Martínez Flores: El Papa cumplió una promesa que todo Paraguay esperaba
Alina Tufani Díaz – Vatican News
“Episcopatum Paraguensis” es el nombre asignado por el Papa Paulo III en la bula con la que erige, en 1547, la primera diócesis de la cuenca del Rio de la Plata con sede en Asunción, sufragánea de Lima. Para la de Buenos Aires, por ejemplo, se tuvo que esperar hasta 1620 y para la de Montevideo hasta 1627. “Desde siempre, que yo recuerde, todos se preguntaban, ¿cómo es que Paraguay no tiene un cardenal? Lo dice a Vatican News el neo cardenal nombrado por el Papa Francisco, el pasado domingo, al final del Regina Coeli, Monseñor Adalberto Martínez Flores, Arzobispo Metropolitano de Asunción, quien recibirá el birrete cardenalicio en el Consistorio del 27 de agosto próximo.
Un alboroto impresionante
“La verdad es que después de 400 años que tenemos como historia, como Iglesia Primada en el Río de la Plata, había mucha expectativa. Y claro, cuando se da la noticia, esto fue un alboroto impresionante, y no por la persona que se nombraba, sino por el hecho mismo de que el Papa haya tenido una mirada con Paraguay y ha cumplido una promesa que para nosotros es como una puerta de entrada en el corazón del Papa y de su Magisterio”, comenta monseñor Martínez Flores al destacar la importancia para los paraguayos del nombramiento de su primer cardenal.
Una especie de promesa que fue hecha, como recuerda el mismo arzobispo de Asunción, en su viaje apostólico a Paraguay, en 2015, cuando Francisco respondiendo a la sempiterna pregunta a los periodistas durante el vuelo de regreso a Roma dijo: “Merecería tener dos (…), no tiene nada que ver con los méritos: Es una Iglesia viva, una Iglesia alegre, una Iglesia luchadora y con una historia gloriosa”.
Esta vez es en serio
La noticia de su nombramiento la recibió el domingo muy temprano y de una fuente muy confiable: “Me informó mi hermano cuando yo me estaba levantando, y me dijo que el Papa me había anunciado en la lista de los nuevos cardenales”. Sin embargo, le vino a la mente lo que había ocurrido en pasado. “Pensé que no sería cierto, porque ya había sucedido una vez, hace 4 años, que había aparecido mi nombre y realmente era una noticia falsa. Pero ahora he estado recibiendo todas las felicitaciones”, dice entre risas el neo purpurado.
No falta un agradecimiento de Martínez Flores a Francisco por su confianza y, sobre todo, porque como país los une una “relación efectiva y afectiva”, desde su viaje apostólico hace 7 años: “Logró integrar a todos los sectores del país que sintieron que el Papa venía a confirmarnos en la fe y que ha dejado un sello muy profundo con su estilo muy paternal, muy cercano, incluso con los obispos”.
Esa misa en el campo grande de Ñu Guazú
El también presidente de la Conferencia episcopal paraguaya de sus encuentros con el Santo Padre recuerda con especial afecto la Santa Misa de Francisco en Ñu Guazú, la última celebración eucarística antes de su regreso al Vaticano: “Ahí me tocó estar más cerca de él, estuvimos conversando y se veía muy sereno, algo que he aprendido de él, esa paz y serenidad que tiene aún en medio de tantos compromisos. Yo me sentí tan cercano a él que ya no le tuteaba, sino que le daba del ‘vos’ sin darme cuenta, porque su cercanía era tanta que lo que me inspiraba era confianza".
Un Año del Laicado marcado de sinodalidad
Los obispos de Paraguay han convocado en este 2022 a un Año del Laicado justamente para “dar un mayor protagonismo a los laicos” y, al mismo tiempo, trabajando en todo lo que el Papa ha pedido sobre el Sínodo sobre la sinodalidad. “Hay un gran entusiasmo en todas las jurisdicciones del Paraguay en relación al trabajo de escucha, de sentarnos juntos y ver por dónde el Espíritu, que es el protagonista del Sínodo, nos está llevando”, afirma Martínez Flores.
Los desafíos de la pobreza y desigualdad
Ciertamente, la realidad nacional no deja de preocupar al episcopado, más aún por los estragos que de una u otra forma ha causado la pandemia de Covid 19. “Hay una gran recesión económica, hay muchos más pobres que antes, hay personas que están carenciadas de trabajo y muchos excluidos. Esto es un gran desafío para el Estado, el gobierno”, explica el arzobispo de Asunción al reiterar el compromiso de la Iglesia también para colaborar con acciones sociales, acudir al llamado de los pobres, de los necesitados, los indígenas.
“Hay mucho camino que hacer para trabajar la equidad en un país sumamente desigual, pero tenemos la esperanza de que podemos trabajar por la justicia y por la paz”, concluye Martinez Flores.
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