Bolivia. Comunidad de Sant’Egidio brinda almuerzo a centenares de personas
Ciudad del Vaticano
La Comunidad de Sant’Egidio brindó el almuerzo a personas en situación de calle el pasado 26 de diciembre, en un espacio brindado por los Hermanos Menores Franciscanos de la Provincia Misionera de San Antonio en Bolivia, tal y como informa Iglesia Viva, el Sistema de Información de la Iglesia Católica en Bolivia.
Los platos de comida fueron distribuidos en distintas zonas de la ciudad como la Plaza Principal, Plazuela Colón, Terminal de Buses y Av. Aroma logrando llegar a más de 400 personas en situación de calle y personas que por la situación que vive el país han perdido su trabajo. “En la pandemia hemos conocido más familias en situación de calle y sin trabajo. La comunidad enseña que cada hermano es familia, no es asistencialismo, los acompañamos por años y en tiempo de pandemia han sido y son el rostro del Señor que nos enseña a vivir el Evangelio” afirma Jeakeline Orellana, Responsable del Servicio de la calle de la Comunidad de Sant’Egidio.
En cambio, el 27 de diciembre, la comunidad siguió con su ayuda, en este caso entregaron canastas de víveres, implementos de limpieza, dulces y juguetes a 100 familias, en un emotivo encuentro para recordar a todos la unión familiar. “En la Comunidad tenemos una frase: Nadie es tan pobre que no pueda dar amor, porque el amor no tiene estatus económico. Todos podemos ayudar, ayer estuvieron como amigos compartiendo la comida, pero hoy les toca servir y es una manera también de dignificar su realidad. Somos todos parte de la comunidad y muchos de ellos salen de la calle y forman una familia, pero continúan viniendo y compartiendo, principalmente en Navidad. Tenemos amigos de todas las edades, religiones y lugares, y quien quiera sumarse es bienvenido” afima Jeakeline.
Durante la pandemia
La comunidad comenzó a salir cumpliendo las normas de bioseguridad y respetando las disposiciones del Gobierno, buscando aliados como los misioneros de Maryknoll, los Hermanos Maristas y los Hermanos Franciscanos, brindando alimentación tres veces por semana a personas en situación de calle, extranjeros y dependientes de alguna droga, partiendo de 15 personas hasta llegar a un número de 200.
También se fabricaron mascarillas, un amigo de la calle costuraba y obsequiaba las mascarillas “nos enseñaron a cuidarnos unos a otros, la comunidad ha crecido mucho más, porque a pesar de las limitaciones, repetimos “nadie es tan pobre para no dar algo” y también dar la responsabilidad a los otros, donde los pobres se sientes corresponsables y rezando unos por otros. Aprendemos de los más humildes”, concluye Jeakeline.
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