Falleció el Padre Diego Fares, Bergoglio lo acogió entre los jesuitas
Paolo Ondarza - Ciudad del Vaticano
“Cerca de la gente, cerca de Jesús”. La comunión de pensamiento con Jorge Mario Bergoglio fue constante en la vida y la actividad del padre Diego Fares, jesuita argentino y escritor de La Civiltà Cattolica, que falleció ayer, martes 19 de julio, en la Residencia San Pietro Canisio de Roma a los 66 años tras una larga enfermedad.
Fue el entonces Padre Provincial Jorge Mario Bergoglio quien lo acogió en la Compañía de Jesús en 1976, convirtiéndose más tarde en su director espiritual y punto de referencia constante. Significativa fue la decisión de Francisco en marzo de 2018 en la Misa Crismal de regalar el libro del padre Diego “10 cosas que el Papa Francisco propone a los sacerdotes”. Hasta el final, el Obispo de Roma quiso mostrar su cercanía, viendo al sacerdote por última vez el pasado 10 de julio. "En la cercanía a la gente -explicó el padre Fares a Vatican News en una entrevista de 2018- nos jugamos si Jesús se hace presente en la vida de la humanidad o si se queda en el plano de las ideas, cerrado en letras de molde, plasmado como mucho en unos buenos hábitos que poco a poco se convierten en rutina.
Intelectual con las mangas remangadas
El Padre Fares nació en Mendoza, Argentina, el 9 de agosto de 1955. Se formó en el Colegio Máximo de San Miguel y fue ordenado sacerdote el 12 de diciembre de 1986. A la fenomenología de la verdad en Hans Urs von Balthasar dedicó su tesis doctoral en Filosofía, discutida en 1994 en la Universidad del Salvador (USAL). En la misma universidad, enseñó Metafísica, y también en la Pontificia Universidad Católica de Argentina. Su actividad académica ha ido siempre acompañada de su compromiso pastoral en la predicación de ejercicios espirituales y su presencia junto a los pobres; de hecho, trabajó durante unos veinte años en Buenos Aires con un equipo de más de un centenar de laicos en la "Casa de San José", un centro de acogida para adultos que viven en la calle o en la extrema pobreza, y en la "Casa de la Bondad", un centro para enfermos terminales fundado por el padre jesuita Ángel Rossi, con quien escribió varios libros.
"Siempre se podía contar con él”
En 2016, comenzó su labor como redactor de La Civilità Cattolica en la que, se lee en la web de la revista jesuita, "supo combinar la sabiduría pastoral e intelectual", "con pasión y sin escatimar". "Diego -escribió el editor Padre Antonio Spadaro S.J. en Twitter- fue un compañero jesuita único, extraordinario en sabiduría, humor, fuerza. Siempre se podía contar con él porque era capaz de ser feliz sin pensar en sí mismo, sino en el Señor de su vida".
El dolor también fue expresado por la Conferencia Episcopal Argentina: "Pedimos por su eterno descanso -se lee en una nota- y que nos ayude desde el cielo a ser buenos y fecundos comunicadores como él".
Además de escribir como colaborador en revistas de filosofía y espiritualidad, el padre Fares editó durante años el blog "Contemplaciones del Evangelio". Entre sus numerosas publicaciones se encuentran "Como una gota en una esponja. El Papa Francisco, maestro del discernimiento", "El programa de la felicidad. Las Bienaventuranzas con el Papa Francisco", "Abiertos a los desafíos. Propuestas para la formación a la vida religiosa y sacerdotal", "El olor del pastor. El obispo en la visión del Papa Francisco" y "El Papa Francisco es como un bambú. En las raíces de la cultura del encuentro".
Mantener las ovejas
"La invitación de Francisco a ser pastores, a tener el olor de las ovejas y no ser príncipes o pilotos", contó el padre Fares en una entrevista de 2015 con Radio Vaticana, "viene de hace cuarenta años, de cuando éramos novicios y estudiantes y él era nuestro provincial y después rector. Recuerdo a un compañero que, paseando por el jardín de nuestro Colegio Máximo, donde teníamos cerdos, vacas y ovejas, vio que Bergoglio, nuestro rector: estaba ayudando a parir a una oveja. Sorprendiendo a mi compañero, le ofreció su ayuda. La oveja había rechazado un cordero de los tres que había parido. Bergoglio pensó un momento y, de repente, cogió aquel corderito y se lo entregó, diciendo: "¡Consérvalo!". ¿Y cómo se hace eso, dijo? 'Ve a la enfermería y calienta un poco de leche y dásela con un biberón'. Durante cinco meses, este estudiante tuvo el cordero en su habitación, que apestaba adecuadamente con el olor de las ovejas.... El cordero le seguía por toda la casa, hasta la iglesia y las aulas. Bergoglio le dijo: 'Te he juzgado. Has aprendido esto: si la guardas, la oveja te sigue. Haz esto".
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