Caritas Venezuela. Duelo por los 19 migrantes venezolanos náufragos en el Mar Caribe
Alina Tufani - Vatican News
“Migrantes que se aventuraron al mar con el anhelo de una mejor vida, pero que se sumergió para convertirse en luto”. Un epitafio breve pero lapidario el de la Cáritas Venezuela en un breve comunicado sobre la muerte de 19 migrantes venezolanos, hombres, mujeres y niños ocupantes de la embarcación que naufragó en las costas de Güiria, en el estado Sucre, en su viaje de esperanza hacia las costas de Trinidad y Tobago.
Los migrantes, entre ellos cuatro niños, partieron en en peñero (pequeña balsa con motor) el pasado 6 de diciembre, dia de los contestados comicios legislativos. Nada se supo de ellos hasta que la marea, el pasado sábado 13, comenzó a devolver los cuerpos sin vida de esos venezolanos que huían de la trágica emergencia humanitaria que sumerge a la nación.
Cáritas de Venezuela se une al duelo y expresa sus sentidas condolencias a los familiares, amigos y al pueblo venezolano por la trágica muerte de estos venezolanos, pero también por “el alma de todos los que han perdido la vida en la lucha por sobrevivir”.
Poco se conoce del drama de los migrantes venezolanos que tratan de alcanzar las islas caribeñas a cualquier costo y por cualquier medio, poniendo en peligro sus vidas, con la esperanza de liberarse de penurias como el hambre y la miseria, el desempleo y la enfermedad, causadas por una crisis económica y social sin precedentes. Se sabe más de los balseros cubanos que huyen hacia Miami y de los mile de migrantes que atraviesan el mediterráneo para alcanzar las costas europeas. Pero en Venezuela, desde hace cinco años, las islas holandesas de Aruba y Curazao (ya muy controladas) o las costas de Trinidad y Tobago son metas tan navegadas pero más peligrosas que las “trochas” o senderos de los “caminantes” que diariamente alcanzan a pie las fronteras para salir del país.
La ruta marítima de Trinidad y Tobago, unos 100 kilómetros de mar agitado, cuenta ya con centenares de víctimas, sobre todo en 2019. Con unos 300 dólares por persona la salida está garantizada pero no la supervivencia. No obstante, familias enteras y muchos niños y menores, como 16 rescatados hace una semana, son vapuleados de una costa a otra por las olas del mar y los intereses criminales de una ruta que también es de trata y tráfico de personas.
“Mi esperanza” y “Mi recuerdo” son los nombres de las embarcaciones que zarparon de las costas venezolanas el 6 de diciembre, con unas 20 personas cada una. Las dos balsas se reportaron desaparecidas el mismo día, pero los cuerpos hallados hinchados y descompuestos, el pasado sábado, son paradójicamente los de “Mi esperanza”, que no tuvo la fuerza para superar las peligrosas aguas del cruce en Boca de Dragón.
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