Guatemala: una caravana de migrantes privados de todo
Benedetta Capelli – Ciudad del Vaticano
Nueve mil personas que huyen de la miseria, la falta de oportunidades y los escombros causados por el paso de dos devastadores huracanes, Eta e Lota, que han reducido a Honduras a la penuria. Desde la semana pasada, como lo hicieron en 2018, han estado en la carretera con la esperanza de encontrar su Eldorado en los Estados Unidos. Sin embargo, en la víspera de la inauguración del mandato de Biden, las autoridades estadounidenses dejaron claro "que ahora no es el momento de salir para los EE.UU., que la situación en la frontera no cambiará de la noche a la mañana".
Una crisis regional
En los últimos días no han faltado momentos de tensión, sobre todo en el departamento de Chiquipulas. Los migrantes trataron de superar la barricada de agentes en Vado Hondo y en respuesta hubo un lanzamiento de gas lacrimógeno y granadas ensordecedoras. Ayer, la ocupación de la autopista hacia la frontera con México provocó 30 km de atascos, coches parados durante horas y el bloqueo de los camiones que viajaban entre Honduras y Guatemala. Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores del país, Pedro Brolo, dijo que la crisis que se está viviendo es de alcance regional, que "el flujo migratorio tiene profundas raíces económicas, y sólo puede reducirse con un plan de desarrollo sostenible que genere crecimiento y empleo". Mientras tanto, desde Honduras, la viceministra de Relaciones Exteriores, Nelly Jerez, criticando el uso de la fuerza, señaló que no hay posibilidades de cruzar Guatemala. "La ruta migratoria -subrayó- está totalmente prohibida".
Gente hambrienta
Para aquellos que tienen intención de regresar, el viceministro aseguró la inclusión en un programa del Servicio Nacional de Emprendimiento (Senprende) de Honduras "que tiene como objetivo convertir a cada migrante en un empresario". Mil ochocientos ya han regresado, otros permanecen en la carretera hacia la frontera mexicana, otros se dirigen al departamento de Petén. Aquí está el salesiano Don Giampiero Nardi, de 44 años, originario de Roma, en Guatemala desde 2011. Desde 2012 trabaja en San Benito en Petén, en el norte del país, y es responsable de la pastoral social de la diócesis. "Mucha gente pasa y busca comida, ni siquiera se detienen a dormir porque tienen interés en ir lo más lejos posible. Están increíblemente hambrientos - dice - porque se puede ver que no han comido durante días. Hay muchos niños pequeños y en nuestra Casa del Migrante también hay dos unidades familiares, que en los últimos años hemos utilizado muy poco, pero en estos días están llenos". Setenta personas que el misionero italiano hospeda, en cumplimiento de las normas anti-Covid, "muchas - añade - duermen en el suelo y en los pasillos, pero es mejor que dormir en el frío o en situaciones peligrosas". "Estamos tratando de hacer frente a la emergencia, ofrecemos un promedio de 150 comidas al día, la olla de sopa siempre está llena para los que vienen", confiesa sonriendo.
Los niños y los abuelos en la carretera
Honduras es un país hambriento", dice don Giampiero, "la gente ha perdido todo, realmente todo, por los huracanes que han devastado el país". El misionero revela que ha escuchado "historias duras" de la gente que ha acogido. Los que han perdido sus casas, sus afectos, como un hombre que vio a su esposa arrastrada por la corriente del río. El sacerdote también está sorprendido por el hecho de que familias enteras han elegido irse, también hay abuelos en esta caravana, y esto es algo que sorprende. En las palabras de don Giampiero también se denuncian varios episodios desagradables contra los migrantes obligados a pagar para continuar su viaje de esperanza.
El compromiso de la Iglesia
En la Iglesia trabajamos en unidad y colaboración. Todas las Casas de Migrantes de Guatemala y México hicieron un balance de la emergencia sanitaria en curso. El país guatemalteco registra más de 5 mil víctimas por Covid, es el primero en el área por número de muertes después de Panamá que tiene una población 4 veces menor. "También estamos haciendo un trabajo sobre posibles denuncias de abusos policiales, pero en la Casa pensamos en la persona, en su protección porque ofrecemos una cama para dormir y los medicamentos si se necesitan". También existe la Providencia que ayuda de maneras inesperadas. "El Señor - subraya don Giampiero - siempre me da sorpresas. Conmigo hay dos enfermeras voluntarias de España, llegaron cuando esta emergencia aún no había explotado y ahora son providenciales".
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