Perú: Hermana Carmen Toledano predicó el Sermón de las Siete Palabras
Ciudad del Vaticano
“Dios nos está hablando a través de esta situación y nos pide que lo hallemos en medio del hombre que sufre, en medio de esta humanidad que está sangrando y que Dios ha querido abrazar muriendo por nosotros, haciéndose uno de nosotros”, lo dijo la Hermana Carmen Toledano Sánchez, Priora del Monasterio de las Agustinas en Lima, Perú, quien este Viernes Santo se convirtió en la primera mujer en predicar en el Sermón de las Siete Palabras, celebrado en la Iglesia de las Nazarenas de la capital peruana.
Volver la mirada a Dios que sufre en el hermano
“Nunca antes habíamos vivido una Semana Santa tan peculiar y extraña”, afirmó la Hermana Carmen al inicio de la entrevista concedida a la Oficina de Prensa del Arzobispado de Lima, ella confía en que esta situación extraordinaria de cuarentena es una oportunidad para “vivir una experiencia de conversión y volver la mirada a Dios que sufre en el hermano, en tantos enfermos que están padeciendo el coronavirus, en tantas familias que han perdido a un ser querido sin poder darle el último adiós, en tantas familias que están al borde de la desesperación porque esta situación de aislamiento les ha dejado sin recursos”.
¿Qué es lo esencial, qué es lo que no puede desaparecer?
Asimismo, la Priora del Monasterio de las Agustinas dijo que, “no puede ser en vano lo que estamos viviendo, necesitamos volver a la normalidad, pero también tenemos que aprender de lo que estamos viviendo. Quizás estábamos metidos en un mundo donde lo que prevalecía eran nuestros planes, nuestras cosas, nuestras prisas”. La hermana Carmen reconoce que nada volverá a ser igual después de la pandemia, y por eso, cuando volvamos a la normalidad es necesario pensar en “una nueva forma de volver a lo esencial, de vivir desde aquello que permanece. Es el momento de detenernos ante la vida y preguntarnos qué es lo esencial, qué es lo que no puede desaparecer”.
La novedad de la mujer y una vida nueva en la Iglesia
La Priora del Monasterio de las Agustinas en Lima fue elegida por Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima y Primado de la Iglesia en el Perú, para predicar la cuarta palabra «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?». “Yo siento que se están dando pasos hacia una vida nueva en la Iglesia – expresó la religiosa Agustina – el Papa Francisco está teniendo muchos signos que nos hablan de una nueva era, está dejándose llevar por este espíritu que siempre es novedad y que supone una serie de cambios. Aquí en Lima, también nuestro Arzobispo está dando pasos hacia esta novedad en espíritu, hacia estos cambios que la Iglesia necesita”. Este es un pequeño pasito entre muchos que se tienen que dar y que habla de una integración de la mujer en algo que hasta ahora nunca había acontecido.
El mundo tiene necesidad de un cuidado materno
La Hermana Carmen señaló que, se tendrán que seguir dando más pasos para trabajar por esta comunión donde todos podamos poner nuestro granito de arena y colaborar en esta construcción de una Iglesia unida. Además, reconoce que las enormes desigualdades sociales entre hombres y mujeres es un tema pendiente por resolver en nuestra región de América Latina: “se deja sentir con más fuerza y el trecho es muy grande”. “La mujer tiene un papel imprescindible, la mujer es madre, y esto significa que nadie como ella sabe acoger, escuchar, cuidar, custodiar. Como religiosa contemplativa – agregó – soy testigo de la necesidad que tiene, no solo la Iglesia sino el mundo entero, de esta acogida, de esta escucha, de esta necesidad de un cuidado materno”.
Nuestra esperanza está puesta en el Señor
Antes de despedirse, la Hermana Carmen Toledano envió un mensaje a todas las personas en el mundo afectadas por la pandemia del coronavirus: “nos asusta mirar a la muerte cara a cara, pero la muerte no tiene la última palabra porque Dios es el Dios de la vida, y eso es lo que estamos celebrando en esta Pascua”. “¿Cómo podemos mantener la esperanza? – se pregunta la Religiosa Agustina con la mirada puesta en el Señor – la Iglesia tiene ahora la oportunidad de hablar de esta vida nueva, estamos hechos para la vida y no para la muerte, pero la vida definitiva no está aquí, es la vida eterna, y esto es lo que nos puede hacer mantener la esperanza, que estamos hechos para la vida abundante que nos viene de Dios”.
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