Mons. Ulloa: La JMJ de Panamá marcó un antes y un después
Alina Tufani - Ciudad del Vaticano
“Hablar de la JMJ es hablar de juventud y de esperanza, porque solo los cambios del mundo y en la Iglesia vendrá de las manos de los jóvenes cronológicos y de los adultos con actitud de joven que tienen la capacidad de soñar y de hacer realidad estos sueños”, así lo afirmó monseñor José Domingo Ulloa, Arzobispo Metropolitano de Panamá, en su homilía realizada, ayer, en la Capilla del Arzobispado.
Una celebración especial para recordar el segundo aniversario de la Misa de clausura de la XXXIV Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Panamá presidida por el Papa Francisco y en la que participaron jóvenes de 154 países “vibrando por la presencia del Papa entre nosotros”. Esa edición de la JMJ también fue la tercera que tuvo lugar en América Latina, después de Buenos Aires 1987 y Río de Janeiro 2013.
“Hoy es un día muy especial, no solo para la Iglesia universal sino para los panameños, agradezco a Dios que me ha permitido celebrar esta Eucaristía aún en medio de la pandemia, en acción de gracias por el segundo aniversario de la JMJ en Panamá” expresó el Arzobispo de Panamá.
Monseñor Ulloa aseguró que, según las estadísticas de aquellas jornadas, más de 40 millones de jóvenes en el mundo siguieron la JMJ de Panamá, de manera virtual, y fue así descubrieron que había un país pequeñito y que se convirtió en el centro de la juventud del mundo.
“Podemos decir gracias al Papa Francisco por confiar y darnos la oportunidad de hacer una jornada para la juventud de las periferias existenciales y geográficas”, el arzobispo.
El Arzobispo metropolitano exhortó a los jóvenes a dar gracias a Dios, porque “fuimos la primera jornada donde María fue el centro y la estrella de la evangelización”, y donde el Papa Francisco la propuso como modelo de valentía y de coraje. En efecto, el tema de esas jornadas fue “He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38), el cual tenía como centro a la Virgen María y la vocación.
“Sé que la JMJ en Panamá ha marcado un antes y un después en nuestros país especialmente en el trabajo pastoral en nuestra Iglesia. Ha nacido un nuevo horizonte de esperanza y esto es lo que nos tiene que fortalecer hoy en medio de esta pandemia”, señaló el prelado panameño.
También agradeció a los panameños, “un pueblo noble”, como lo definió el Papa Francisco, que fue “capaz de decirle si al sueño de Dios, que abrió su corazón y la puerta de sus hogares para compartir su solidaridad y fraternidad con los miles de peregrinos que estuvieron en este pequeño Istmo”.
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