Portugal, la Iglesia reflexiona sobre la situación de los migrantes
Federico Piana- Ciudad del Vaticano
Una semana entera para reflexionar sobre la situación de los migrantes. Del 9 al 16 de agosto, la Iglesia Católica portuguesa ha organizado un gran evento eclesial en todo el país, durante el cual se alternarán conmovedores testimonios de inmigrantes, peregrinaciones al Santuario de Fátima y oraciones. El tema del evento sigue en su totalidad el mensaje del Papa Francisco para la 106º Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que tendrá lugar el 27 de septiembre de este año: "Como Jesucristo, obligados a huir".
La migración, un tema delicado en Portugal
En Portugal, la cuestión de la migración y sus problemas es un tema que afecta a toda la población porque es una nación, tradicionalmente, de emigrantes: "Es cierto - confirma Pedro Vaz Patto, Presidente de la Comisión de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Portuguesa - pero en los últimos años se ha convertido en una nación de inmigrantes. Por eso, en estos siete días, meditaremos en profundidad sobre la petición del Papa de cuidar especialmente de aquellos que se han visto obligados a huir de su tierra a causa de la guerra y la pobreza".
Conocer a los migrantes: antídoto contra el odio y la intolerancia
Escuchar las historias -a menudo dramáticas pero también de redención y esperanza- narradas en primera persona por los migrantes y refugiados que han encontrado hospitalidad en Portugal, será una oportunidad para que toda la Iglesia portuguesa comparta experiencias fuertes, con el fin de romper los estereotipos y prejuicios que a menudo se convierten en la antesala del odio y la intolerancia. Pedro Vaz Patto relata que "es el primer paso para llegar a esta gente. Son personas que no conocemos y el conocimiento lleva a la cancelación del miedo y la distancia".
Un país acogedor, a pesar de las tensiones
Aunque siempre ha existido un fuerte espíritu de acogida en Portugal, ahora el país, como toda Europa, está atravesado por tensiones vinculadas a la migración. "Tener ante nuestros ojos la situación de nuestros emigrantes portugueses en el extranjero nos ayuda a ser más tolerantes - dice Pedro Vaz Patto - pero no significa que los problemas no existan. Los migrantes que están aquí con nosotros viven en constante marginalidad y pobreza crónica. Y un fenómeno reciente es la presencia de trabajadores agrícolas en zonas del país donde la mano de obra portuguesa está ausente: personas que lamentablemente no se sabe en qué condiciones viven y trabajan. Muy a menudo existe la sospecha de que realmente llevan una vida degradante".
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