Beatificado el padre Mottola. Semeraro: sacerdote con necesidad de Cristo
Isabella Piro - Ciudad del Vaticano
"Te necesito, Jesucristo": esto es lo que dijo Don Francesco Mottola. El cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, recordó estas palabras para mostrar cómo el nuevo beato "se dejó alimentar por la Palabra de Dios". No nació santo", dijo el cardenal, "se convirtió en uno". Y se convirtió en santo "por el sufrimiento causado por la parálisis, que le acompañó durante casi treinta años, hasta su muerte". Esta "necesidad de Dios" que expresó el P. Mottola es el legado que deja, añadió el prefecto del Vaticano, y del que podemos sentirnos "animados".
El nuevo Beato reconforta y anima a Calabria
El rito de beatificación de esta mañana, de hecho, "es un evento que reconforta y anima", explicó el cardenal: conforta y anima "a Calabria con su gente, porque el P. Mottola es hijo de esta hermosa tierra que tanto amó"; conforta y anima "al clero, porque es sacerdote" y hoy, hay "una necesidad viva de sacerdotes que difundan no su perfume, que al final puede ser nauseabundo, sino el buen perfume de Cristo" que conforta y anima "a la misma Iglesia, Madre de los Santos".
Un hombre de oración, caridad y esperanza
Don Mottola, subrayó el cardenal Semeraro, "se consumía en la búsqueda de la gloria de Dios, movido por un sincero deseo de hacer su voluntad en todas las cosas". Fue "un sacerdote sin retórica", añadió el cardenal, citando la definición dada por el Venerable Giorgio La Pira: "Fue un hombre de profunda oración: templo de Dios, pureza sin sombra, sufrimiento crucificado", pero también "un alma sacerdotal auténtica, llena de caridad, luz y esperanza". Al nuevo beato "no le faltaron las pruebas de la vida, como la trágica muerte de su madre por suicidio cuando era niño", concluyó el cardenal Semeraro, "pero la tierra se vuelve fértil sólo si se cava, incluso con dolor".
Los "cartujos del camino
Nacido en Tropea el 3 de enero de 1901, el P. Francesco fue escolarizado en el Seminario Episcopal local, del que fue el primer seminarista en 1911. Tras estudiar filosofía y teología, fue ordenado sacerdote en 1924 y ejerció su ministerio como escritor, predicador, confesor y director espiritual. En 1935 comenzó a organizar pequeños grupos de sacerdotes y laicos, "los cartujos de la calle", según un ideal de caridad y oración contemplativa. Fundó varias "Casas de Caridad" en toda Italia para acoger y asistir a los niños, los pobres, los ancianos y los discapacitados.
El sueño de una "caridad integral"
"Soñé con la Casa de la Caridad al menos tan grande como nuestra tierra", dice don Mottola, "acogiendo todo el dolor, no para eliminarlo, porque sería un sacrilegio, sino para divinizarlo y adorarlo". Lo que el P. Mottola quiere, en el fondo, es una "caridad integral", capaz de dar a los pobres; es decir, a aquellos que nunca podrán corresponder o devolver. Por eso fundó la "Familia de los Oblatos del Sagrado Corazón", formada por sacerdotes oblatos, oblatos del Sagrado Corazón y oblatos laicos.
"Perla del clero calabrés"
En 1942, a la edad de 41 años, sufrió una parálisis y perdió el uso del habla. Pero la enfermedad no detuvo su ministerio sacerdotal: con amor y esperanza, el P. Francesco aceptó la Cruz hasta el final. Murió el 29 de junio de 1969, a la edad de 68 años, en Tropea. Sus restos descansan aquí, a los pies del Crucifijo, en la Concatedral de la ciudad. El 5 de octubre de 1981 se inició la causa de beatificación. El 17 de diciembre de 2007, el padre Francesco fue declarado venerable. El milagro que le abrió el camino a los honores de los altares se refería a un joven diácono, ahora sacerdote, que se curó de una grave dolencia renal tras ver en sueños al padre Francisco, del que era especialmente devoto. El 2 de octubre de 2019, el papa Francisco autorizó la promulgación del decreto relativo al milagro atribuido a su intercesión y hoy el padre Mottola, 'perla del clero calabrés', es bendecido.
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