Portugal. 1 de diciembre Día Nacional del Diaconado Permanente
Isabella Piro – Ciudad del Vaticano
Una videoconferencia con la participación de 192 diáconos marcó, el 1 de diciembre, el "Día Nacional del Diaconado Permanente" en Portugal. Durante las deliberaciones, informa la agencia Ecclesia, se presentó el documento "El diácono permanente, ministro de servicio y proximidad", elaborado por la Comisión Episcopal de Vocaciones y Ministerios (Cevm), que ahora será "mejorado gracias a las contribuciones de los mismos diáconos", con el fin de "contextualizar su formación y su vida".
Abrió el encuentro el saludo de Monseñor António Augusto Azevedo, presidente del Cevm, quien recordó la larga historia del diaconado permanente que actúa en Portugal desde hace cuarenta años, y subrayó su importancia dentro de "una Iglesia sinodal". Por su parte, Monseñor José Cordeiro, presidente de la Comisión Episcopal de Liturgia y Espiritualidad, presentó la obra "Diáconos en la Iglesia. Fuentes y documentos", una edición de la Secretaría Nacional para la Liturgia, que explica en detalle la institución, estructura y fundamentos del diaconado.
El Día Nacional fue también una oportunidad para "compartir preguntas y comentarios" sobre la labor de los diáconos permanentes, así como para aclarar "aspectos prácticos de su formación y vida", en una perspectiva constante de "reflexión y acompañamiento".
Junto con el presbiterio y el episcopado, el diaconado es un grado del sacramento del Orden; puede ser un paso intermedio hacia el sacerdocio o seguir siendo un papel de "servicio" en la vida litúrgica y pastoral y en las obras sociales y caritativas (diaconado permanente).
Sin embargo, documentado desde los tiempos de los Apóstoles, el diaconado permaneció sólo "transeunte" durante muchos siglos. Fue entonces el Concilio de Trento, en el siglo XVI, el que ordenó que se restaurara el permanente, pero esto sólo sucederá con el Concilio Vaticano II y su Constitución dogmática "Lumen gentium" que afirma: “Es oficio propio del diácono, según le fuere asignado por la autoridad competente, administrar solemnemente el bautismo, reservar y distribuir la Eucaristía, asistir al matrimonio y bendecirlo en nombre de la Iglesia, llevar el viático a los moribundos, leer la Sagrada Escritura a los fieles, instruir y exhortar al pueblo, presidir el culto y oración de los fieles, administrar los sacramentales, presidir el rito de los funerales y sepultura”.
El candidato al diaconado transeúnte debe ser célibe, mientras que los diáconos permanentes pueden ser ordenados ya sea entre los célibes bautizados o entre los que ya están casados; sin embargo, si son célibes, después de la ordenación ya no pueden casarse.
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