Gaza, Padre Romanelli: "Es urgente una tregua antes de que empiece la guerra"
Michele Raviart - Ciudad del Vaticano
Las incursiones que siguen golpeando a Gaza desde hace dos días, junto con los misiles que aún a estas horas se lanzan desde la Franja hacia ciudades israelíes, están marcando la que es la situación más tensa en la zona desde 2014. Han muerto por ataques israelíes cuatro comandantes de las milicias de Hamás y también hay víctimas entre los civiles.
Una situación que está haciendo la vida muy difícil a los habitantes de la Franja (aproximadamente un millón seiscientos mil, incluida la pequeña comunidad católica que está allí presente). Así lo describe a Vatican News el padre Gabriel Romanelli, párroco de la ciudad de Gaza, que esta mañana celebró la misa en el convento de las Hermanas del Rosario, ligeramente dañado por los ataques:
R. - Estamos aquí en Gaza y llevamos unos dos días seguidos bajo misiles y bombardeos. Estamos bien, nuestros feligreses están bien y también los consagrados y consagradas. El edificio que más daños ha sufrido es el convento de las Hermanas del Rosario de Jerusalén. Su escuela no fue bombardeada, pero hay daños porque toda la zona está siendo atacada. Hay daños en las paredes, en muchas ventanas y estamos comunicándonos con las personas. Todo el mundo se queda en casa, la gente sale sólo para las necesidades urgentes, porque -y esto es algo extraño que indica la gravedad de la situación- hay bombardeos no sólo por la noche, sino también durante el día. Incluso mientras te hablo puedes escuchar los "booms" de las explosiones. Realmente pedimos a todas las personas de buena voluntad y que tienen el poder de hacerlo, que al menos consigan lograr una tregua, porque de lo contrario esto llevará a una verdadera guerra y sería un desastre.
- Sabemos que también hay víctimas en Gaza...
R. - No tengo la lista de personas en este momento, pero hasta esta mañana el último recuento hablaba de 32 muertos, incluidos diez niños, y los niños no son de ninguna facción política. Son niños. También hay una mujer y hay más de 130 heridos. Algunos están implicados en los movimientos, pero hay muchas víctimas civiles. (De momento, el balance facilitado por las autoridades de Gaza es de 53 muertos, entre ellos 14 niños, y 320 heridos, ed.) Desgraciadamente, esta es una de las atrocidades de las guerras y de las guerras injustas como esta.
- Ha dicho que hay bombardeos incluso mientras nos habla... ¿Cómo es posible lidiar con esta rutina diaria?
R. - Hay que intentar mantener la cabeza fría. Lo que no se puede cambiar, hay que soportarlo con paciencia. Intentamos vivir así, también porque no podríamos hacerlo de otra manera, no sólo aquí en Gaza sino en muchas partes de Oriente Medio, como misioneros.
Eso no significa que uno esté tranquilo. Muchas veces, cuando oyes las bombas más fuertes -y es algo que no puedes controlar- tienes palpitaciones y te pones a llorar, pero eso es normal. Somos seres humanos. Intenté contactar con todos los grupos de la parroquia, los niños, los adolescentes, los jóvenes, los catequistas, los scouts y los monaguillos, hombres y mujeres, todos los grupos... Porque la comunidad católica es pequeña y tenemos un gran vínculo, pero también tenemos contactos con otros cristianos y también con profesores y trabajadores musulmanes en la parroquia y en las escuelas. Intentamos mantener una conexión. Estaban encerrados por el coronavirus y ahora que se han abierto los establecimientos y teníamos la oportunidad de salir, hemos tenido que volver a casa por los bombardeos y los atentados.
Intentamos dar la luz del Evangelio, para animarles a vivir en paz y serenidad y buscamos no quedarnos sólo con las noticias de este momento, sino también rezar y sobre todo vivir la caridad interior y la paciencia entre ellos. Desgraciadamente tenemos un poco de experiencia en estas situaciones, debido a las numerosas guerras en esta zona.
- Esta es la situación más tensa en Gaza desde hace siete años. ¿Cuáles son las palabras, los temores y las esperanzas de la gente?
R. - Es una de las situaciones más graves. Paradójicamente, durante el periodo del coronavirus, alrededor de un año y medio, estuvimos en paz y no tuvimos ningún enfrentamiento, pero parece que ambas partes se han preparado para estos malos días. Así que la gente intenta vivir, diciendo: "Esta es nuestra vida, es casi normal". Como si uno dijera "yo vivo en Alaska y hay hielo y nieve" y aquí dicen "este es un lugar de guerra y es lo que tengo", así que desde el punto de vista humano hay desesperación. Se puede ver en los jóvenes, porque a todos les gustaría irse. Por otro lado la fe cristiana ayuda mucho a superar todo esto, no con desánimo, sino con la esperanza de que a pesar de estos males el Señor pondrá remedio a todo. Así que las personas, en cierto sentido, viven aquí más serenamente que en otros lugares, porque ya han sido puestas muy a prueba.
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