Corea. Padre Bordo: seguimos en búsqueda de la reunificación
Antonella Palermo – Ciudad del Vaticano
En abril de hace dos años tuvo lugar el histórico encuentro entre los líderes de las dos Coreas en Panmunjom, el pueblo donde se firmó el armisticio que marcó el fin del conflicto en 1953. "Nunca más habrá guerra en la península", prometieron, comprometiéndose en reducir los arsenales convencionales para aliviar las tensiones militares. Hace diez días atrás un duro golpe a la esperanza de construir una paz entre los dos Estados. La explosión de la sede de la Oficina de Enlace intercoreana en Kaesong, la ciudad más meridional de Corea del Norte, hizo añicos muchos sueños.
La explosión del Palacio Intercoreano, un duro golpe a la esperanza
En Seongnam, en las afueras de Seúl, con un millón de habitantes, el misionero Padre Vincenzo Bordo, Oblato de María Inmaculada, vive desde hace treinta años: "Hace dos años se habían dado muy buenos pasos – recuerda – los líderes de las dos Coreas se habían reunido más de una vez y había comenzado un buen camino". "La explosión del Palacio intercoreano, de hecho el símbolo del encuentro y el diálogo entre ambas partes – afirma amargamente – era algo que realmente no se esperaba. Parece que hemos retrocedido muchos, muchos años, por desgracia". En el video mensaje del Papa Francisco del 27 de abril de 2018, se planteó la esperanza de que "un futuro basado en la unidad, el diálogo y la solidaridad fraternal es realmente posible". Como resuenan esas palabras del Pontífice: "Hermosas, maravillosas y alentadoras palabras", subraya el religioso, que no oculta cierta resignación después del episodio de Kaesong: "Uno se pregunta ¿qué pasó? Es difícil de entender. ¿Significa empezar de nuevo? Si hacen estallar las promesas, también hacen estallar la confianza. La pregunta es, ¿eres creíble?".
El compromiso de la Iglesia de crear puentes de diálogo
"La Iglesia de Corea del Sur – dentro de los límites de lo que puede hacer – está en primera línea para la ayuda económica y caritativa a la gente que sufre en Corea del Norte, esto está permitido", dice el Padre Vincenzo y añade que "hay entre los sacerdotes un clima de fuerte colaboración, de lucha, de compromiso por la reconciliación de las dos Coreas". El problema es que probablemente hay demasiados intereses dispares, nacionales e internacionales, para que todo siga siendo así".
El apostolado en apoyo de los pobres
El Padre Bordo se ocupa de los niños de la calle y de los sin techo. "Dirigimos un centro llamado Casa de Anna que acoge a 550 personas sin hogar cada día. También seguimos a unos sesenta chicos y cada día distribuimos 600 platos de comida preparadas para nuestros amigos sin hogar. Mucha gente llama aquí, los números son similares a los de Italia. Son la nueva pobreza, de la que tanto habla el Papa, el resultado de un mundo industrializado, secularizado, globalizado, capitalista, que corre rápido y que mira al beneficio y no a las personas. Los que no pueden seguir el ritmo se quedan al margen y se encuentran en estas condiciones".
El compromiso de no cerrar el comedor durante la pandemia
Corea fue el primer país, después de China, en ser afectado por el coronavirus. Las muertes de Covid-19 se han mantenido en poco menos de 300 y 12 mil es el número de infectados. El Padre Bordo elogia la política "T" (seguimiento, pruebas y tratamiento) con la que el gobierno ha manejado la situación. "Ha dado buenos frutos, aunque los números están aumentando en los últimos días, aunque en unas pocas unidades por día". Y recuerda que a principios de febrero, varias veces el Ayuntamiento ordenó cerrar la actividad de ayuda a los pobres: "Dije que se podía cerrar un gimnasio, un teatro, una iglesia, pero no se podía cerrar un comedor. El 70% de estas personas sólo consumen una comida al día. Así que, después de varias reuniones, llegamos al compromiso de no hacer más la cena dentro de la estructura, sino de distribuirla fuera. Una vez, en un día de mucho frío, tuvimos miedo de tener que tirar los 800 platos de comida que habíamos preparado. En cambio, todos vinieron. Una persona nos dijo: No le temo al virus, pero le temo al hambre. Bueno, no puedes darle la espalda a estos amigos".
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