coronavirus, pues tendría "un efecto devastador en el país y la población civil". Lo ha declarado Mons. Paul Hinder, vicario apostólico del sur de Arabia (Emiratos Árabes Unidos, Omán y Yemen) para AsiaNews. Mons. Paul Hinder además añade que en el área "no hay centros de salud para hacer frente a una emergencia como la causada por la pandemia de Covid-19" pues los 5 años de conflicto han pasado factura al sistema de salud del país y a su sistema de agua y saneamiento, dos elementos clave a la hora de afrontar la pandemia de Coronavirus.
En cuanto a la emergencia del coronavirus, subraya Mons. Hinder, que ya está experimentando los efectos en los Emiratos y Omán, "es cierto que la población en Yemen es relativamente joven y podría correr algún riesgo menos que en Europa, que tiene una media de edad más alta". El problema "es que no hay estructuras que puedan contrarrestar los efectos del virus".
La pandemia podría ser la excusa para el alto al fuego
La esperanza, dice el prelado, "es que la epidemia pueda dar una mayor flexibilidad en relación a la guerra. Es difícil tener noticias confiables y verificables del país y por el momento no hay soluciones de paz en el horizonte". En este contexto, la epidemia - asegura - "podría crear una nueva situación, ofrecer a las distintas partes una excusa para retirarse y comenzar un camino de colaboración".
80% de la población necesita ayuda humanitaria
La nación árabe, la más pobre de la península árabe desde hace tiempo, colapsó en un sangriento conflicto después de que los rebeldes huthis respaldados por Irán conquistaron la capital, Sana'a, en 2014. El choque entre el gobierno pro saudí y los rebeldes degeneraron en marzo de 2015 con la intervención de la coalición árabe liderada por Riyadh. El conflicto ha registrado más de 90 mil víctimas, incluidos civiles y combatientes. Las divisiones locales se convirtieron en una guerra de poder, que causó un millón de personas desplazadas y provocó "la peor crisis humanitaria del mundo", con alrededor de 24 millones de yemeníes (80% de la población) que necesitaban asistencia humanitaria.
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