Uruguay. Montevideo celebra a sus patronos con la mirada puesta en la paz
Luego de tres años de espera, se volvió a realizar el acto cultural San Felipe y Santiago. El evento, que por la pandemia no se realizaba desde 2019, retornó la noche del martes 31 de mayo con su tradicional acto en el Club Católico, bajo el lema “Tres miradas sobre la paz”.
La convocatoria, enmarcada dentro de la festividad de los santos patronos de la ciudad de Montevideo, reunió a distintos especialistas en la materia. En esta ocasión, bajo la conducción del comunicador Jaime Clara, se presentaron tres disertaciones, a cargo del Dr. Nicolás Albertoni, el Pbro. Dr. Daniel Kerber y la Dra. Carmen Asiaín, en las que cada expositor analizó el tema de la paz desde un abordaje distinto, para posteriormente intercambiar algunas opiniones finales, reflexionando acerca de sus desafíos y esperanzas en la actualidad.
El evento se pudo seguir de forma presencial y también en línea, a través de la transmisión en vivo del canal de YouTube ICMtv. Quienes pudieron presenciarlo, tanto de forma remota como desde las instalaciones del Club Católico, también disfrutaron de la apertura y cierre del acto, a cargo del Ensemble Vocal e Instrumental De Profundis, bajo la dirección general de la Mtra. Cristina García Banegas.
Participaron presencialmente del evento el arzobispo de Montevideo, Card. Daniel Sturla; el obispo auxiliar, Mons. Luis Eduardo González; el nuncio apostólico en Uruguay, Mons. Luciano Russo; y la vicepresidente de la República, la escribana Beatriz Argimón, así como parlamentarios, diplomáticos y actores sociales, autoridades religiosas, sacerdotes y laicos.
Uruguay, histórico promotor de paz
La primera de las exposiciones estuvo a cargo del Dr. Albertoni, bajo el título “Uruguay como promotor internacional de paz”. A través de esta consigna, planteó que el mundo se encuentra en un panorama dentro del cual la existencia de diálogo se diluye cada vez más.
En este escenario, la diferencia está marcada por la proactividad de los distintos actores. Para Albertoni, “no participar de una guerra es condición necesaria, pero no suficiente” para mantener la paz, por lo que se debe tomar acción y compromiso. Para conseguirla, “estos valores deben trascender gobiernos, generaciones e ideales políticos. Para ganar la batalla de la paz hay que ser pacientemente perseverante”.
Históricamente, señaló, Uruguay se asoció a posturas de paz, no por un sentido pacificador sino por instinto de supervivencia frente a sus grandes vecinos. Dentro de esta realidad, Albertoni afirmó que “debemos tomar la paz, no solamente como valor a defender, sino como un sentido de vida”, sin perder de vista que, cualquiera sea el motivo para defenderla, su impacto siempre será positivo.
Para el especialista en ciencias políticas y relaciones internacionales, no debemos olvidar que no es fácil ser un país dialogante. Advirtió que “será tarea de las personas conservar la idea de paz como actitud de vida”, sin apartarse del peligro que supone pensar que la disputa ya está ganada: “cuando se vive en democracia se pierde el aprecio sobre ella, y solo se recupera cuando se pierde”.
La paz: Don de Dios, tarea para el hombre
La segunda disertación, llevada adelante por el Pbro. Dr. Daniel Kerber, se tituló “¿Qué es la paz?: Don de Dios y fruto de la caridad. Un enfoque teológico”. Partiendo de este planteo, el Padre Kerber ahondó ante los presentes acerca de las distintas concepciones del término y los desafíos que implica cultivar la paz, desde una mirada bíblica.
Al inicio de su alocución, comenzó por exponer las distintas acepciones de la paz a partir del diccionario de la Real Academia Española, cuyas definiciones son, en esencia, negativas (se presenta la paz como la ausencia de conflicto). En contraste con esta perspectiva, la concepción bíblica de la paz es absolutamente diferente. El ser humano es un ser social y —en palabras de Kerber— relacional. Para el hombre, la paz implica la paz con Dios, con los demás seres de la creación e incluso con uno mismo.
El biblista reparó en el hecho de que la comunidad arquidiocesana y el público en general esté discutiendo acerca de la paz, en el marco de un contexto internacional de guerra y con más de quince conflictos armados en curso. Desde su perspectiva, por más que el ser humano busque la paz, sobran ejemplos en los que el pecado lo hace errar en su anhelo por alcanzarla. Pero advirtió que esta realidad no debe confundir a quienes se esfuerzan por dar esa batalla: “No somos ingenuos, sabemos que el mal existe, pero ese mal no es el centro. El centro es el obrar salvador de Cristo, que derrota el pecado. La paz que nos da es un don, pero también una tarea”.
Partiendo de una mirada de fe, el padre Kerber indicó lo paradójica que puede llegar a ser la paz para los creyentes, porque se realiza a partir de la cruz. Ser forjador de paz demanda compromiso y entrega, y es Dios quien nos invita a practicarla, también con claves paradójicas: amen a sus enemigos, hagan el bien hacia aquellos que siembran odio, perdonen y serán perdonados. Se trata de “una paz crucificada, para un mundo dado vuelta”.
Respetar a quien piensa distinto
En la parte final del acto, se hizo presente la Dra. Asiaín, senadora de la República en representación del Partido Nacional, con su exposición denominada “La paz: amenazas y esperanzas”. Bajo esta consigna, la doctora en Derecho y Ciencias Sociales, propuso primero analizar la situación actual, identificando que “la principal amenaza de paz es la falta de diálogo entre los pueblos”.
Para Asiaín, la paz solo se consigue mediante un pacto previo, un acuerdo entre personas, pero no alcanza con eso. Debe ser un acuerdo periódico, que perdure en el tiempo, en un contexto en el que defender la paz está subestimado. “Se suele imaginar a la guerra como un momento de mucha acción, y a la paz como una situación de inactividad, donde nada pasa. Y la paz no es un sustantivo, es un verbo”, acotó.
Mantener un escenario internacional pacífico requiere acción, medidas concretas y un esfuerzo permanente por respetar las posturas ajenas, por más que no sean compartidas. Asiaín lo sintetizó con la siguiente afirmación: “el respeto por el semejante es el requisito ineludible para la paz”.
Finalizó su alocución aludiendo a la propia Iglesia católica, afirmando que “es ejemplo cuando, sin declinar su convicción de abrazar la verdad, reconoce a otras religiones y les tiende un puente. No por compartir la doctrina, sino por respetar a quienes la sostienen”.
(Fuente: Arquidiócesis de Montevideo)
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