Paraguay. Hambre y sed de Eucaristía para el diálogo e integración
Alina Tufani - Ciudad del Vaticano
“Lo reconocieron al partir el Pan” es el tema del Año de la Eucaristía convocado por la Conferencia Episcopal de Paraguay (CEP) en el año 2021 para adentrar a los fieles en el conocimiento, en la celebración, en la adoración y en la vivencia de la presencia viva y real del Señor, que regala el sacramento de la Eucaristía. En una Carta Pastoral, los obispos paraguayos plantean del “hambre y la sed" de integración, justicia social, ecología, diálogo, educación y una vida cristiana más significativa.
Un año dedicado a la Eucarística, que da continuidad al Año de la Palabra y que a pesar de la pandemia - cuyas limitaciones sanitarias golpearon precisamente el sacramento de la comunión por la suspensión de las misas presenciales -, para los obispos paraguayos es más oportuno que nunca porque en el marco de la crisis social y económica debe ser un tiempo para cumplir el gran ideal de la solidaridad, a la que el Señor nos convoca, es decir, compartir "lo que somos y lo que tenemos".
“Este tiempo de pandemia nos hace tomar conciencia que en nuestra sociedad fracturada y polarizada, hay hambres que saciar: el hambre de vida digna, de tierra, techo y trabajo, el hambre de justicia y de paz, de educación y salud, el hambre de ser parte de una comunidad honesta, fraterna, solidaria, el hambre de ser familia, de reconciliación, de diálogo, de respeto, de seguridad,… Hay hambre también de sentido de la vida, un hambre insaciable que busca lo incorruptible, lo eterno”, asegura la CEP.
Los obispos paraguayos observan que si la vida de la Iglesia es comunión, entonces el proyecto de Dios nos abre a la solidaridad con todo lo creado y compromete a cada cristiano no solamente con la realidad local sino con “ese mundo mejor, libre de violencia, de corrupción, de ideologías y de vicios que matan, engañan, pervierten y dañan”. También advierten que es necesario unirse y avanzar propuestas, acciones y proyectos que generen una "nueva conciencia" y una nueva práctica ecológica, “superando los modelos de consumo, de autosuficiencia egoísta, de explotación sin criterio y de lucro desmedido”.
“Sabemos de los desequilibrios sociales y ambientales en los que vivimos, pero nuestra conciencia sufre una grave ceguera y una negación que agudizan los problemas. La pandemia deja un balance de heridas y traumas: desempleo, violencias, angustia, depresión, suicidios,… El personal de la Salud está agotado. El mundo de la educación está muy afectado, tanto alumnos como educadores. En este contexto conviene volver a marcar el 'poder sanador' de la eucaristía que restaura y sana porque nos vuelve a abrir al amor universal”, subraya el episcopado.
En efecto, en las siete páginas del documento hace hincapié en el significado y la importancia de la Eucaristía, signo sacramental que ayuda a conocer a Jesús verdaderamente: “La Eucaristía nos abre a todas las dimensiones del Misterio de Jesús”; “En la celebración eucarística, no sólo el pasado se hace actual, también se anuncia y anticipa el futuro en la última venida de Cristo, principio y fin de todo lo creado”; “Dios hace comunión con nosotros y quiere que vivamos esa comunión entre nosotros”; “Estar unido al Cuerpo de Cristo en la celebración eucarística es amarlo en la familia, en la comunidad, en la sociedad, en los que sufren”; y sobre todo, “la liturgia del Cuerpo de Cristo, la Iglesia, es inseparable del servicio en la vida cotidiana y en la acción social.
La Carta Pastoral dedica su parte final a dar “pistas pastorales”, es decir, una serie de pautas y ejes de animación pastoral durante el Año de la Eucaristía y que surgen del “ hambre y la sed” que sufre el pueblo paraguayo. En primer lugar, “Hay hambre y sed de una vida digna” que ve la necesidad de erradicar la pobreza ante tantas familias que tienen que dedicar gran parte de su tiempo y energías para conseguir una alimentación deficiente e insuficiente. Sigue el “hambre y sed de integración en la sociedad, de inculturación del Evangelio, de formación que no termine en la catequesis de la primera comunión sino que continúe hasta formar “cristianos maduros, adultos en la fe, que sepan responder de su fe en la cultura y en los desafíos de hoy”.
“Hay hambre y sed de participación”, afirman los obispos al hablar de los creyentes que “se acomodan” de forma pasiva en vida comunitaria. “Hay hambre y sed de presencia” que es una dimensión esencial de la fe y de la misión como Iglesia y “hay hambre y sed de una vida cristiana más significativa, y esto – aseguran los obispos- “ no tiene otro nombre que santidad” .
“Necesitamos madurar todos en la cultura del diálogo, de la resolución de conflictos, en sentido de comunidad y en estilos de conducción que impulsen el compromiso, la participación, los procesos de tomas de decisiones con sentido eclesial”, subrayan los obispos.
La obispos manifiestan su deseo de que cada pastor y sacerdote, consagrado y laico “redescubra su vocación en el único Cuerpo de Cristo”, cada cual en su ministerio y misión propia, con sus talentos y carismas. “En este Año de la Eucaristía – expresan - esperamos que se renueve el ardor apostólico de los obispos", que “la familia se haga Iglesia y recupere su belleza“ y que “todos los fieles descubran el don eucarístico con su gracia que nos lleva a ser santos en la vida cotidiana en el mundo, en la profesión y ocupación de cada uno, sea niño, joven, adulto o anciano” .
Por último, en la convocatoria al Año de la Eucaristía 2021, la CEP propone la celebración de un Congreso Eucarístico Nacional en Caacupé el 24 de octubre 2021, precedido de congresos diocesanos a celebrarse en torno a la fiesta de Corpus Christi (3 de junio). Con estas y otras actividades acompañarán la celebración del 52° Congreso Eucarístico Internacional a celebrarse en Budapest del 5 al 12 de septiembre 2021.
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