Ischia, el párroco cuenta la generosidad de los jóvenes y da las gracias al Papa

Andrea De Angelis - Ciudad del Vaticano 

Don Gino Ballirano, párroco de la iglesia de Santa Maria Maddalena de Casamicciola, una de las zonas más afectadas por la tragedia que asoló la isla de Ischia a finales de noviembre, acaba de asistir al funeral de Eleonora y Salvatore. Al contestar al teléfono, siente la necesidad de relatar estos días oscuros de dolor y luto, hechos de silencios, incluidos los que se producen ante preguntas sin respuesta. Ira mezclada con resignación, por lo que ya había pasado y esperemos que no vuelva a pasar. Resuenan las palabras: amnistía, ocupación-invasiones, negligencia en la isla herida, pero también hay lugar para la luz de quienes, como este sacerdote, no dejan de estar cerca de la gente. 

Los jóvenes quieren ayudar 

"Lo veo en los jóvenes, a veces piensas que no están dispuestos a hacer algo por el prójimo, pero aquí hay un deseo enorme de echar una mano, de comprometerse con la comunidad y creo que la Iglesia debe ser capaz de canalizar esta energía, este amor que sale de lo más profundo del corazón de estos jóvenes". Don Gino comienza así su relato del bien que está surgiendo entre las heridas de Casamicciola, donde el papel de la Iglesia es importante. "A nosotros, como pastores, nos corresponde no sólo proclamar la esperanza del Evangelio, la alegría del nacimiento de Jesús -que sin duda se vivirá de manera especial dentro de unos días, subraya el sacerdote-, sino también reunir a los distintos agentes sociales, propiciar encuentros, unirnos en un momento tan difícil". 

"La caricia del Papa llegará mañana con la visita del cardenal Krajewski", prosiguió el párroco de Casamicciola, "y por ello estamos muy agradecidos". Es muy importante que la población de la isla sienta esta cercanía, y en los últimos días tanto Krajewski como el cardenal Zuppi han llamado varias veces, han preguntado qué se podía necesitar. La Iglesia está muy cerca". Han sido muchos los momentos vividos durante este periodo, algunos dramáticos, otros concluidos con un final feliz. "En las horas inmediatamente posteriores a la tragedia, llamé a muchos conocidos para saber dónde estaban. Si hubieran conseguido ponerse a salvo. Volver a verlos fue realmente increíble, allí sentí lo que significa ser pastor, padre", concluye Don Gino, con la voz quebrada por la emoción.