Edith Stein lo dejó todo por esa chispa que cambia la vida: Cristo
Renato Martinez – Ciudad del Vaticano
Este 9 de agosto, la Iglesia celebra la memoria litúrgica de Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, virgen de la Orden de las Carmelitas Descalzas y mártir, copatrona de Europa, de quien se conmemora hoy el 80 aniversario de su muerte en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, cerca de Cracovia, en Polonia.
Una vida contra "toda forma de intolerancia y perversión ideológica"
Sobre la figura y la vida de Santa Teresa Benedicta de la Cruz, el Papa Francisco explicó en la audiencia general del 7 de agosto de 2019, que fue una mártir cuya vida nos recuerda el camino a seguir contra toda forma de intolerancia y de perversión ideológica:
Después de su conversión, el deseo de Edith Stein era formar parte de la Pasión de Cristo, amar cada vez más, como escribió en la estampa de su profesión perpetua, recordando las palabras de San Juan de la Cruz. "En el testimonio de la fe, no cuentan los éxitos, sino la fidelidad a Cristo", escribía el Papa Francisco en un tuit, el 9 de agosto de 2017, en la conmemoración litúrgica de Santa Teresa Benedicta de la Cruz, en la cual aparece la parábola apasionada de quien lo deja todo por esa chispa que cambia la vida, por esa mirada de la que no se puede escapar, por esa verdad que es una persona: Cristo.
Edith Stein, del ateísmo al martirio en Auschwitz
Edith Stein nació en Breslau, capital de la Silesia prusiana, el 12 de octubre de 1891, en el seno de una familia judía de origen alemán. Criada en los valores de la religión hebrea, abandonó la fe de sus padres a los 14 años, convirtiéndose en atea. Estudió filosofía en Gotinga y se convirtió en discípula de Edmund Husserl, el fundador de la escuela fenomenológica. Tuvo fama de ser una filósofa brillante. En 1921 se convirtió al catolicismo, recibiendo el bautismo en 1922. Dio clases durante ocho años en Speyer (de 1923 a 1931). En 1932 la llamaron para enseñar en el Instituto Pedagógico de Münster (Westfalia), pero su actividad se suspendió al cabo de un año debido a las leyes raciales. En 1933, cumpliendo un deseo largamente acariciado, ingresó como postulante en el monasterio carmelita de Colonia. Tomó el nombre religioso de Sor Teresa Benedicta de la Cruz. El 2 de agosto de 1942 fue arrestada por la Gestapo y deportada al campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, donde murió en la cámara de gas el 9 de agosto. En 1987 fue proclamada beata y fue canonizada por Juan Pablo II el 11 de octubre de 1998. En 1999 fue declarada, junto con Santa Brígida de Suecia y Santa Catalina de Siena, copatrona de Europa.
De atea a religiosa carmelita y mártir
Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, su historia llegó gradualmente a la atención de la comunidad internacional, revelando su gran estatura, no sólo filosófica sino también religiosa, y su original camino hacia la santidad: Había sido filósofa de la escuela fenomenológica de Husserl, feminista ante litteram, teóloga y mística, autora de obras de profunda espiritualidad, judía y agnóstica, monja y mártir; "una personalidad -dijo de ella Juan Pablo II- que lleva en su intensa vida una síntesis dramática de nuestro siglo".
Espiritualidad mariana
En realidad, hay un "hilo mariano" que se desenvuelve a lo largo de la experiencia humana y espiritual de esta mártir carmelita. Comienza con una fecha precisa, 1917. En Italia es el año de la derrota de Caporetto, en Rusia de la revolución bolchevique. Para Edith, sin embargo, 1917 es el año clave de su proceso de conversión. El año del paso lento de Dios. Mientras ella, judía agnóstica e intelectual en crisis, anda a tientas en la oscuridad, sin decidirse aún a "decidirse por Dios", a muchos kilómetros de la Universidad de Friburgo, donde es profesora adjunta de Husserl, en la Ciudad Eterna, el franciscano polaco Maximiliano Kolbe con un puñado de hermanos fundó la Milicia de la Inmaculada, un movimiento espiritual que en su fuerte impulso misionero, bajo el estandarte de María, llegaría a todo el mundo en los años venideros para consagrar el mayor número de almas a la Inmaculada. Además - ¿y cómo olvidarlo? - ese mismo 1917 es también el año de las apariciones de la Virgen a los niños pastores de Fátima. Un hilo mariano teje misteriosamente la vida de los seres humanos, extendiendo su red secreta por el mundo.
La influencia de Santa Teresa de Ávila
Para la conversión de Stein al catolicismo fue decisiva la vida de Santa Teresa de Ávila leída una noche de verano. Era 1921, Edith estaba sola en la casa de campo de unos amigos, el señor y la señora Conrad-Martius, que se habían marchado brevemente y le habían dejado las llaves de la biblioteca. Ya era tarde, pero no podía dormir. Cuenta: "Cogí por casualidad un libro de la biblioteca; llevaba el título "Vida de Santa Teresa narrada por ella misma". Empecé a leer y no pude dejarlo hasta que lo terminé. Cuando lo cerré, me dije: esta es la verdad". Había buscado la verdad durante mucho tiempo y la había encontrado en el misterio de la Cruz; había descubierto que la verdad no es una idea, un concepto, sino una persona, la Persona por excelencia. Así, el joven filósofo judío, brillante ayudante de Husserl, recibió el bautismo en la Iglesia católica en enero de 1922. Entonces, Edith, una vez convertida al catolicismo, se sintió inmediatamente atraída por el Carmelo, una orden contemplativa fundada en la Palestina del siglo XII, un verdadero "jardín" de la vida cristiana (la palabra karmel significa, de hecho, "jardín") todo orientado a la devoción específica a María, como signo de obediencia absoluta a Dios.
El 21 de abril de 1938, Sor Teresa Benedicta de la Cruz hizo su profesión perpetua. Hasta 1938, los judíos todavía podían expatriarse, a América sobre todo o a Palestina, pero entonces -después de la quema de todas las sinagogas de las ciudades alemanas en la noche del 9 al 10 de noviembre, que pasó a la historia como la "noche de cristal"- con invitaciones, permisos, todos los papeles en regla, era muy difícil salir. En Alemania había ya comenzado la caza abierta al judío. La presencia de Edith en el Carmelo de Colonia representaba un peligro para toda la comunidad: en los libros de la tristemente célebre policía de Hitler, la hermana Teresa Benedicta estaba registrada como "no aria". Sus superiores decidieron entonces expatriarla a Holanda, a Echt, donde las monjas carmelitas tenían un convento. Antes de salir precipitadamente de Alemania, el 31 de diciembre de 1938, en plena noche, Sor Teresa pidió detenerse unos minutos en la iglesia de "María de la Paz", para arrodillarse a los pies de la Virgen y pedir su protección maternal en su aventurada huida al Carmelo de Echt. "Ella", dijo, "puede formar a su propia imagen a los que le pertenecen". "Y los que están bajo la protección de María", concluyó, "están bien atendidos".
Deportación y muerte en el campo de Auschwitz
El año 1942 marcó el inicio de las deportaciones masivas al Este, llevadas a cabo de forma sistemática para llevar a cabo lo que se había definido como la Endlösung, o "solución final" al problema judío. Incluso Holanda ya no era segura para Edith. En la tarde del 2 de agosto, dos agentes de la Gestapo llamaron a la puerta del Carmelo de Echt para arrestar a la hermana Stein junto con su hermana Rosa. Destino: el campo de clasificación de Westerbork, en el norte de Holanda. Desde aquí, el 7 de agosto, fue trasladada con otros prisioneros al campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. El 9 de agosto, con los demás deportados, incluida su hermana Rosa, cruzó el umbral de la cámara de gas, sellando su vida con el martirio: aún no había cumplido los cincuenta años.
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí