Cardenal Zuppi: la guerra escandaliza, no a las acciones militares en Navidad
Francesca Sabatinelli - Ciudad del Vaticano
"¡San Nicolás no quiere violencia y ordena la paz! ¡Que no se diga que no se dan las condiciones! ¡Ellas se encuentran! ¡Basta de combates que sólo conducen a la destrucción! La paz no es un sueño, ¡es la única forma de vivir! Es 'la' elección, no 'una' elección". Una oración, en realidad un grito, el que elevó al cielo el cardenal Matteo Zuppi en la vigilia de oración por la paz que se celebró ayer en Bari, promovida por la Conferencia Episcopal Italiana y la archidiócesis de Bari-Bitonto. Un momento de recogimiento, mientras continúa el horror en Europa, que ve la participación -física y espiritual- de cientos de cristianos italianos, pero también ucranianos y rusos.
El espíritu de Helsinki por la paz
El lugar es simbólico, la Basílica de San Nicolás, el santo venerado tanto por católicos como por ortodoxos, al que el Papa Francisco -que visitó allí en dos ocasiones, durante el encuentro de reflexión y espiritualidad de febrero de 2020 y el que mantuvo con los Patriarcas en julio de 2018- calificó de puente entre las Iglesias de Oriente y Occidente. A su intercesión, el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, en una emotiva homilía, confió "las lágrimas de tantos cuyo dolor es nuestro dolor, cuyas lágrimas son las nuestras", dijo. Y, tras invocar una tregua navideña, exhorta -como hizo en días pasados el cardenal secretario Pietro Parolin- a comprometerse "para que se prepare una conferencia que, como sabiamente ocurrió en Helsinki hace demasiados años, pueda resolver tantos conflictos y crear las bases para una convivencia pacífica".
Cristo ilumina las tinieblas
El cardenal desgrana su reflexión partiendo de los múltiples significados que custodia la ciudad de Bari: "Puerta de acogida y diálogo, que muestra cómo el mar puede ser realmente nuestro, donde 'lo nuestro y lo vuestro' se unen y el hecho de aprovechar los mismos recursos puede significar unión, no competición, conocimiento, no violencia". Zuppi se dirige a mayores y jóvenes: la vida de todos debe "protegerse de principio a fin", afirma. Para ello, "Dios nos da y nos confía la semilla de la paz". Una semilla que Él mismo ha "pagado cara": "Ahora sólo depende de nosotros. Es una semilla: ya contiene toda la paz, pero debe crecer. Cristo, Príncipe de la Paz, ¡ven! Ven a iluminar a los que viven en la oscuridad", dijo el cardenal.
El escándalo de una guerra entre cristianos
"El anhelo de paz es nuestro grito que se convierte en oración: ¡Ven Jesús, trae la Navidad de la paz a Ucrania!", afirma. Y ruega al Señor que "la semilla de la paz crezca en las grietas de los corazones endurecidos y que el Señor los toque con el poder de su gracia". No es ni debe ser un sueño: "Una guerra entre cristianos humilla y escandaliza", denuncia el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, "la violencia marca la vida de la víctima y del asesino, siempre". La paz se convierte así en "una oración, un sufrimiento, en cierto modo una invocación dramática" por parte de la Iglesia en Italia y en el mundo. Esta paz adopta la forma de "solidaridad", una opción concreta -subraya Zuppi- de ayudar a los que sufren, porque "la guerra destruye todo vergonzosamente y sin ninguna piedad, incluso los hospitales, las escuelas, y la guerra mata con el frío, con las enfermedades no tratadas, con la desesperación".
La violencia no profana la Navidad
"No dejemos de ayudar, de acoger, de soñar que las espadas se convierten en arados", anima el cardenal. La referencia es a Don Tonino Bello y su llamamiento a la paz mientras el mundo era testigo de una creciente militarización. "¿Qué aporta la posesión nuclear? Hagamos nuestra su preocupación, que trasciende el tiempo y nos ayuda a vivir en el nuestro, para que cada uno de nosotros no se canse nunca de cultivar, como pueda, pero siempre con la fuerza del amor, sueños de esperanza y de paz. Sin una visión de la paz no la buscamos y no la encontramos". De ahí la oración a San Nicolás "hombre de paz" y la petición explícita de que "en los días de Navidad no se lleve a cabo ninguna acción militar activa", sino que "se permita a los cristianos honrar al Dios de la paz, que no profanen ese día destruyendo los numerosos Belén donde el Señor quiere nacer".
La paz, tarea y responsabilidad de los cristianos
En su saludo a los presentes en la vigilia previa a la misa, entre los que se encontraban varias autoridades políticas y religiosas, Zuppi ya había indicado los tres pasos que el Papa Francisco había trazado para un proceso de paz: "Caminar, rezar y trabajar". Y de cara a la próxima Navidad, invitó a todos a buscar en el Niño Jesús "la fuerza para romper las cadenas del mal, para no dar la espalda, para dejar de pensar que la paz no es cosa nuestra". La paz empieza en el corazón de cada uno; empieza conmigo, contigo, con nosotros, hasta las esferas de la política y la diplomacia". En el saludo del presidente de los obispos italianos, también había una cita de Don Primo Mazzolari, que decía: "Si la culpa de un mundo sin paz es de todos, y de los cristianos en particular, la obra de la paz sólo puede ser una obra común, en la que los cristianos deben tener una tarea primordial, como primordial es su responsabilidad".
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