Fraternidad humana. Celam: nuestro corazón debe buscar amar al otro
“Renovar el compromiso asumido en Aparecida como discípulos misioneros, a trabajar juntos hoy más que nunca frente a la pandemia que nos agobia, para que en nuestras iglesias locales y comunidades podamos experimentar verdaderos vínculos de fraternidad y solidaridad; a vivir lo esencial, dejando de lado lo superfluo, rechazando las políticas falsas que buscan ideologizar y confundir a la población, de manera especial a los pobres y sencillos, olvidando la defensa y protección dela dignidad de la vida y la salud”: es ésta la invitación que parte desde el Consejo Episcopal Latinoamericano y de El Caribe, en el Día Internacional de la Fraternidad Humana, ayer, 4 de febrero de 2021.
Unidos “filialmente a Santo Padre Francisco”, para ayudar a promover “una cultura de respeto recíproco, en la comprensión de la inmensa gracia divina que hace hermanos a todos los seres humanos, el CELAM recuerda el regalo de la Carta Encíclica Fratelli tutti, que propone una fraternidad “que permite reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite”. Y propone la parábola del Buen Samaritano, que describe “el verdadero compromiso del amor fraterno más allá de las diferencias y condiciones de la persona herida”.
“Hoy, de alguna manera, estamos caídos en el camino, estamos heridos por la indiferencia, y al mismo tiempo, de alguna manera somos samaritanos de la realidad humana y existencial”, escribe Monseñor Cabrejos Vidarte. “Estemos en el lugar que estemos, nuestro corazón debe buscar amar al otro, ‘tanto a su hermano cuando está lejos de él, como cuando está junto a él’” (San Francisco de Asís, FT n.1).
En este momento de la historia que nos toca vivir, concluye el Celam, “el ser humano está llamado a caminar al encuentro del otro como San Francisco de Asís lo hizo junto al leproso, a convivir con el diferente, aceptarlo y ser aceptado, para poder construir una verdadera amistad social y fraternidad universal”. En Santa María de Guadalupe confía, para que "nos acompañe y ayude a ser una Iglesia Misionera en Salida", que sale de sus casas, de sus templos y de sus sacristías, para ir "al encuentro del necesitado, acompañar y defender la vida y la salud, sostener la solidaridad, ser signo de esperanza y de unidad, semprar paz, unión y reconciliación entre todos".
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