"¡Querido George, te extrañaré!": La conmovedora carta del obispo de Gaborone
Isabella Piro – Ciudad del Vaticano
En un encuentro casual en Pittsburgh durante un partido de béisbol, nació una conversación entre una Coca-Cola y una bolsa de palomitas de maíz. Desde ese momento, fue una amistad duradera. Es esta la historia del primer encuentro entre el obispo de Gaborone y Gegorge Floyd y también como comienza la carta abierta del prelado, Monseñor Franklyn Atese Nubuasah.
La carta fue publicada en el sitio web de la Conferencia Episcopal de Sudáfrica. "¿Cómo puedo olvidarte, George?", escribe el prelado, recordando la "sonrisa contagiosa" de su amigo, su "corazón muy grande y acogedor". Pensando, entonces, en las numerosas protestas y manifestaciones contra el racismo que se desatan en los Estados Unidos en estos días, Monseñor Nubuasah le dice a su difunto amigo: "Encendiste un fuego que arde a favor de la paz y el cambio" y por esto "tu ojos no se cerraron con la muerte, al contrario, siempre permanecerán abiertos".
La memoria del obispo también va a unas vacaciones que pasó en los Estados Unidos con George y su familia, así como a la promesa de su amigo de visitar África tarde o temprano. Una promesa que ya no se puede cumplir - señala el obispo de Botswana con pesar - expresando su dolor. Al mismo tiempo, el arzobispo Nubuasah expresa satisfacción porque la muerte de Floyd fue filmada por un transeúnte con un teléfono móvil y se difundió en las redes sociales y asegura que "el sistema de justicia puede fallar, pero la opinión pública sabrá la verdad". "Estoy enojado porque nunca pensé que los hombres pudieran rebajarse tanto", escribe el prelado, pensando en los responsables de la muerte de su amigo fraterno.
"Ahora te espera una gran bienvenida en la casa del Padre - se lee en la carta - y espero que también haya Coca-Cola y palomitas de maíz". "Ahora puedes respirar el aliento de amor para siempre", dice el prelado, citando las palabras pronunciadas por Floyd antes de expirar: "¡No puedo respirar!". "Te extrañaré, George. ¡Descansa en paz!", concluye la carta.
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