XXV Domingo del Tiempo Ordinario: La gratuidad absoluta del amor de Dios
El Evangelio presenta una parábola. En ella leemos que el dueño de una viña contrató a sus trabajadores durante varios momentos del día. Al finalizar la jornada, el dueño de la viña les pagó a todos por igual. Los que trabajaron más que otros protestan porque creen merecer más que los demás.
La clave para comprender esta parábola no radica en el reclamo egoísta de unos, sino en la generosidad y bondad del dueño de la viña. No es la lógica de la retribución la que prevalece, sino la de la gratuidad absoluta, del amor misericordioso y sobreabundante.
En la parábola reclaman los que sienten que pueden exigir al Señor un trato preferencial. Reclaman los que se sienten ofendidos ante un acto generoso y de bondad absoluta. Desde la perspectiva del Reino y del juicio de Dios, los últimos serán los primeros.
El Señor misericordioso y bondadoso sigue llamando sin importar en qué momento de tu vida te encuentres. No se cansa en salir a buscarte para mostrarte una vez más un mundo en el cual la misericordia sea el punto de partida. No tardes en responder porque, recuerda, nunca es demasiado tarde.
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