ITD clama por la creación de un empleo digno, sostenible e inclusivo
Ciudad del Vaticano
Más de seiscientas mil personas perdieron su empleo en 2020 en España. Un drama que afecta a 3,7 millones de personas. Con mayor intensidad entre las mujeres y los jóvenes. La tasa de desempleo femenina es del 18,3%, frente al 14,2% de la masculina, mientras que tres de cada cuatro empleos a tiempo parcial son ocupados por mujeres (74,4%). El desempleo juvenil en menores de 25 años en España ya es del 39,6%, mientras que la media de la Unión Europea se sitúa en torno al 15,7% (EPA 2020), datos que han sido presentados hoy en un comunicado por la Iglesia por el Trabajo decente, ITD, el total de ingresos de las personas asalariadas ha caído un 12,7% (1r semestre 2020), debido a la reducción de las horas trabajadas y las pérdidas de empleo. Llama la atención que el 16% de los trabajadores reciba una remuneración por debajo del salario mínimo (OIT).
Especialmente intensas son las consecuencias para la población más vulnerable, que tiene ocho veces más desempleo que el resto, presentando un índice de desempleo del 73% y un acceso al trabajo precario y discontinuo. Hay 7,8 millones de personas (el 16% de las familias) en hogares donde el sustentador principal carece de un mínimo de estabilidad en el empleo, sin olvidar que 615.000 personas tienen que conformarse con vivir de la economía informal (FOESSA, Cáritas), afirma en el comunicado ITD.
Iglesia por el Trabajo Decente
Iglesia por el Trabajo Decente ha presentado esta mañana en España las prioridades de su campaña para este año. Con el lema "Ahora más que nunca, trabajo decente", considera que “ha llegado el momento de adoptar políticas y compromisos en favor de empleos dignos, sostenibles e inclusivos”. La iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD), promovida por Cáritas, la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC); la Conferencia Española de Religiosos (CONFER); la Comisión General de Justicia y Paz; la Juventud Estudiante Católica (JEC) y la Juventud Obrera Cristiana (JOC), consideran que es urgente abordar esta situación en la "que nos encontramos, especialmente entre las mujeres y los jóvenes. Esta será la principal prioridad en la reflexión y en la acción de la iniciativa durante 2021 y que tendrán su máxima expresión en la convocatoria del Primero de Mayo y de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, del 7 de octubre, días claves en su quehacer para la promoción de la dignidad del trabajo (Cfr. Fratelli tutti, 162), con convocatorias de oración, actos, lectura de manifiesto, etc. en todas las diócesis del país", se lee en el comunicado.
Además, ITD actualizará sus materiales de sensibilización e información para seguir promoviendo la adhesión de parroquias, colectivos e instituciones a la iniciativa. En este sentido, pretende avanzar en el diálogo con los miembros de la Conferencia Episcopal Española, particularmente con el obispo de la Pastoral del Trabajo, para compartir miradas, preocupaciones y estrategias que sigan animando la prioridad del trabajo decente en medio de la acción pastoral de toda la Iglesia.
Situación laboral con la pandemia
La pandemia ha agravado la ya difícil situación del mundo del trabajo y ha desvelado los límites del trabajo mercantilizado, se lee en el texo. El modelo de relaciones laborales actual no asegura a miles de trabajadores y de trabajadoras acceder a un trabajo decente que permita atender necesidades básicas como llegar a fin de mes, conciliar la vida laboral y familiar, el acceso a la vivienda, la seguridad y salud laboral o el confort energético, la participación social, etc.
Esta iniciativa tuvo origen en el 2013
El origen de esta iniciativa se remonta a 2013 fruto de esta declaración pero su implantación en España se concreta en 2015. Es una experiencia, única en el mundo, entidades católicas unidas a favor del trabajo decente. Desde el 2015 están trabajando sobre la clave del trabajo digno.
El papa Francisco en su pontificado, continuamente ha pedido para la humanidad un trabajo decente. En su encíclica Fratelli tutti, afirma: 162. El gran tema es el trabajo. Lo verdaderamente popular —porque promueve el bien del pueblo— es asegurar a todos la posibilidad de hacer brotar las semillas que Dios ha puesto en cada uno, sus capacidades, su iniciativa, sus fuerzas. Esa es la mejor ayuda para un pobre, el mejor camino hacia una existencia digna. Por ello insisto en que «ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo»[136]. Por más que cambien los mecanismos de producción, la política no puede renunciar al objetivo de lograr que la organización de una sociedad asegure a cada persona alguna manera de aportar sus capacidades y su esfuerzo. Porque «no existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo»[137]. En una sociedad realmente desarrollada el trabajo es una dimensión irrenunciable de la vida social, ya que no sólo es un modo de ganarse el pan, sino también un cauce para el crecimiento personal, para establecer relaciones sanas, para expresarse a sí mismo, para compartir dones, para sentirse corresponsable en el perfeccionamiento del mundo, y en definitiva para vivir como pueblo.
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