Evangelio del 10 de enero: Bautismo del Señor
Comentario del Evangelio
En el Evangelio leemos el momento en el cual Jesús es bautizado por Juan en el Jordán. Jesús viene de Nazaret y, previo a iniciar su actividad, desciende y se identifica con aquellos penitentes que buscaban el bautismo de Juan el Bautista. Si notamos los detalles en el Evangelio, Jesús aparece como una luz que disipa todas las tinieblas. Los cielos se rasgan porque de ahora en adelante la comunicación con Dios será definitiva. Los cielos se abren y desciende el Espíritu. Como si no bastara, una voz del cielo lo proclama Hijo muy querido, porque el Padre confía en Él plenamente. El Bautismo de Jesús anuncia la relación entre el Padre y su Hijo, subrayando la preferencia absoluta y confirmando su elección mesiánica.
Tan importante fue el bautismo, que las primeras comunidades cristianas y nosotros, hoy en día, seguimos bautizando en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, renovando así la relación con Dios, como Padre que confía en nosotros, sus hijos e hijas, actualizando la fraternidad con nuestro hermano Jesús, nuestro Señor, por medio de quien nos convertimos todos los hombres y mujeres en hermanos y hermanas.
Es evidente que el bautismo de Juan propone la conversión y el arrepentimiento de los pecados. Con el Bautismo de Jesús, esta conversión es el punto de partida para ir más allá de la simple conducta moral correcta. En el plano superior, a nivel de fe, estamos llamados a sentirnos hijos e hijas de un Dios que confía en nosotros. Por eso leemos los Evangelios con reverencia y confianza, porque sabemos que en ellos encontramos Palabras de Vida eterna y un mensaje que nos renueva cada día, que nos fortalece y nos anima a vivir plenamente bajo la mirada amorosa de nuestro Dios.
Francisco Díaz SJ
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