Maestros preparen el terreno y siembren la semilla del futuro en sus alumnos
Alina Tufani - Vatican News
“La docencia es una actividad de extraordinario peso moral, una de las más altas y creativas del hombre: el docente, en efecto, no escribe sobre materia inerte, sino sobre el alma misma de los hombres”. Con estas palabras abre el mensaje de la Conferencia episcopal de Nicaragua (CEN) a los directores y docentes de centros educativos católicos, públicos y privados y a los agentes de la pastoral educativa, con motivo del final del año escolar.
El mensaje a firma del presidente de la Comisión de Educación católica, Monseñor Rolando Álvarez, Obispo de la Diócesis de Matagalapa, expresa la profunda admiración y agradecimiento de los obispos nicaragüenses por la ardua labor y compromiso de los docentes con la educación en los contextos que nos ha tocado vivir a causa de la pandemia
“Al iniciar este año escolar 2020, no imaginábamos las realidades en las que se desarrollarían los procesos educativos. El Covid-19 nos confrontó con necesidades sentidas en cuanto a las nuevas maneras de entender y atender a la comunidad educativa. Una vez que avanzábamos, nos vimos en la necesidad de replantear y renovar la acción pedagógica a la luz de nuevos paradigmas. Se hizo necesario volver la mirada a las enseñanzas de Jesús Maestro, cuya pedagogía es una firme llamada a reconfigurarse con él”, subraya el documento.
En este contexto, el episcopado destaca que la pandemia dentro del temor, las dificultades y el sufrimiento, trajo cosas positivas como el fortalecimiento del vínculo escuela-familia en el que padres y docentes se involucraron activamente, contribuyendo a los procesos de formación y aprendizajes de los niños, adolescentes y jóvenes.
Además, desde una lectura de fe y compromiso evangélico, los obispos consideran que la pandemia demandó de los educadores creatividad, innovación, fraternidad, renuncia, adaptación, resiliencia y esperanza. “Exigió - agregan - preparar el terreno con empeño, para que la semilla encontrara tierra fértil en qué germinar y crecer, mientras Dios se encargaba de dar fecundidad a los esfuerzos de los docentes”.
Una preparación que requirió que muchos educadores reinventaran procesos metodológicos al servicio de sus estudiantes y que el episcopado valora, en especial, por la actitud e iniciativa que tuvieron al fortalecer sus competencias didácticas-pedagógicas.
“Estos gestos son manifestación del amor y la entrega sin límites por la educación” - enfatizan los obispos al constatar que la preocupación por el cuidado y el resguardo de la vida de los estudiantes, son signos también de la actitud maternal de la Iglesia, que proclama y defiende el don de la vida, al estilo de Jesús Maestro.
“Ustedes, igual que el Sembrador optaron por decisiones fundamentales, fueron diligentes en dar respuestas a una realidad en la que el desánimo y desconcierto acechaban. Tomaron posiciones responsables y dignas ante la convicción de que en la educación se encuentra la semilla de la esperanza: una esperanza de paz y de justicia de belleza, de bondad; una esperanza de armonía social”, reitera el mensaje.
La CEN se hace eco del Pacto Educativo Global propuesto por el Papa Francisco con su invitación a abrirse a los nuevos paradigmas de la educación y a adentrarse en una nueva dimensión de formación humanista. “El principio indispensable para un nuevo humanismo – como dice el Santo Padre - es educar para un nuevo modo de pensar, que logre mantener juntas la unidad y la diversidad, la igualdad y la libertad, la identidad y la alteridad”
Con este espíritu, los obispos nicaragüenses exhortan a los educadores a seguir ejerciendo su labor educativa, conscientes de su vocación cristiana y de su participación en la misión de la Iglesia.
“Hoy, se necesita que ustedes sean evangelizadores fiables, solícitos e infatigables”, dice el mensaje que concluye recordando en la oración a quienes en el ejercicio de su vocación magisterial se han expuesto a este virus, a los docentes enfermos o están sufriendo las secuelas de la enfermedad y a todos los maestros y maestras que han fallecido, para que el Señor, rico en misericordia, les acoja y reciba en su Santa Morada.
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