Líbano: llega un "generador" de salvación para el hombre y la Casa Común
Cecilia Seppia - Ciudad del Vaticano
Treinta kilómetros al norte de Beirut, en Líbano, lejos del caos de la capital, se yergue el monasterio de Mar Nohra, de la Orden de los Antonianos Maronitas. Un lugar de culto, abandonado durante siglos y renovado hace unos años, cuyos muros rezuman historia y espiritualidad, y donde la comunidad monástica, ahora estable y fecunda en nuevas vocaciones, vive en perenne armonía con la Creación. Mar Nohra, cerca del santuario más conocido de Nuestra Señora de Harissa, domina el paisaje circundante desde una colina de 600 metros y se extiende, mirando al mar Mediterráneo, sobre una parcela de 23 hectáreas completamente cubierta de robles, pinos y cedros, con una parte cultivada como huerto. Muchas especies animales han encontrado aquí su hábitat y pasan sus días sin ser molestadas, junto al hombre. Viéndolo así, parecería un oasis feliz y sobre todo 'verde' pero, toda moneda tiene su reverso y este monasterio también está sufriendo los efectos de la fuerte crisis económica que azota al país desde 2019. En el año anterior a la pandemia de Covid-19, la moneda libanesa perdió más del 90% de su valor adquisitivo. La debacle económica -una de las peores del mundo desde 1850-, consecuencia de la inestabilidad política y los conflictos perennes, ha reducido a la pobreza a unos cuatro millones de familias. Y a medida que la economía se hunde, los precios de los productos de primera necesidad se disparan debido a una inflación del 138%, por lo que cada vez más personas se ven en la situación de tener que elegir entre pagar el alquiler o comprar alimentos, agua y medicinas para vivir. La Cáritas local está abarrotada de los llamados "nuevos pobres": trabajadores libaneses pertenecientes a la clase media-alta, y no es raro encontrarse con profesores o médicos rebuscando en la basura. Entre otras medidas drásticas, el gobierno ha optado por racionar el gas, la electricidad y en algunos lugares incluso el agua potable, dando a la población sólo una hora de electricidad al día.
Continuar la misión
El Monasterio también sufre esta situación y los frailes se ven obligados a comprar electricidad a productores de grupos electrógenos privados, que ahora tienen que hacer frente a la falta de gasóleo y al desorbitado aumento de su coste en el mercado, así como a los gastos de mantenimiento de las propias máquinas. De ahí la idea de recurrir a las energías renovables y poner en marcha un proyecto de eficiencia energética para toda la instalación, utilizando paneles solares y calderas de nueva generación. "Los trabajos ya han comenzado y parece que avanzan bien", explica a Vatican News y a L'Osservatore Romano el padre Maged Maroun, procurador general de la Orden Antoniana Maronita (OAM) ante la Santa Sede y rector del Colegio de San Isaías. De hecho, el economato de la Orden ha decidido asumir el 10% de los costes del proyecto, mientras que el grueso de la financiación ha sido asumido por Roaco, (Riunione Opere Aiuto Chiese Orientali), organismo dependiente del propio Dicasterio. "He pasado las dos últimas semanas en el Líbano y he pasado unos días en el monasterio de Mar Nohra -continúa el padre Maroun-, y he podido ver con mis propios ojos que es imposible seguir así. Por todos, por la gente que no llega a fin de mes, por las generaciones futuras y también por los frailes. La idea de este proyecto surgió por varias razones. En primer lugar, garantizar la misión del propio monasterio: me refiero a la misión religiosa, pero también a la pastoral y educativa. De hecho, el monasterio acoge actualmente tanto a monjes estudiantes durante el año de diaconado, como a laicos para retiros espirituales o convivencias de formación. Y también hay una importante escuela de iconografía. Saben que en Oriente la iconografía, los iconos, la escritura de iconos, la teología que hay detrás del arte iconográfico y la espiritualidad ligada a ellos son realmente muy importantes. Además, los monjes se dedican a la educación y formación de los jóvenes para transmitirles el trasfondo religioso y ancestral de este país y de ser cristiano. Por último, tienen una actividad agrícola, cultivando la tierra de forma independiente y alimentándose, según una práctica igualmente antigua, del trabajo de sus manos. El monasterio no puede vivir sin agua y sin electricidad, así que, ante el drástico racionamiento aplicado por el Estado, pensamos en una fuente de energía alternativa, para sobrevivir nosotros y para que las personas que acuden a nosotros a pedir ayuda, a aprender, a rezar, se sientan mejor. Queremos poner en marcha un "generador de salvación" para el hombre y el medio ambiente, y la elección de fuentes de energía renovables es la única posible, además de en sí obligada, también porque aquí, si hay algo que casi nunca falta, tratándose de un clima predominantemente mediterráneo, es la luz del sol”.
Vivir en conexión
El Procurador General de la OAM reflexiona sobre la ayuda que la Iglesia está prestando en este contexto de grave crisis y añade: "la Iglesia siempre, siguiendo la Doctrina Social, ha estado cerca de la gente, y lo está espiritual pero también materialmente. En los últimos tiempos, además, escuchando la voluntad del Papa Francisco, expresada claramente en Laudato si' y en Fratelli tutti, nos estamos acercando aún más y nos estamos comprometiendo con temas como el medio ambiente, que ya no son asuntos secundarios. Todos nos hemos dado cuenta de la importancia de encontrar una energía que no contamine, que no dañe el Planeta, sino que pueda mejorar la calidad de vida y el respeto a la Casa Común. Además de las iglesias y monasterios locales, las escuelas públicas y las universidades también intentan obtener fondos y medios para producir energía limpia y, por tanto, sostenible". Como cristianos, dice el padre Maroun, no podemos descuidar el bien y el cuidado del hombre en su totalidad: "Hablo del bienestar mental, espiritual pero también material, de su salud, y hoy más que nunca estamos convencidos de que el hombre sólo puede estar bien en conexión con la Creación, con la Casa que Dios le ha concedido habitar y con todas las demás especies animales y vegetales. Esta es la idea del Papa Francisco y también de toda la Doctrina Social de la Iglesia. No hay respeto por el hombre sin respeto por la Tierra. Nuestros monjes llevan 300 años tratando de difundir esta cultura, que no es sólo en beneficio de los cristianos, sino para el bien de todos. El Papa hace un llamamiento a todos los hombres de buena voluntad. Todos necesitamos respirar aire puro, beber agua no contaminada, lavarnos, comer y vivir con dignidad. Todos necesitamos un medio ambiente sano, y si seguimos destruyendo o expoliando la naturaleza, ésta nos pedirá cuentas. Lo vemos con los terremotos, con las catástrofes naturales, lo hemos visto con la pandemia. Así que continuamos una vida, una cultura religiosa monástica en esta enseñanza, fuertes con las palabras del Papa".
Solidaridad y subsidiariedad
Invertir el rumbo, apostar por otra forma de vida, educar en la alianza entre la humanidad y el medio ambiente, predicar y poner en práctica la conversión ecológica, fomentar la creatividad y el poder de la tecnología, el principio del bien común, son temas de Laudato si' que emergen en esta iniciativa de los monjes. Pero otros temas importantes mencionados en la encíclica de Francisco son la solidaridad y la subsidiariedad, y el padre Maroun insiste en este último concepto y en la idea de que todos deben poder asumir responsabilidades en los procesos de curación de la sociedad de la que forman parte. Por ello, los frailes acogieron con satisfacción este proyecto de eficiencia energética financiado por la Orden Maronita y, en su mayor parte, por la Roaco, organización caritativa dependiente del Dicasterio para las Iglesias Orientales, y por ello quienes tienen medios para ayudar no pueden echarse atrás.
Juntos para reescribir el futuro
Durante la audiencia general del 23 de septiembre de 2020, el Papa dijo: "Para salir mejores de una crisis, el principio de subsidiariedad debe ser implementado, respetando la autonomía y la capacidad de iniciativa de todos, especialmente de los últimos. Todas las partes de un cuerpo son necesarias y, como dice San Pablo, esas partes que podrían parecer más débiles y menos importantes, en realidad son las más necesarias (cfr. 1 Cor 12, 22). A la luz de esta imagen, podemos decir que el principio de subsidiariedad permite a cada uno asumir el propio rol para el cuidado y el destino de la sociedad. Aplicarlo, aplicar el principio de subsidiariedad da esperanza, da esperanza en un futuro más sano y justo; y este futuro lo construimos juntos, aspirando a las cosas más grandes, ampliando nuestros horizontes. O juntos o no funciona. O trabajamos juntos para salir de la crisis, a todos los niveles de la sociedad, o no saldremos nunca. Salir de la crisis no significa dar una pincelada de barniz a las situaciones actuales para que parezcan un poco más justas. Salir de la crisis significa cambiar, y el verdadero cambio lo hacen todos, todas las personas que forman el pueblo. Todos los profesionales, todos. Y todos juntos, todos en comunidad. Si no lo hacen todos, el resultado será negativo". En Mar Nohra, por tanto, se está reescribiendo un "pedacito de futuro" para aliviar la desconfianza, la frustración y el cansancio que todos los libaneses sufren desde hace ya demasiado, demasiado tiempo.
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