En Malasia, un ejemplo de parroquia "verde"
Francesca Merlo – Ciudad del Vaticano
La Iglesia de la Divina Misericordia en Sungai Ara, Penang, Malasia, celebra el quinto aniversario de la encíclica del Papa Francisco, Laudato si', y lo hace con especial orgullo. Ya dos años antes de la publicación de la encíclica de 2015, los feligreses de la Divina Misericordia habían comenzado a prestar la debida atención al cuidado de todas las criaturas del Señor y de la naturaleza.
Ideas para el futuro de la parroquia
Aunque no es franciscano, el párroco Martin Andrews Arlando interpreta el espíritu de San Francisco en un país de mayoría musulmana y ha transformado su iglesia en una escena de natividad "verde". "¡Si sólo tuviéramos más tierra!", suspira. Hace siete años se convirtió en el primer párroco de esta iglesia desde que se separó de la catedral del Espíritu Santo. Magdalene Chiang Khai Lin, que guía a los Amigos de la Creación, lo ayuda y apoya: tiene mil ideas para el futuro "verde" de la parroquia. En el grupo que trabaja con el padre Martin y Magdalene no sólo hay jóvenes, sino hombres y mujeres de todas las edades.
Justicia, desarrollo, paz y derechos humanos
La Laudato si’ del Papa Francisco va mucho más allá del concepto de una encíclica exclusivamente vinculada al medio ambiente: se trata de un aspecto de la doctrina social de la Iglesia que abraza la justicia, el desarrollo, la paz y los derechos humanos. La formación es una exigencia primordial para Magdalene: es necesario aprender a aplicar los conceptos de sostenibilidad, utilización de recursos, rechazo del derroche y respeto por la naturaleza. Su compromiso, que tanto el padre Martin como Magdalene desean subrayar, es una reflexión sobre el amor de Dios, sobre la responsabilidad social y sobre la idea de mejorar un mundo marcado por la pobreza. El padre Martin y Magdalene quieren hacer de la Iglesia de la Divina Misericordia un faro de esperanza claramente visible para todas las personas que viven en la modesta zona residencial que la rodea: si se puede hacer estéticamente agradable, también puede convertirse en un acogedor punto de encuentro para todos. Esto es lo que pasó con un edificio que era todo de ladrillo y hormigón: en siete años se ha transformado completamente. Magdalene dice que para los feligreses, la mayoría de los cuales viven en condominios en los alrededores, es difícil encontrar tiempo para dedicarse a la jardinería. Ello los anima a usar los restos de comida para hacer compost y luego usarlo como fertilizante para los árboles recibidos como regalo de la parroquia
"Usamos lo que tenemos"
La tierra es escasa: tanto Magdalene como el padre Martin necesitan más espacio. Pero gracias al entusiasmo y al trabajo de los feligreses, han logrado poner en práctica métodos de irrigación que aprovechan las grandes cantidades de agua de lluvia que generalmente se consideran un flagelo en el sudeste asiático. No es ingeniero, pero el padre Martin ha logrado crear un sistema de irrigación que canaliza el agua a través de una serie de mini acueductos. Cada cultivo, de hecho, requiere más o menos agua y la cantidad de agua es determinada, día a día, por los propios feligreses, dependiendo de la estación y el cultivo. Esta misma agua de lluvia también termina en la cocina, donde los residuos de las verduras cultivadas con tanto amor se convierten en abono y, por lo tanto, en nutrición para otras plantas..
Derroche y recursos ser balancean
El padre Martin y Magdalene tratan de hacer entender a las personas que cuando tiran sus residuos, tiran tantos recursos que podrían, en cambio, reutilizarlos para mejorar sus vidas. Han conseguido una "economía circular" transformando sus desechos en energía y en pequeños objetos materiales, como juguetes y camisetas, fabricados por los niños del barrio. Mientras la gente produzca residuos existirá el problema de cómo eliminarlos, pero en la iglesia de la Divina Misericordia los residuos se han convertido en un recurso.
La obra religiosa
Más allá de estas actividades, la parroquia – en un país donde los cristianos son una minoría – es una comunidad cristiana por derecho propio. Y esto implica muchas actividades: Misa, oración, o el hecho de estar sencillamente juntos. Por lo tanto, el proyecto de sostenibilidad no es sólo filantrópico y no consiste exclusivamente en la prestación de asistencia social. Es, de hecho, un acto religioso, un gesto espiritual, como un grano de arroz, más común que el pan en Malasia, es un signo divino, según el proverbio oriental: "En un grano de arroz está el peso del universo". Todo se respeta, hasta la hoja de lechuga.
Aprender junto a los niños
Otra actividad central de la parroquia es despertar la conciencia de los niños sobre la importancia de cuidar nuestra casa común, enseñándoles cómo hacerlo, cómo encontrar soluciones y resolver problemas. Enseñar a los niños, dice el padre Martin, también nos enseña muchas cosas, la vida en común se basa en el juego y la enseñanza. Por ejemplo, los niños reconstruyen animales: tenemos un león, un gallo, como en la antigua granja del "Tío Tobías", con una diferencia fundamental: que todos tienen que defenderse de los humanos que ya han modificado, destruido y distorsionado la naturaleza que les rodea. Los niños reciben entonces un premio: por cada chocolate caliente vertido en una taza traída de casa, reciben una pegatina. Los platos en los que almuerzan, que también traen de casa, deben estar vacíos al final de cada comida y se toma una foto del cesto de basura vacío, para recordar a cada feligrés cómo debería ser siempre: vacío, precisamente.
Las celebraciones de Laudato si’
En plena emergencia de un Covid, el padre Martin no pudo llegar a todos sus feligreses durante la semana Laudato si’, celebrada del 16 al 24 del pasado mes de mayo, por lo que se decidió celebrar juntos el mes de Laudato si': la Misa diaria se transmitió en vivo en live-streaming y luego se compartieron varios videos sobre el cambio climático y la conservación de la naturaleza. A finales de mes, el padre Martin celebró la Misa en el pequeño jardín de la parroquia. Pero, dice, lo estamos haciendo desde hace tiempo, al menos desde dos años antes de la encíclica, y creo que celebraremos la Laudado si’ cada mañana, cada día, en el espíritu del Año especial querido por el Papa hasta el 24 de mayo de 2021.
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