Colombia. Monseñor Rueda: "La reconciliación debe nacer en el campo"
Anna Poce – Vatican News
El Arzobispo de Bogotá, Monseñor Luis José Rueda Aparicio, en un artículo publicado en la revista Semana y difundido el 23 de agosto –se lee en Vida Nueva-, abogó por "la defensa de la dignidad de la población rural, víctima de la arrogancia asesina del narcotráfico y del abandono generalizado", invocando "la vida, la reconciliación y la paz".
Dar pasos concretos
Mientras que en los departamentos de Nariño, Cauca y Arauca se producen escenas de violencia y terror -en total más de treinta personas han sido asesinadas en los últimos días, entre jóvenes, adultos y hasta un menor-, Monseñor Rueda subrayó la urgencia del momento: "Es hora de empezar a dar pasos concretos, no podemos esperar más", dijo. "Los dirigentes políticos, científicos y económicos, y todos los colombianos, deben unir sus conciencias, recursos y proyectos para reconciliarse con la Colombia rural", porque "está en juego el futuro del hombre, la sociedad y el medio ambiente del país".
Acuerdos humanitarios
Según el Arzobispo de Bogotá, de hecho, "la reconciliación debe nacer en el campo", y será posible "cuando firmemos acuerdos humanitarios en las regiones que lleven al fin de los asesinatos, los secuestros, el reclutamiento de menores, el enterramiento de minas antipersona, la corrupción, el desplazamiento forzado, la contaminación del agua, la deforestación, las minas ilegales, el tráfico de armas", todo lo que constituye la cadena del narcotráfico.
El dolor de los campesinos
El prelado es muy consciente del dolor de los campesinos, las comunidades y los pueblos indígenas y afrocolombianos que sufren la escalada de la violencia, así como de su situación de vulnerabilidad, ya que no encuentran "una actividad agrícola que satisfaga sus necesidades básicas" y no existe una "economía agrícola que garantice al trabajador un medio de vida digno".
"Los habitantes de las zonas rurales -denuncia el Arzobispo de Bogotá- están abandonados por las políticas públicas del Estado y expuestos a la acción directa de los grupos armados ilegales, financiados por la economía de la muerte del narcotráfico". Las mafias internacionales, las armas que siembran la muerte y la violencia en el campo, son como un "monstruo", añadió el prelado, "entraron en sus casas con fuerza destructiva, pisoteando la esperanza de familias enteras y sacrificando las vidas de las generaciones futuras por sus mezquinos intereses, como hemos visto en las recientes masacres perpetradas contra niños y jóvenes".
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