Monseñor Shevchuk: el sacerdote de Cristo es el primero que salva la vida humana
VATICAN NEWS
“Hoy celebramos un día especial y una fiesta especial. Hoy es 21 de abril de 2022 y Ucrania está viviendo el Jueves Santo”, lo dijo Monseñor Sviatoslav Shevchuk, Padre y Primado de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana, en su videomensaje de este 21 de abril, Jueves Santo para las iglesias que siguen el calendario Giuliano.
Hoy es el día en que Dios Nuestro Señor Jesucristo, antes de su Pascua, celebró durante la última Cena el Misterio Pascual junto con sus discípulos, junto con sus apóstoles. Y consideramos que este santo día de la Última Cena, es el día en que el Señor reveló a los hombres la profundidad del misterio de su divinidad y lo hizo partícipe de su vida divina. Esta participación en la vida divina se da a los hombres a través de los Santos Sacramentos de la Iglesia.
Hoy, Jueves Santo, recordamos la instauración de la Eucaristía. El misterio del Cuerpo y la Sangre de Nuestro Salvador en el que Él se nos da como alimento. Día de la institución de la Eucaristía que es el antídoto contra la muerte. Nos da la oportunidad de la Comunión de su Cuerpo y de su Sangre, para la remisión de los pecados y para la vida eterna.
Hoy también celebramos el día de la institución del Sacerdocio de la Nueva Alianza. Jesucristo nos participa un sacerdocio no humano, sino un sacerdocio divino. Concede esta gran gracia del ministerio sacerdotal de Su mismo Hijo a sus apóstoles y a través de ellos a sus sucesores, los obispos; y así de este modo, el sacerdocio, este auxilio de Dios para la humanidad, alcanza a todas las personas de todos los tiempos y de todas las naciones.
Hoy, Jueves Santo, veremos una liturgia especial de la Iglesia que es realizada sólo por un obispo, que lava los pies sólo a los sacerdotes. Esto es así según nuestra tradición. Este es un momento especial, en el que revivimos la Última Cena, cuando Cristo mismo se puso una toalla a la cintura y lavó los pies de sus discípulos. Así también mostró quizás el sentido del Santo Sacerdocio de Dios para con el hombre. Un Dios que se arrodilla ante los hombres como un siervo. Y lava sus pies, lava sus pecados, cura sus heridas.
En este Gran Jueves de la Pasión, quiero agradecer especialmente por su servicio, por su fiel respuesta a la vocación al sacerdocio a nuestros obispos, a nuestros sacerdotes, a nuestros religiosos, diáconos y a los seminaristas que se preparan para ser sacerdotes.
Vemos el valor particular del ministerio sacerdotal, particularmente en condiciones de guerra... Donde el sacerdote de Cristo es el primero que salva la vida humana. Es el primero que se inclina sobre las heridas de la gente de hoy, sobre las heridas de Ucrania y de nuestro pueblo en tiempos de guerra. Justamente nuestro clero es el que ha asumido la mayor carga de esta guerra: servir allí donde hay mayor necesidad.
Hoy quiero agradecer de modo especial a los sacerdotes de los territorios ocupados. A los sacerdotes que están con su pueblo en los puntos más álgidos de las operaciones militares. En particular, agradezco por su servicio a nuestros capellanes militares que están con nuestras tropas hoy, cada día, predicando la Palabra de Dios allí donde se despliega el drama de la guerra.
Quiero pedir hoy a todos nuestros fieles, a todos nuestros laicos, a nuestra religiosos: Agradezcan a sus sacerdotes por su servicio. Díganles hoy una palabra amable, felicítenlos en este día. ¡Porque necesitan tanto sentir que su pueblo los ama! … que el pueblo fiel ama a sus sacerdotes. Y ellos están dispuestos a dar la vida por sus ovejas. Y así lo hacen con su celoso trabajo diario.
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