Obispos condenan la febril obsesión por instaurar el aborto en Argentina
Alina Tufani - Ciudad del Vaticano
La Navidad “nos hace pensar en la dignidad de cada vida, nos recuerda cuánto vale un ser humano”. Este es en esencia el mensaje que los obispos argentinos quieren reiterar en este tiempo de alegría cristiana que, lamentablemente en Argentina, se mezcla con la amenaza de muerte que pende sobre la vida por nacer, con un proyecto de Ley del aborto aprobado en la Cámara de Diputados y que pronto será debatido en el Senado.
“En estas últimas semanas el panorama se ha ennegrecido: la opción política pasó a ser una incomprensible urgencia, una febril obsesión por instaurar el aborto en Argentina, como si tuviera algo que ver con los padecimientos, los temores y las preocupaciones de la mayor parte de los argentinos. Otra cosa sería defender los derechos humanos de los débiles de tal manera que no se los neguemos aunque no hayan nacido”.
En este sentido, el Mensaje de Navidad de la CEA subraya que, en esta Navidad, el país se encuentra en un momento histórico donde se necesita una “ardua reconstrucción”, que va desde las fuentes de trabajo, la educación y las instituciones, hasta los lazos fraternos. “Muchas cosas se han roto y necesitan ser sanadas” dicen los obispos, al reconocer la paciencia, cooperación, y resistencia” del pueblo argentino.
“Para quienes esperan empezar un año mejor, esta agenda legislativa no les trae esperanzas. Hay miles de cuestiones sanitarias y sociales a resolver, que requieren toda nuestra atención: desde los problemas de la vacunación hasta la cantidad de personas muy enfermas que este año no han recibido adecuada atención médica, pasando por las mujeres que sufren violencia o no tienen un trabajo digno. Pero lo que se les ofrece en este momento duro e incierto es el aborto, y eso es un golpe a la esperanza”.
El mensaje recuerda que en su encíclica “Fratelli Tutti” el Papa Francisco insistió en este punto, es decir, que la pandemia no nos deje iguales sino que nos haga más apasionados para defender toda vida: la vida de un anciano, de un discapacitado, de un enfermo, de un niño por nacer. Y también un tiempo fuerte de solidaridad, cuidado mutuo y de capacidad para llevar en hombros las penas de los demás.
“Que la pandemia no nos impida imaginar y soñar un país más humano y fraterno. Francisco nos recuerda que una sociedad de hermanos acompaña a todos “para que puedan dar lo mejor de sí, aunque su rendimiento no sea el mejor, aunque vayan lento, aunque su eficiencia sea poco destacada”, piden los obispos.
¿Por qué no renovar la esperanza?, título del mensaje, especialmente en un tiempo difícil para la humanidad, es reconocer a Dios, que ilumina el corazón humano con una luz siempre nueva que ayuda a encontrar el sentido de la vida: Del pesebre de Belén emerge con fuerza la imagen de una familia que acoge el don de Dios y lo entrega al mundo con generosidad. “La Navidad – concluyen los obispos - nos coloca frente a un Dios que ama al ser humano, más allá de todo, un Dios que elige la cercanía, la unión, el encuentro con cada uno. aseguran los obispos que
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