España. 27 de diciembre, Día de la Sagrada Familia. Mensaje de los obispos
Isabella Piro-Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano
Las personas en la vejez son una riqueza para la Iglesia porque la Iglesia, en su tradición, siempre ha tenido en su base "una cultura de cercanía a los ancianos y el deseo de ofrecerles un acompañamiento afectuoso y solidario en la fase final de la vida". Como leemos en el Levítico (19:32), "Levántate ante el canoso, honra la persona del anciano y teme a tu Dios", recuerdan los obispos ibéricos en su mensaje, reiterando que "es el mismo Señor de la vida quien, a través de su Palabra, nos invita a venerar a los ancianos", porque "su conocimiento, su experiencia, Su sabiduría los hace dignos de ser consultados", de hecho, "no son meros destinatarios de la acción pastoral de la Iglesia, sino sujetos activos en la evangelización", especialmente en lo que se refiere a "la familia, la contemplación y la oración, la prueba, la enfermedad, el sufrimiento, el compromiso de vida".
De ahí la exhortación de la CEE a las familias cristianas para que "no se dejen influenciar por la mentalidad utilitaria", según la cual "el que no produce debe ser descartado". Como "Iglesia doméstica, espacio sagrado que une a varias generaciones" - se lee en el mensaje episcopal - la familia no debe "aislar a los ancianos y dejarlos al cuidado de otros", de lo contrario será "mutilada y empobrecida", terminando también por "privar a los jóvenes de ese contacto necesario con sus raíces y esa sabiduría" necesaria para el crecimiento personal.
En esta perspectiva, los prelados españoles reiteran la importancia de "recuperar la figura de los abuelos", que son "mucho más que meras niñeras que cuidan de sus nietos cuando sus padres no pueden ocuparse de ellos". Pero los abuelos no deben ser vistos "sólo como un apoyo cuando llegan los tiempos de crisis - la advertencia de la Cee - porque son la memoria viva de la familia y tienen una misión trascendental: transmitir el patrimonio de la fe a los jóvenes", llevando a cabo "una obra silenciosa" de enseñanza y testimonio. Al mismo tiempo, la Iglesia española pide a los jóvenes que traten siempre con "respeto y consideración" a los ancianos que se dedican a ellos "con dedicación" incluso "durante largos períodos de tiempo". Pero además de ser el tesoro de la Iglesia, los ancianos son también "el tesoro de la sociedad", explican los prelados ibéricos, porque, en el contexto contemporáneo en el que se reivindica "la libertad sin límites y sin verdad", "nos ayudan a valorar lo esencial y a renunciar a lo transitorio", sobre la base del amor y el servicio al prójimo.
Estos elementos, de hecho, son "el verdadero fundamento en el que todos debemos basarnos para acoger, levantar y ofrecer esperanza a nuestros semejantes en medio de las dificultades de la vida". Y esto es aún más cierto en un momento de pandemia de coronavirus, subrayan los prelados: "En un momento de prueba, cuando nuestras creencias se cuestionan, miramos con admiración la dedicación heroica de tantos profesionales y voluntarios" que se han dedicado a los ancianos, "los más afectados por la crisis sanitaria". Esto es "una lección que hay que aprender", porque "una civilización que descarta a las personas mayores tiene el virus de la muerte". "Cuidemos de los ancianos enfermos - añade la Cee - porque el enfermo que se siente rodeado de una presencia amorosa, humana y cristiana, supera toda forma de depresión y no cae en la angustia de quienes, en cambio, se sienten solos y abandonados a su destino de sufrimiento y muerte".
"La vejez forma parte de la existencia humana", continúa el mensaje episcopal, es "una vocación" que no implica "meter los remos en una barca", sino todo lo contrario: la sociedad debe estar más preparada, "espiritual y moralmente, para "dar a esta fase de la vida todo su valor". Finalmente, siguiendo el ejemplo de la Familia de Nazaret, los prelados ibéricos exhortan a todas las familias a ser verdaderas "casas de caridad, guardianes del tesoro representado por los ancianos". El mensaje está firmado por la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida, presidida por Monseñor José Mazuelos Pérez, Obispo de Asidonia-Jerez.
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