Evangelio del XXXII Domingo del Tiempo Ordinario: Prepararse para recibir a Dios en nuestra vida
El Evangelio de hoy presenta una parábola. Recordemos que una parábola utiliza elementos de la vida cotidiana para que los oyentes confronten sus actitudes con la de los personajes y extraer una enseñanza de vida. En el Evangelio de San Mateo encontramos dos tipos de parábolas; las que hablan del Reino de Dios presente en el aquí y ahora, y, las que predican el Reino de Dios que debe venir y, por lo tanto, debemos estar preparados para recibirlo. El Evangelio de hoy pertenece a este segundo grupo.
La parábola inicia explicitando que el Reino de Dios es semejante a la actitud de dos grupos de jóvenes, cinco previsoras y cinco descuidadas, quienes debían estar atentas y vigilantes a la llegada del esposo. No saben el día ni la hora, pero, las jóvenes previsoras y prudentes, por estar preparadas y vigilantes, reciben al esposo y participan en el banquete. Todo lo contrario, las descuidadas y necias quienes, a pesar del ejemplo de las previsoras, no se preparan y, por lo tanto, quedan fuera de la fiesta.
Esta parábola utiliza el ambiente de un banquete de bodas para dejar en claro que la simple espera del Reino de Dios modifica y transforma la vida. En cierto sentido nos invita a tener una espiritualidad de ojos abiertos, es decir, saber qué actitudes necesitamos para vivir y cuáles debemos evitar.
La parábola finaliza con la invitación a estar siempre vigilantes y preparados. Una espera en estas circunstancias no provoca sufrimiento. Esta espera vigilante es, en realidad, poner todo lo que somos y tenemos a disposición del proyecto del Reino de Dios.
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