San Juan de Ávila: "Doctor del amor divino" que dejó una enseñanza universal
Sofía Lobos - Ciudad del Vaticano
El Papa Francisco ha decretado inscribir en el Calendario General Romano "la memoria facultativa de San Juan de Ávila, presbítero y Doctor de la Iglesia, el 10 de mayo".
Así consta en el decreto firmado por el cardenal Robert Sarah y el arzobispo Artur Roche, respectivamente prefecto y secretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
Patrono de los sacerdotes en España
Juan de Ávila, fue un sacerdote, reformador, misionero y escritor que nació en el año 1500, en España, en el seno de una familia rica. Desde joven sintió el llamado de Dios a la vocación religiosa: fue ordenado sacerdote en 1526 y como gesto de despojo material repartió los bienes que le habían dejado sus padres entre los pobres.
Desde el año 1946 es también el santo patrón del clero secular español.
Sin duda se trata de una figura importante entre los santos de la historia de la Iglesia Universal, y concretamente en España donde realizó una gran labor misionera de evangelización en la región de Andalucía y de manera especial en la provincia de Córdoba.
Su enseñanza tiene un valor universal
Pero... ¿Qué representa para la Iglesia española que San Juan de Ávila haya sido inscrito en el calendario romano? A esta pregunta responde Monseñor Demetrio Fernández González, obispo español que actualmente ocupa la cátedra de la diócesis de Córdoba, una tierra muy querida por el santo.
Este hecho es la lógica consecuencia de la declaración como Doctor de la Iglesia Universal que ya realizó el Papa Benedicto XVI el 7 de octubre de 2012. Con San Isidoro de Sevilla, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz y ahora San Juan de Ávila, tenemos cuatro españoles doctores de la Iglesia que han vivido la vida cristiana (son santos) y además han sabido explicarla a otros (son maestros).
Incluir a San Juan de Ávila en el Calendario General Romano significa que su sepulcro en Montilla, Córdoba, es un lugar de peregrinación universal y su enseñanza tiene un valor universal para todos y en todo lugar.
- San Juan de Ávila es también considerado patrono de los sacerdotes en España. ¿Qué rasgos de la vida de este santo cree que pueden inspirar a los sacerdotes de hoy, especialmente en este tiempo de pandemia?
Este año se cumplen 75 años de la declaración de San Juan de Ávila como patrono principal del clero diocesano español. Fue el Papa Pío XII quien en 1946 hizo esta declaración que ahora recordamos en su 75° aniversario. Y el mensaje principal que San Juan de Ávila transmite a los sacerdotes, a todos, pero especialmente a los sacerdotes diocesanos, es que la deseada renovación de la Iglesia va precedida por la reforma del clero y el fervor de los seminarios.
La mayor carencia del hombre, hoy, es carecer de Dios. Nuestra tarea como sacerdotes es saciar esa hambre de Dios en todos los corazones y despertarla en quienes ni siquiera la sienten. La pandemia nos pone al descubierto de esta urgente necesidad. San Juan de Ávila vivió para eso. Recorrió los caminos de Andalucía predicando esa verdad fundamental del amor de Dios para todos.
- San Juan de Ávila realizó una gran labor evangelizadora en Andalucía, y sobre todo en Córdoba, provincia de la cual usted es actualmente obispo. ¿Qué legado espiritual ha dejado este santo al pueblo cordobés?
En este presbiterio de Córdoba vivió inserto San Juan de Ávila durante su vida sacerdotal, "clericus corduvensis".
Pero también recorrió toda Andalucía: Llegó a Sevilla, predicó en Écija, se trasladó a Granada. Fundó la Universidad de Baeza y al final se retiró a Montilla, Córdoba, durante los últimos 15 años de su vida.
Su mensaje ha quedado resumido en aquella expresión: "Sepan todos que nuestro Dios es amor".
Es el "Doctor del amor divino". En una época de cambio, como fue la suya, valioso es su mensaje también para la nuestra: "Sepan todos que nuestro Dios es amor".
Él ha dejado esa huella profunda en nuestro presbiterio, en nuestros sacerdotes, en nuestro pueblo, al que él ha predicado con misiones populares, viviendo pobre, siendo un itinerante misionero de un lugar para otro. Su gran ejemplo nos ayuda hoy a retomar caminos de Evangelio que lleven la buena noticia a los hombres de nuestro tiempo.
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