Obispos dominicanos: Falsas doctrinas y pandemias sociales amenazan la sociedad
Alina Tufani- Vatican News
“El verdadero drama de nuestro siglo es el vacío de Dios en el alma de tantos pueblos y la verdadera pandemia que nos aqueja es la anemia espiritual”. Con esta premisa, los obispos dominicanos abren la larga lista de “pandemias” que aquejan a los hombres y a la sociedad actual y aseguran que en San José los creyentes pueden encontrar un modelo de fe, de valentía y de confianza para afrontar las luchas cotidianas. Y es que la Carta Pastoral de la Conferencia del episcopado dominicano (CED) tradicionalmente publicada en la víspera de la Solemnidad de su Patrona, Nuestra Señora de Altagracia, este año está dedicada a “San José, custodio del Redentor y modelo del creyente”, especialmente, según los obispos, en una época donde además de la pandemia de Covid-19, pandemias como la mentira, la violencia, el afán del dinero y el hedonismo amenazan a las personas y los pueblos.
Pandemias de la mentira y violencia
San José, a quien la Iglesia universal convocada por el Papa Francisco dedicó un año especial que acaba de terminar, es para el episcopado dominicano un ejemplo que “enseñará a transmitir la fe cristiana fielmente a las siguientes generaciones” que viven amenazadas, como decía Juan XXIII al convocar el Concilio Vaticano II, por “un orden nuevo que se está gestando”, como en las épocas más trágicas de la historia.
En primer lugar, los obispos dominicanos ven en la mentira la pandemia “más peligrosa” porque se hace pasar por la verdad. “Habla como Dios, pero no es dios”, un enemigo que, incluso usando los medios de comunicación, “bombardea nuestros hogares presentando normas, costumbres y modelos de vida contrarios” al Evangelio, “falsas doctrinas” de las que son víctimas, especialmente los niños y los jóvenes. Y qué decir de la “pandemia de la violencia”, cuya misión consiste -afirman los prelados- “en hacer que los hombres se maten unos a otros indiscriminadamente”, en cualquier lugar del mundo, creando terror y derramando sangre inocente.
Pandemias del afán del dinero y el hedonismo
“El amor al dinero es la raíz de toda clase de males”, un pasaje de Timoteo en su primera carta, es tomado por los obispos dominicanos como una advertencia, pues rendir “culto y pleitesía en los nuevos santuarios de la modernidad”, caer en la “pandemia del afán de dinero, símbolo del comercio que rige la vida de los pueblos”, es como la adoración de los israelíes al becerro de oro, que solo puede llevar a la destrucción de las personas y las familias. En una situación de precariedad -recuerdan el mensaje de la CED- la respuesta no está en el dinero, sino en el Dios providente que sabe cuidar de sus criaturas.
Así, a esta pandemia le sigue la del hedonismo que “arrastra a gran parte de la humanidad a los falsos paraísos terrenales (del alcohol, drogas, sexo, dinero fácil…), que en vez de felicidad producen mucho dolor y esclavitud”. Los obispos dominicanos alertan sobre las doctrinas reduccionistas que aseveran que el hombre es solo materia y que niegan la existencia del alma, por lo que “no existen normas externas por las que uno deba regirse, sino que la moral es autónoma y cada uno la define según le convenga”, incapaces de descubrir los designios secretos del Dios de la historia.
La pandemia espiritual y el neopaganismo
Frente a la “pandemia espiritual” que aflige al mundo, el documento de la CED vuelve a recurrir a San José como hombre providencial que junto a María colaboraron para que llegasen a buen término los planes redentores de Dios. “Cristo es la verdadera solución a este flagelo espiritual que azota a la humanidad”, afirma el episcopado.
San José, varón respetuoso de la mujer
Es en este contexto, en la solemnidad de Nuestra Señora de Altagracia y en el Año Jubilar dedicado al centenario de su coronación, que los obispos dominicanos han querido destacar la figura de San José, esposo de la Virgen, Padre de Jesús y modelo de hombre obediente y fiel al plan de Dios.
Modelo de fe adulta
“San José -concluyen los obispos -es el hombre para nuestro tiempo” porque es un modelo de fe adulta para toda la Iglesia. “En este tiempo especial que nos está tocando vivir, dirigir nuestra mirada hacia San José nos alienta y conforta. En él encontramos el aliciente que nos impulsa y sostiene en nuestras luchas cotidianas. Nadie como él supo atravesar momentos difíciles”.
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí