Un misionero no es un voluntario: es un maestro de la fe
Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano
Actualmente en España hay alrededor de 10.000 misioneros repartidos por todo el mundo, el 54 % son mujeres y el 46 % son varones. Entre ellos, hay 93 obispos españoles repartidos por tierra de misión y muchos de ellos están jubilados. Los sacerdotes diocesanos son alrededor de 600 y llama la atención que hay 681 laicos. Está siendo un siglo de muchos misioneros, pero recordemos que esta vocación misionera en España se lleva desarrollando desde los últimos seis siglos. En cuanto a los destinos de misión, el país que centraliza los misioneros españoles es Perú. De hecho, el 68 % de los misioneros españoles se encuentra en América Latina, el 11 % están repartidos por todo África, le sigue Asia con un 6,37 % en Japón concretamente y el destino donde hay menor presencia es en Oceanía con un 0,35 % de misioneros españoles.
Ahora bien, hay que rechazar que la misión es una salida para aquellos que no se adaptan al sitio donde están o para aquellos que son laicos, por ejemplo, y están en el paro y piensan: “voy a hacer algo bonito para el mundo, ya que mi vida es inútil, me voy de misión”. Este pensamiento es erróneo – dice el Director de OMP en España – porque la misión “es una vocación”, como lo es la vocación matrimonial o como lo es la vocación consagrada.
El Director de Obras Misionales Pontificias aclara que lo primero que debemos hacer si queremos ser misioneros es “discernir” si Dios nos llama por ese camino y para realizarlo tenemos que tener una vida interior, una vida de profundización en la fe. De hecho, José María Calderón considera que si la persona en cuestión no tiene una dirección espiritual o un compromiso cristiano aquí, “no podemos pedir que lo tengan en otro sitio”.
Una vez que has sentido esta llamada, la segunda cosa que el Director de OMP considera fundamental es la formación intelectual, es decir: qué es la misión, dónde se va, cómo es la cultura a la que vas, cómo te insertas, como te integras y luego formarse sobre cuál es la doctrina de la Iglesia. “Un misionero no es un voluntario, un misionero es un representante de la Iglesia a donde va y por lo tanto tiene que estar formado cristianamente porque su palabra no es opinión, él va a enseñar, es maestro de la fe, ya sea sacerdote, religioso o laico”.
Para el Director de OMP los misioneros son “la gran puerta a la periferia del mundo”, esa periferia de la que nos habla constantemente el Papa Francisco en sus homilías y discursos y que cobra forma en la misión. Además de ser esta “gran puerta”, los misioneros de la Iglesia Católica “son punteros” en el deseo de entrar en conversación y diálogo con todos los hombres sin mirar cultura, lengua, religión o color. Tal y cómo lo describe José María Calderón: los misioneros no hacen distinción, son parte del paisaje donde están y no se les reconoce por el color de la piel o por el acento con el que hablan, realmente ellos se sienten de aquellos sitios donde están.
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