El párroco de Alepo: "La ternura de Dios llega aquí a través del Papa"
Andrea De Angelis - Ciudad del Vaticano
Alepo. Casi dos millones de habitantes, a medio camino entre el mar de Levante y el río Éufrates. Apodada "la capital del Norte", es la segunda ciudad siria después de Damasco. En 2010 tenía más de 4,5 millones de habitantes. Con la guerra civil siria se han reducido en un 60% aproximadamente. Se estima que de 2012 a 2018 han muerto más de 30 mil personas durante el conflicto. A pocos kilómetros de la frontera con Turquía, la población incluía e incluye árabes, armenios, kurdos, circasianos y turcos. La religión islámica es mayoritaria, pero Alepo es la tercera mayor ciudad cristiana del mundo árabe, después de Beirut y El Cairo. Con motivo del décimo aniversario del inicio de la guerra en Siria, nos comunicamos por teléfono con el párroco de esta ciudad, el padre Ibrahim Alsabagh.
La carta del Padre Alsabagh
Con motivo del camino cuaresmal que comenzó el mes pasado, el párroco de Alepo ha escrito una carta a los fieles en la que subraya cómo la ciudad ha vuelto a una situación de emergencia total, que obviamente también afecta a los cristianos. En este sentido, la Iglesia está produciendo y producirá el máximo esfuerzo para apoyarles tanto en sus necesidades materiales como espirituales. Por ello, un pensamiento especial para los niños y los jóvenes, para aquellos que sólo han conocido la guerra y hacia quienes el apoyo debe ser aún más rápido porque es necesario invertir en varios ámbitos, empezando por la educación. Y luego está la atención a los ancianos, "los más vulnerables -leemos- y que a menudo sufren patologías, y se encuentran sin ninguna seguridad económica". El texto no deja de agradecer a los benefactores de la parroquia: "A los numerosos amigos les decimos que son un reflejo de la ternura de Dios y de San José para con nosotros. Gracias a su ayuda podemos mantener encendida la vela de la fe, la esperanza y la caridad en el corazón de todos los hombres, especialmente de los cristianos que han quedado pocos".
Padre Ibrahim, en su carta invita a la comunidad a afrontar la vida tal como es, con las decepciones ligadas al conflicto sirio, pero también con fe, la misma fe que ardía en el corazón de San José y es a él a quien confía sus fieles. ¿Una invitación al valor, a no resignarse?
R. - Sí. Muchas veces, ante dificultades objetivas que no podemos cambiar, es necesario llevar la cruz con paciencia y al mismo tiempo tener una mirada de fe que va más allá de los proyectos humanos y nos conduce al proyecto divino. Un proyecto que guió la historia de José, la historia de la Sagrada Familia. Una mirada de fe que nos permite no caer en la desesperación, sino continuar con confianza y valor, mirando al Señor. Hemos tocado con nuestras propias manos su tierna presencia en estos años difíciles.
Diez años de guerra. Alepo es desde 2012 una de las ciudades más devastadas por el conflicto. La población se ha reducido a más de la mitad, decenas de miles de víctimas. ¿Cómo se puede superar tanto dolor? ¿Cómo entra la luz en estos hogares que llevan las marcas de tanto odio?
R. - Vivimos casi sin electricidad, de hecho sólo se dispone de una hora al día. La gente tiene hambre, no hay trabajo, no hay salida. Hay colas kilométricas para conseguir el combustible necesario para los coches y, en este contexto, aumenta el número de pacientes de Covid-19. A nivel humano nunca se puede aceptar todo esto, por lo que siempre llamamos a nuestros feligreses a mirar todo con los ojos de la fe. Han sido diez años imposibles de vivir, pero el Señor nos ha acompañado. Él provee a nuestras necesidades. Con esta experiencia de cuidado podemos seguir adelante, de lo contrario no sería posible.
La Iglesia es, pues, portadora de esperanza. ¿Las palabras pronunciadas por el Papa en Iraq son un mensaje de paz y fraternidad que ha llegado hasta ustedes en Siria?
R. - ¡Claro que sí! Acompañamos la visita del Santo Padre con mucha alegría y muchas oraciones. Sentimos su presencia cerca de nosotros, que estamos más allá de la frontera iraquí. La ternura de Dios nos llega a través del Papa que siempre reza por los sirios. Hoy mismo he estado con más de doscientas familias, en el momento de la distribución de alimentos y ropa, y con ellas hemos hablado de la atención de Francisco hacia nosotros, de su oración para que este sea el último año de la crisis siria. Invité a todos los feligreses a rezar con insistencia para que realmente sea así. Que el 2021 sea realmente el año del fin de este dolor inimaginable. Nos unimos al Papa en la oración, esto siempre nos da esperanza, como nos la regala el encuentro con el mundo musulmán chiíta, el apretón de manos con la gente que vive en el mosaico iraquí, el aliento a la fe de los pocos cristianos aún presentes en esa tierra. Caminamos así con confianza por el camino de la fraternidad aquí en Siria.
Padre Ibrahim, los feligreses más jóvenes nacieron durante la guerra. ¿Cómo dirigirse a quienes conocen este conflicto desde el principio? ¿Cómo apoyarlos también desde el punto de vista espiritual y psicológico?
R. - Seguramente estando cerca de ellos. Los niños, los jóvenes entienden bien el lenguaje no verbal. Apretones de manos, sonrisas, encuentros, cercanía. El consuelo que viene de la Palabra de Dios, la escucha. Es una forma de enseñarles a leer la historia que es dolorosa, llena de sufrimiento cotidiano. Muchas personas tienen tos durante todo el invierno porque sus casas son húmedas. Es necesario leer la historia a través de Cristo, que está presente y cercano a nosotros también a través de la Iglesia. Hay por tanto un profundo sentido de la vida, nunca se sienten solos sino acompañados, y los grupos de Jóvenes, no sólo del catecismo sino también universitarios, están aumentando. Quieren saciar su sed de espiritualidad. A pesar de los cierres, los problemas relacionados con el coronavirus, cada domingo tenemos 960 niños en el centro de catequesis de la parroquia. El acompañamiento en Cristo les permite no desesperarse, al contrario, alimentados por la Palabra dan esperanza a sus familias.
Por último, le pregunto ¿de qué manera sus incansables esfuerzos consiguen ayudar a las personas con más dificultades? ¿Qué necesita y qué importancia tiene su apoyo?
R. - Sin duda, se necesitan acciones concretas. La acción significa servicio espiritual, oración, sacramentos, pero también toda la asistencia posible. En todos los sentidos. Proporcionamos ayuda alimentaria, la gente no puede comprar alimentos. Atención sanitaria, medicina, visitas, cirugía. También apoyamos a las personas afectadas por Covid, porque a menudo están solas. Ayudamos a las familias a pagar sus boletas, así como a conseguir ropa para sus hijos. Ayudamos a los recién nacidos con pañales y leche y a sus padres que no encuentran trabajo, también en la reparación de casas. Cada día es posible hacer algo, obrar un milagro, por así decirlo. También es importante consolar a la gente, esta noche intenté animar a un hombre al que le habían diagnosticado un tumor cerebral. En casa, con su mujer. Desesperada. Un acompañamiento no sólo espiritual, sino también con el dinero necesario para apoyar los costosos tratamientos y cirugías. Como escribí en la carta, hacemos todo esto siguiendo el ejemplo de San José. Como frailes, como sacerdotes comprometidos en este ámbito tan lleno de criticidad. Aprendemos a darnos con amor y generosidad, con mucho amor, sin escatimar porque hay mucho que hacer. El Señor está presente a través de nosotros en todas las calles oscuras, en todas las casas donde no hay luz. Necesitamos oraciones y apoyo material. A pesar de la crisis mundial, también en Italia hay muchos corazones generosos que nos ayudan en nuestra misión aquí en Siria, en Alepo.
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