El Salvador. Obispos ante elecciones: la buena política dice no a la corrupción
Ciudad del vaticano
El comunicado de los obispos de El Salvador pone en evidencia el contraste entre el deseo de los prelados y la realidad: los efectos de la pandemia del coronavirus, la situación de confrontación, falta de diálogo, intolerancia, la migración forzada y los atentados contra la casa común o el medio ambiente son los temas fundamentales que señalan.
Un país, una población, una naturaleza que sufren
En el mensaje, los obispos se cuestionan sobre las raíces de estos problemas: “¿Por qué tantos compatriotas se van del país?” La pregunta tiene como fundamento la misma realidad, que los prelados describen: “Nos duele la migración -decíamos los obispos centroamericanos en noviembre del año recién pasado-, grandes caravanas de personas en búsqueda de un futuro mejor al que le pudiera ofrecer su propia tierra. Las tormentas Iota y Eta, así como la pandemia, han incrementado este fenómeno que no debe dejarnos indiferentes”.
Los obispos insisten con fuerza que “el país no ofrece a las familias la vida digna a la que tienen derecho. Muchas viven angustiadas por la pobreza, la falta de empleo, la inseguridad, la violencia y la incertidumbre por el futuro. Un caso llamativo es la escasez de agua. Esto nos lleva a preguntarnos, como ciudadanos, por nuestra responsabilidad en el cuidado y la defensa del medio ambiente”. En el mensaje subrayan que todo está interrelacionado, que no se puede enfrentar cada problemática por separado, sino de manera integral.
Tantos pecados contra la creación
En el mensaje se expresa la preocupación profunda porque las instituciones del Estadoel no cuidan del medio ambiente al autorizar proyectos habitacionales en zonas que permiten la recarga hídrica y de esta manera se está condenando a la población a una futura escases del preciado líquido. “En un país en el que se han cometido tantos pecados contra la creación, nos hará bien meditar lo que propone el Papa Francisco en su encíclica sobre la ecología: “La encíclica Laudato si’ constata plenamente la interconexión de toda la realidad creada y destaca la necesidad de escuchar al mismo tiempo el clamor de los necesitados y el de la creación”.
Cuidar los unos de los otros
Cuando los obispos constatan “hechos tan dolorosos”, concluyen en la importancia de hacernos cargo los unos de los otros y también de la creación, para construir una sociedad basada en relaciones de fraternidad, que indudablemente nos llevará a la paz. Los obispos contrastan el deseo de fraternidad y de paz con hechos de violencia acaecidos en el clima de la campaña electoral y afirman: “Creemos firmemente que ésta no es la manera de construir un proyecto de nación”, porque todos “los seres humanos tenemos una dignidad inviolable, pues somos creados a imagen y semejanza de Dios”.
¿Qué país queremos? ¿Qué país soñamos?
Citando a monseñor Romero, los obispos afirman: “La Iglesia predica su liberación tal como la hemos estudiado hoy en la Sagrada Biblia, una liberación que tiene, por encima de todo, el respeto a la dignidad de la persona, la salvación del bien común del pueblo y la trascendencia que mira ante todo a Dios y sólo de Dios deriva su esperanza y su fuerza” (Homilía, 23 marzo 1980).
La Conferencia Episcopal, en el marco de la Jornada Mundial de la Hermandad Humana y de la publicación de la encíclica Fratelli tutti, citan el videomensaje del Papa Francisco del 4 de febrero 2021: “Fraternidad quiere decir mano tendida, fraternidad quiere decir respeto. Fraternidad quiere decir escuchar con el corazón abierto. Fraternidad quiere decir firmeza en las propias convicciones”.
Hacia un proyecto de nación
En el mensaje, los obispos enfatizaron la necesidad de que en el país es urgente un hacer política que se preocupe por el bien de todos los ciudadanos, tal como lo indica la encíclica Fratelli tutti: La mejor política es la que trata de encontrar una solución a todo lo que atente contra los derechos humanos fundamentales. La política que se necesita es la que dice no a la corrupción, a la ineficiencia, al mal uso del poder, a la falta de respeto por las leyes (FT 177). Se trata de una política centrada en la dignidad humana y no sujeta a las finanzas porque “el mercado solo no resuelve todo”: los “estragos” provocados por la especulación financiera lo han demostrado (FT 168).
Los prelados subrayan que tanto el Papa Juan Pablo II, Monseñor Romero, Monseñor Rivera y Damas, así como personalidades han apoyado el diálogo como instrumento necesario para llegar a la paz. A esto añaden: “Para llegar a buen puerto tenemos que mirar con sinceridad al pasado, marcado por la pobreza, la marginación, la injusticia y el irrespeto a los derechos humanos. Marcado también y, sobre todo, por distintas formas de violencia que han ido desgarrando el tejido social hasta llegar a la locura de una guerra fratricida. San Óscar Romero intentó detener la guerra y, con su martirio, se convirtió en la más ilustre de las víctimas inocentes de esta despiadada realidad de confrontación total”.
Los obispos finalizan su mensaje invitando a la ciudadanía a participar en las elecciones y a votar de manera consciente, de forma que se construye una nación más justa y fraterna: “Que Dios le conceda a nuestro pueblo elegir, en un ambiente de armonía y paz, a las personas más convenientes, las que mejor puedan legislar en favor de todos los salvadoreños y en defensa de sus derechos; y los gobiernos locales que más convengan a nuestras municipalidades”.
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