Patriarca Minassian: desde el Líbano el gran testimonio de la unidad entre los cristianos
Francesca Sabatinelli - Ciudad del Vaticano
Los cristianos están "dispersos en la tierra y han caído en la confusión del egoísmo individual y colectivo", olvidando a su Señor. Fueron las palabras del Patriarca armenio-católico Raphaël Bedros XXI Minassian pronunciadas en la apertura de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos el pasado domingo en la Catedral de los Santos Elías y Gregorio de Beirut.
Las heridas profundas impiden la unidad
El Patriarca subrayó el sufrimiento que las Iglesias cristianas siguen padeciendo hoy en día a causa de "las profundas heridas y el dolor desgarrador, causados por los siglos". Igualmente invocó la unidad querida por Dios Creador e instó a volver a la oración.
Por primera vez, estuvieron presentes en la apertura, unidos para la ocasión, patriarcas, obispos, sacerdotes y representantes de las Iglesias cristianas del país, entre ellos el patriarca de los maronitas, cardenal Béchara Boutros Pierre Rai, el patriarca de los melquitas, arzobispo Youssef Absi, el patriarca sirio-católico de Antioquía, Youssef Younan, y el nuncio apostólico en el Líbano, monseñor Joseph Spiteri.
Las meditaciones propuestas para la Semana
Este año las meditaciones se basan en el tema elegido por el Consejo de Iglesias de Oriente Medio, con sede en Beirut, y tomado del Evangelio de Mateo: "En Oriente vimos aparecer su estrella y hemos venido a honrarle". En este contexto, el Patriarca Minassian concede una entrevista a Vatican News:
- Su Beatitud, la frase "el Cristo católico no es diferente del Cristo ortodoxo", fue un pasaje significativo en su reflexión para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, en la que subrayó que, contra las divisiones, es necesario volver al arma de la oración. ¿Es eso lo que se necesita para encontrar la unidad?
En primer lugar me gustaría decir que esta frase, el Cristo católico es el mismo que el Cristo ortodoxo, se la escuché a mi madre, una huérfana del genocidio armenio.
Corría el año 1956, en el pueblo sólo había dos iglesias, y ella por casualidad asistió a misa en una iglesia ortodoxa siria y fue criticada por eso: "¿Cómo es que estás casada con un católico y vas a una iglesia ortodoxa?" Su respuesta fue: "¿Cuál es la diferencia? ¿No es Cristo el mismo que el ortodoxo?". Si reflexionamos profundamente sobre la unidad de la Iglesia, encontramos que Cristo es el centro de nuestras vidas, tanto en la Iglesia ortodoxa como en la católica.
No debemos castigar a Cristo. Este es el punto que me tortura. Es cierto que los hombres no estamos de acuerdo entre nosotros, pero de esta forma, castigamos a nuestro Señor que es nuestro Salvador, que nos salvó a todos. Así que prácticamente, este es el primer sentido de la unidad: que Cristo está aquí y allí, y este es el primer punto.
En segundo lugar, lo único que nos acerca es la oración, porque ¿qué es la oración sino un diálogo con mi Salvador, con Dios? De esta manera, cuando uno le pregunta o le dice algo, Él te mirará a los ojos y te dirá: te he dado mi Iglesia, ¿qué estás haciendo? ¿Por qué esta división? ¿Y cuál será tu respuesta, si no es pedir perdón e invitar a tu hermano que está separado?
- El tema de la Semana de este año hace referencia a los Reyes Magos, recordando su experiencia de seguir la estrella para encontrar y honrar al Niño. ¿Por qué se parte de esta reflexión elegida por las Iglesias de Oriente Medio?
Creo que el tema elegido es muy real, porque hoy los Reyes Magos somos nosotros, que buscamos verdaderamente a Cristo, al Niño Jesús, nuestro Creador, que dejó de lado su dignidad divina para bajar y encarnarse, que vivió con nosotros y para nosotros, para salvarnos y reconciliarnos con el Padre.
Así que, prácticamente, somos los Reyes Magos bajo la luz de esta estrella, una luz que es dada por el Creador para iluminar nuestro camino, para alcanzar la meta que es Cristo, su único Hijo. Somos esos Magos que, en busca de este camino, de esta verdad y de esta vida, caminamos bajo la luz que el Señor nos ha dado a través de la Iglesia.
- En el Ángelus del pasado domingo, el Papa Francisco recordó cómo los cristianos son peregrinos en su camino hacia la plena unidad. Los invitó a ofrecer sus trabajos y sufrimientos e instó a mantener la mirada fija en Jesús para acercarse cada vez más a la meta. ¿Qué ha impedido a los cristianos lograr esta unidad hasta ahora? ¿Es un obstáculo que todavía está presente?
Yo diría que sí, porque nuestro pecado está siempre ante nosotros, ante nuestros ojos: nuestro egoísmo.
Podemos hablar, decir y presentar muchas y hermosas intenciones para cualquier iniciativa, pero en realidad estamos lejos unos de otros, por lo que todos estos sacrificios, estos males, que soportamos y ofrecemos a nuestro Señor -como dice el Papa- son medios; al igual que el sacrificio que se presentaba a Dios en el Antiguo Testamento.
Todos nuestros dolores, todos nuestros sufrimientos, serían un don para recibir una gracia, porque somos conscientes de nuestra debilidad humana; por lo cual pidamos al Señor que nos ayude a tener el valor de olvidarnos de nosotros mismos y vivir para el otro.
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