"Resistir para existir": El Padre Maccalli cuenta su encarcelamiento
Gabriella Ceraso – Ciudad del Vaticano
El silencio, la misión, la muerte, la oración: es un río en crecida, emocionante, el Padre Pierluigi Maccalli en la entrevista – la primera desde su liberación el pasado 8 de octubre – concedida a la agencia Fides.
El misionero de 59 años de edad, y de la Sociedad Misionera Africana, que fue secuestrado en septiembre de hace dos años en Níger, se encuentra ahora en su casa, en Madignano, en la provincia italiana de Crema, entre familiares, ciudadanos y hermanos que, con la fuerza de la oración, lo han apoyado a distancia y hoy representan, para él, la confirmación de que "la Misión está en manos de Dios, es Missio Dei".
El testimonio que surge es el de un misionero totalmente encomendado en las manos del Padre, que ha rezado y sigue rezando por sus carceleros y que aún necesita tiempo para comprender lo que este asunto significará para su vida. "Llevado en zapatillas y pijama", "considerado un 'kéfir', impuro y condenado al infierno", el misionero resume con dos verbos el tiempo de su encarcelamiento: "resistir para existir".
¿Dónde estás? ¿Por qué me has abandonado?
Un largo período de "silencio, purificación, retorno a los orígenes y a lo esencial" y muchas preguntas: "Grité como desahogo y lamento ante Dios: ¿dónde estás? ¿Por qué me has abandonado? ¿Hasta cuándo, Señor? ¡Lo sabía y sé que Él está ahí! Pero sé que Dios puede ser visto de espaldas, ahora que soy libre, en casa estoy empezando a entender".
De Radio Vaticano la voz del Papa: un soplo de oxígeno
Dos largos años en los que no faltaron lo que el padre Gigi define como "dones", "soplos del Espíritu Santo". Como el que llegó el día de Pentecostés de 2020. Desde el 20 de mayo, cuando había conseguido una pequeña radio, cuenta:
“Y una vez también la Misa en vivo... fue precisamente la Misa de Pentecostés 2020". El momento fue especial, la homilía del Papa "un soplo de oxígeno". Y cuenta:
Hoy estoy en la Basílica de San Pedro en Roma…
Y se dijo a mí mismo: "Hoy estoy en la Basílica de San Pedro en Roma y, al mismo tiempo, en misión en África. Escucho con un poco de emoción las lecturas y el Evangelio que me recuerdan la palabra-lema de mi ordenación sacerdotal, el pasaje del Evangelio de Juan (Jn 20): ‘Como el Padre me ha enviado, yo también los envío’. Recibe el Espíritu Santo".
Misionero desde lo profundo del corazón
Ante la pregunta de si ¿tuvo miedo de ser asesinado?, responde que sólo una vez, cuando recibió una amenaza... o mejor dicho, “la promesa de una bala en la frente", pero "siempre me he sentido misionero, incluso con los pies encadenados, diría 'misionero de corazón'".
El futuro está en las manos de Dios
No tiene ningún rencor contra los que lo mantuvieron prisionero, sino sólo "mucha tristeza" para aquellos a los que el padre Pierluigi define como "jóvenes adoctrinados por los vídeos de propaganda", que "no saben lo que hacen" y a los que, de hecho, antes de su liberación, deseaba en francés que se dieran cuenta, un día, de que “todos somos hermanos".
Éste es mi presente
La entrevista se cierra con la mirada puesta en el mañana, un mañana que el misionero deseaba que surgiera cada día, durante su encarcelamiento, y que hoy entrega en las manos de Dios:
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí