Perú. Arzobispo de Lima: Que el Pan del Cielo nos lleve a dar testimonio del amor
Ciudad del Vaticano
«El Señor quiere que nuestra fe sea una fe inteligente, profundamente amorosa y comprometida con los que más necesitan y con los más frágiles», lo dijo el Arzobispo de Lima y Primado de la Iglesia en el Perú, Monseñor Carlos Castillo, comentando el Evangelio que la liturgia presenta este XIX Domingo del Tiempo Ordinario, en el cual el evangelista Juan nos presenta a Jesús como el pan de la vida. “Jesús nos ha dado el signo del pan que es Él mismo entregado a nosotros – afirmó el Prelado – para mostrarnos que Dios siempre nos acompaña y atiende nuestras necesidades”.
Seamos imitadores de Dios para irradiar su amor
Pero, Jesús – precisó Monseñor Castillo – no solamente quiere atender nuestras necesidades con milagros, también quiere que nosotros estemos alimentados de Él para nosotros ser milagro. “Para eso, necesitamos un pan no solamente más grande, sino más profundo. Dios quiere que la humanidad sea una humanidad divinizada, no en sentido de que se endiose y se crea la ‘divina pomada’, sino de que pueda irradiar, dentro de sí, el mismo amor de Dios”. Por eso es que San Pablo nos dice, en la Carta a los Efesios (4,30–5,2), que seamos imitadores de Dios. Y para eso necesitamos de la fe que hemos recibido a través de nuestros padres y tantos otros testimonios de vida que hemos visto, porque detrás de cada signo esperanzador se esconde el rostro del Señor.
Buscar nuevas formas de vivir con apertura a los cambios
Asimismo, el Arzobispo de Lima dijo que, como señala el Evangelio de hoy, un grupo de judíos convencidos de que la única manera de adorar a Dios era temiéndole y obedeciendo la ley a rajatabla, no dudan en cuestionar que Jesús sea el Pan bajado del cielo. Según explicó Monseñor Castillo, lo hacen porque, en el fondo, «estaban amarrados a la tradición que tenían y no querían salir de ella. Eso nos pasa a todos los humanos cuando adquirimos algo y ya no queremos cambiar. Pero como todos hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios y nuestro Dios cambia, entonces nosotros nos dinamizamos y buscamos nuevas formas de vivir, nuevos retos y respondemos con apertura así sean muy difíciles».
El Señor es la respuesta a nuestra ‘esperanza super-humana’
Para ello, señaló el Primado de la Iglesia en el Perú, hay que tener la fuerza de resistir los males y la fuerza de crear algo nuevo en medio de los males, necesitamos una fuerza super-humana. «Ya uno de nuestros autores peruanos decía: “No se puede vivir sin una esperanza super-humana”. Pues bien, el Señor es la respuesta a nuestra ‘esperanza super-humana’ para que nos alimentemos de Él, podamos caminar en medio del sufrimiento y encontrar soluciones creativas e inteligentes para dar vida». ¿Y dónde podemos encontrar esa esperanza? En los miles de rostros escondidos de nuestra historia, especialmente en los más desafortunados y marginados. Aquí está la voluntad de Dios escondida, como bien lo supo expresar en su momento el poeta peruano César Vallejo.
Todos estamos llamados a compartir con los demás
Finalmente, Monseñor Carlos Castillo resaltó algunos gestos de esperanza que hemos visto en los últimos días y nos recuerdan que todos estamos llamados a compartir con los demás. «Hoy podemos ser cristianos resucitados, compartiendo el pan y el pan del cielo; felizmente que ahora podemos abrir los templos para “comer al Señor”, como dice el texto para “masticar” el pan, para saborearlo. Y una segunda cosa muy importante – precisó – es que ese pan de vida que comemos, lo podemos testimoniar. Y también son pan todos los que son como Jesús, compartidores de su vida».
Invitación a acudir a los centros de vacunación
El Primado de la Iglesia peruana también invocó a que los peruanos acudan a los vacunatorios para evitar la propagación de la reciente variante delta del Covid-19: «El virus delta tiene una capacidad mucho más grande de contagio. Si nos vacunamos, el efecto de un eventual contagio será mucho menor. Por eso acudamos a los vacunatorios, organicémonos para vivir de manera armónica en el camino del Señor y evitar que otras personas puedan afectarse».
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