Hermana Kanlaya, objetivo: residuos medioambientales 0, tráfico de personas 0
Suor Bernadette Mary Reis, fsp
Tras 50 años de vida religiosa, Sor Agnes Kanlaya Trisopa se fue a una tierra de misión completamente nueva. Hace poco más de un año, tras finalizar su labor en la formación de jóvenes aspirantes a la vida religiosa, puso en marcha un proyecto con dos objetivos muy importantes para ella: el cuidado de la creación y el tráfico de personas.
La Hermana Kanlaya pertenece a las Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús de Bangkok, una comunidad diocesana fundada en 1897. Las hermanas desempeñan el ministerio de catequistas, administradoras escolares, profesoras, así como otras actividades a nivel parroquial.
Eco-ciudadanos
Tras leer la encíclica Laudato si' del Papa Francisco, la hermana Kanlaya decidió crear un sistema para gestionar la recogida de residuos: iniciativa que surgió tras leer el párrafo 211, el que habla de los ecociudadanos. "En su documento -recuerda la hermana Kanlaya-, el Papa Francisco nos insta a adoptar comportamientos y virtudes persistentes en nuestra vida cotidiana para cuidar el planeta, como ciudadanos ecológicos. La recogida selectiva de residuos es una de las opciones sugeridas por el Santo Padre".
Simbiosis interconfesional
Pero la forma de hacer realidad su sueño fue sugerida a la hermana Kanlaya por el monje budista Pra Ajan Suchut Patchoto: con su ayuda, la hermana Kanlaya aprendió, junto con cientos de personas, aprendió a clasificar los residuos "hasta que pudimos deshacernos de ellos y se convirtieron en 0".
La relación con la prevención de la trata de personas
Sin embargo, ¿qué tiene que ver la trata de personas con todo esto? La hermana Kanlaya trabaja en este ámbito desde 2005 y sabe muy bien que "la pobreza y el desempleo son una razón decisiva por la que la gente" se convierte en presa de los traficantes. Y también ha creado nuevos puestos de trabajo.
"Sabía que iba por buen camino y recordé el mensaje del Papa Francisco a Talitha Kum: 'Una economía sin tráfico de personas es una economía de atención'. La atención puede entenderse como el cuidado de las personas y la naturaleza, ofreciendo productos y servicios para el crecimiento del bien común" (8 de febrero de 2021)".
La fase experimental
Con los conocimientos técnicos y la convicción de que iba por el buen camino, la hermana Kanlaya decidió ampliar el experimento "0 residuos" utilizando el comedor del convento. "Quería demostrar que este proyecto era posible, como yo pretendía". Además, contrató a Wanrapa "View" Singwonsa: "Nos enseñó a limpiar meticulosamente los distintos tipos de plástico para revenderlos: es un pequeño ingreso extra para su familia", dice la monja.
Misión cumplida
"Al cabo de un año, empecé a ver los primeros resultados, y no sólo en nuestra comunidad. He recibido comentarios positivos y la colaboración de muchas congregaciones religiosas, escuelas, comunidades cristianas y organizaciones eclesiásticas". En cuanto a la chica que contrató, la Hna. Kanlaya señala que no sólo se benefició "de los ingresos extra para mantener a su familia, sino que también siguió adquiriendo conocimientos sobre el reciclado de residuos... Y, de nuevo, se siente orgullosa por su paciencia y diligencia para contribuir, por un lado, a hacer de nuestro planeta un lugar mejor y, por otro, a ganar más dinero con la venta y el reciclado de residuos". Me gusta pensar que una mujer sencilla ha encontrado dignidad e independencia simplemente clasificando y reciclando residuos. Me gustaría pedirle que me acompañe a conferencias, que comparta su experiencia con otras personas, para extender este proyecto a familias de bajos ingresos de otras comunidades pobres".
Cómo se generan las ganancias
Y la cosa no acaba ahí. La hermana Kanlaya explica que, además de clasificar los residuos, limpiarlos y venderlos a instituciones de reciclaje, otra forma de generar ingresos es utilizar los mismos residuos para crear artículos que se puedan vender. "También podemos reciclar los residuos limpios que se han separado por tipos", explica. Las bolsas de plástico pueden convertirse en gasóleo, el papel en papel reciclado, las botellas de agua en textiles, las latas de bebidas en bolsas. Algunos tipos de plástico pueden utilizarse para fabricar ladrillos ecológicos, que a menudo fabrican los presos.
La basura convertida en arte
Una visita a la escuela cercana dirigida por las Hermanas del Sagrado Corazón, en cuyo comedor la Hermana Kanlaya ha instalado su taller de pruebas, confirma su historia. Refugiados llegados de países vecinos que no pueden conseguir trabajo legalmente, transforman la "basura" en hermosos relicarios, cojines, adornos, jarrones, bufandas, accesorios para el pelo, pulseras y arreglos florales. Uno de los refugiados implicados en este proyecto nos dijo que lo que puede ser inútil para una persona, "en cambio es importante hacer productos que se puedan reutilizar". Nos enseñó cómo reciclan el papel y cómo utilizan los cartones de leche para crear hermosos jarrones con bonitos dibujos. Con este compromiso, "he tenido la oportunidad de ayudar a familias pobres a ganar algo de dinero y, al mismo tiempo, seguir sanando el mundo para que sea un hogar mejor para la humanidad", explica la hermana Kanlaya.
Proyectos de futuro
Pero aquí no acaba la historia, porque la hermana Kanlaya tiene otros proyectos en mente para complementar el que ha culminado con éxito: quiere convertir el comedor del convento en un taller de formación en separación de residuos para enseñar cómo la basura puede generar ingresos. "Además de separar los residuos para revenderlos", dice la monja, "quiero fabricar telas con botellas de plástico. Esto abrirá vías de empleo sostenible para las mujeres de la comunidad y garantizará que no se vean tentadas a abandonar su pueblo para aceptar trabajos de traficantes".
Aunque, al final, la Hermana Kanlaya admite que "crear productos a partir de residuos ciertamente no nos lleva a una sociedad completamente libre de residuos; pero sin duda prolonga la existencia de residuos y genera dinero para los pobres".
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