Jóvenes de Barcelona abren la Cuaresma con la cruz de San Clemente de Venezuela
Alina Tufani – Ciudad del Vaticano
“Sent de Creu” (Siente la Cruz), es la iniciativa del Secretariado de Pastoral Juvenil de la Arquidiócesis de Barcelona, España, para abrir el tiempo de Cuaresma de los jóvenes con espíritu de conversión y oración. Este año, en su quinta edición, la celebración Eucarística tuvo lugar el pasado domingo, 21 de febrero, en la Basílica de Santa María del Mar, adonde llegó desde Venezuela una reproducción de la Cruz de San Clemente, símbolo de la alianza entre los colonos y los indígenas caquetíes y bajo la cual se ofició la primera Eucaristía en el continente sudamericano, en 1527.
Cada año, la iniciativa “Sent de Creu” se celebra bajo una cruz llegada de algún lugar del planeta en el que la fe cristiana está perseguida o sus fieles se encuentran en condiciones vulnerables y de sufrimiento. Por ello, este año la oración y los donativos del “Sent la Creu” estarán destinados al pueblo venezolano.
Con la presencia del Arzobispo de Barcelona, el Cardenal Juan José Omella, la Misa fue presidida por el Cardenal Baltazar Enrique Porras, Arzobispo de Mérida y Administrador Apostólico de Caracas, ante decenas de jóvenes y fieles de las diferentes parroquias y movimientos de Barcelona presentes en la Basílica, y los centenares de jóvenes que siguieron la celebración virtualmente desde Venezuela.
El Cardenal Porras – según reseña el portal la Arquidiócesis de Barcelona – afirmó que en Venezuela se vive “un momento de desafío y reto con esperanza para construir nuevos caminos, con sacrificio, aunque se pueden vivir situaciones extremas que nos amargan el corazón”. Sin embargo, el Cardenal confía en que el don de “la paciencia que nos haga sentir el valor del perdón y la misericordia”.
La Cruz de San Clemente, realizada rústicamente con madera de cují, ensamblada y barnizada, se encuentra en la iglesia de Santa Ana de Coro, capital del estado Falcón, donde surge del primer Obispado fundado en América del Sur en 1531. Gracias a su historia, cultura y su bien conservada arquitectura de la época colonial y republicana, la ciudad fue nombrada en 1993 como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. La Cruz de San Clemente guarda una historia de siglos, pues se constituyó en símbolo de la evangelización en el subcontinente sudamericano en 1527, con la evangelización del indio Manaure, líder del pueblo caquetío.
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