Juan Manuel Sierra: El Papa nos anima a vivir la liturgia conociéndola y participando
Renato Martinez - Ciudad del Vaticano
“Esta Carta Apostólica no es un documento disciplinar ni establece ninguna normativa. Desde el principio, intenta ofrecer una reflexión serena sobre la liturgia que la Iglesia celebra en continuidad con lo que Jesucristo mismo realizó en la Última Cena. De esa acción salvadora brota toda la liturgia de la Iglesia, que pastores y fieles deben conocer y celebrar”, lo dijo don Juan Manuel Sierra López, Profesor de liturgia en la Universidad Eclesiástica de San Damaso de Madrid, en el Instituto Teológico San Ildefonso y en la Facultad de San Isidoro de Sevilla, España, comentando la Carta Apostólica “Desiderio desideravi” del Papa Francisco, sobre la formación litúrgica del Pueblo de Dios, que fue publicada el pasado 29 de junio, en la solemnidad de los Santos Pedro y Pablo, Apóstoles.
¿Cuál es la motivación de esta Carta? ¿Cómo surge este documento que el Papa ha ofrecido a toda la Iglesia?
Este documento, esta Carta Apostólica, qué es un regalo, es una preciosidad de documento. Tiene una presentación por parte del Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos dónde se explica muy brevemente que se acoge en el documento, en la Carta Apostólica, las reflexiones realizadas en la Plenaria del Culto Divino, que fueron después presentadas al Papa, que el Papa reelabora y ofrece – en palabras del Culto Divino – “una meditación”. El Papa se refiere a “una reflexión sobre la formación” y podemos decir, sobre “la importancia de la liturgia en la vida de la Iglesia”.
La participación del pueblo de Dios en la liturgia
Se trata de un documento que, apoyándose en el Concilio Vaticano II, nos recuerda esa centralidad, esa importancia de la liturgia y un concepto que no es nuevo, pero se subraya en la “Sacrosanctum Concilium”, en la Constitución sobre la liturgia en el Vaticano II, que es esa participación. Participación que afecta lógicamente a todo el pueblo de Dios, a los Obispos, a los presbíteros, diáconos, a los consagrados y a todo fiel cristiano, que es precisamente a quiénes se dirige esta Carta Apostólica “Desiderio desideravi” del Papa Francisco.
¿Cómo el Papa, a través de este documento, invita a fomentar la formación litúrgica de todo el pueblo de Dios?
El Papa insiste en esa formación litúrgica precisamente subrayando la importancia de la liturgia. Nos previene de algunos peligros que pueden asecharnos en la vivencia de la celebración de la liturgia. El Papa subraya que esta formación, que cuando hablamos de formación litúrgica, no se trata sólo de un concepto, ideas, un conocimiento digamos, “teórico-racional”, sino una verdadera vivencia, una auténtica experiencia. Es curioso como el Papa, y de aquí el título del documento, entronca con la celebración de la última Cena: “Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer” (Lc 22,15). Son las palabras de Jesús recogidas en el Evangelio de San Lucas qué sirven de título, de lema, a esta Carta Apostólica.
La liturgia es siempre una acción de Cristo y de la Iglesia
El Papa habla de toda la liturgia, pero se fija de una forma especial en la Eucaristía. Como decía, nos pone en guardia contra el subjetivismo, contra el individualismo. Subraya como la liturgia es siempre una acción de Cristo y de la Iglesia, y que debemos buscar esa unidad, esa armonía. En varios lugares de la Carta Apostólica, el Papa subraya – mirando a esa tarea realizada por el Concilio Vaticano II, por los Padres conciliares y en los años sucesivos de revitalización de la liturgia en el pueblo de Dios – y señala toda una serie de principios que el Concilio Vaticano II, en Sacrosanctum Concilium, establece para la liturgia. Dice el Papa de lo que no podemos prescindir y desde ahí en esa unidad, en esa armonía, el Papa pide que la liturgia no sea nunca motivo de confrontación.
Es una Carta de sentido pastoral y espiritual, no un texto normativo
Y aquí es donde entronca, de alguna manera, con la Carta dirigida a los Obispos que acompañaba el Motu proprio, “Traditionis custodes”, sobre la celebración de la Misa con el misal anterior al Concilio Vaticano II, que el Papa revisa un poco la normativa y la ajusta subrayando la responsabilidad que tienen los Obispos, porque en definitiva cada Obispo es el responsable de la liturgia en su diócesis, cada Obispo es Vicario de Cristo en su diócesis y toda la liturgia, como ya lo decía San Ignacio de Antioquia a principios del siglo II, subrayaba, todo está girando en torno al Obispo.
¿Podríamos decir que, una clave de lectura de Desiderio desideravi es la vivencia la celebración de la Santa Misa?
Sin duda ninguna, el Papa como decíamos se centra en la Eucaristía que es de dónde brota toda la acción santificadora de Cristo por medio de la Iglesia. El Papa hace referencia en varias ocasiones al número séptimo de la Constitución Sacrosanctum Concilium, donde precisamente se subraya esa acción de Cristo a través de la Iglesia y se subraya esa vinculación que debe tener todo el pueblo de Dios en la celebración litúrgica, que es acción de Cristo por medio de la Iglesia. Pero que nos implica a todos los bautizados, a todos los miembros del pueblo de Dios. Es verdad, que el Papa se refiere a toda la liturgia y cuando habla ella desde el título de la formación litúrgica del pueblo de Dios no queda circunscrito, no queda de alguna forma reducido a la Eucaristía, al sacrificio de la Misa.
La Iglesia, la nueva Eva, Madre de los que viven
Es verdad, que es de la Misa, del sacrificio de Cristo celebrado en la Eucaristía de dónde brota todo, porque en la Santa Misa lo que estamos celebrando es el sacrificio de Cristo y esa imagen que el apóstol San Juan en su Evangelio recoge y el Papa se hace también eco de ello, cuando de Cristo muerto en la cruz, con la lanza al traspasar el pecho del Señor “brotan agua y sangre”, dice el evangelista. Los Padres de la Iglesia, los autores espirituales y la misma liturgia, ven en este momento un paralelismo entre la creación de Adán, de cuyo costado sale Eva, la madre de los que viven y digamos la creación que se produce desde la Cruz de la nueva Eva, de la Iglesia, Madre de los que viven. Todo esto es muy importante y es el fundamento de esa acción de la Iglesia.
¿Podría decirnos que perspectivas litúrgicas emergen de este documento? Y ¿Cómo se puede ayudar al pueblo de Dios a redescubrir la belleza de la celebración cristiana?
El tema también lo aborda el Papa Francisco cuando se refiere a la formación para la liturgia y la formación desde la liturgia o la liturgia que forma. Ya la celebración adecuada tanto por parte del que preside la celebración sea Obispo, sea sacerdote o diácono, como del pueblo de Dios, eso ya nos va formando, si hay una disposición adecuada. Al mismo tiempo, debemos en esa comprensión de los textos, en esa meditación de las oraciones, de las lecturas y en la medida de lo posible también a través de las parroquias, de los grupos cristianos, de la misma catequesis, ir conociendo cada vez mejor esa liturgia que es muestra, que nos pertenece. El campo de la formación litúrgica, podemos decir, es ilimitado, hay que cuidarlo, tenemos que ilusionarnos. El Papa que se refiere al domingo, al año litúrgico, insiste en que la Misa antes que una obligación es un gran regalo, toda la liturgia es un regalo de Dios en Jesucristo, una acción del Espíritu Santo y debemos vivir y transmitir.
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