Ucrania, en el abismo de Dnipro la gran humanidad de un pueblo
Svitlana Duckhovych - Ciudad del Vaticano
Es la guerra de los indefensos. De familias que se quedan en casa y un misil las masacra. De niños jugando en sus dormitorios eliminados como objetivos militares. El despropósito que vive Ucrania desde hace 328 días, desde el pasado sábado, ha sumado a su diario de derramamiento de sangre la muerte de las 44 personas, tres de ellas menores, exterminadas por el misil ruso que impactó en un edificio de Dnipro. Ese edificio que parece haber sido destripado por un gigantesco mordisco se ha convertido en el último símbolo de la crueldad y, una vez más, como ha ocurrido innumerables veces en circunstancias similares, en un imán de solidaridad, de gente que ha trepado sobre los escombros para intentar, ayudar, salvar. Un testimonio nos llega del padre Oleh Ladnyuk, salesiano que vive y trabaja como profesor y capellán militar en la ciudad marcada por esta masacre de civiles.
Las imágenes del edificio alcanzado por el misil ruso en Dnipro son estremecedoras. ¿Cómo han reaccionado los ciudadanos ante esta tragedia?
En efecto, hemos sido testigos de cosas trágicas. Además de los numerosos muertos, hay un centenar de heridos que han acabado en los hospitales. Tenemos muchas casas destruidas... Es trágico, pero al mismo tiempo hemos visto que la gente se ha unido para ayudar. Tras la explosión del misil, la administración municipal advirtió inmediatamente de que una escuela cercana al edificio siniestrado podría alojar a todos los que se quedaran sin hogar, y más tarde la dirección de la escuela informó de que sólo la habían utilizado unas 50 personas, porque otros ciudadanos de Dnipro se acercaron al edificio destruido para ofrecer alojamiento tanto a los sin techo como a los que veían sus casas dañadas en los edificios de alrededor, muchos pisos se quedaron sin ventanas. Hemos visto una gran unidad entre la gente y esto lo confirman los comentarios en las redes sociales en los que, a pesar de que la situación es difícil psicológicamente y esto se puede sentir en todas partes, la gente de la zona escribe que quiere resistir y defender su tierra. No sabemos cuántos muertos más encontraremos, algunos han sido rescatados, pero desgraciadamente hace mucho frío aquí y no sabemos cuánto tiempo podrán resistir en estas condiciones los que han quedado bajo los escombros.
¿Qué están haciendo las iglesias locales para ayudar a las víctimas, tanto concreta como espiritualmente?
En primer lugar, el domingo, en las Misas de todas las parroquias rezamos por los fallecidos y por las personas afectadas. El sábado, día de la tragedia, nuestro párroco cogió algo de abrigo para la gente y se fue a la zona. También sé que el grupo de Cáritas, los voluntarios, iban allí a llevar bocadillos, té caliente y a escuchar las necesidades de la gente. Un psicólogo también fue con ellos para hablar con la gente, para calmarla, hay gente que todavía está intentando y esperando ver a sus vecinos o familiares con vida... Me impresionaron mucho las imágenes de la gente corriendo para ayudar a los bomberos para que pudieran rescatar a la gente de los escombros más rápidamente. Incluso los niños ayudaron a los adultos en la operación de rescate. Lo segundo que me llamó la atención fue la niña que todos vimos en las fotos: estaba en el quinto, sexto piso, la rescataron y hoy (ed. ayer) escribió desde el hospital diciendo que esperaba que sus padres estuvieran vivos, pero lamentablemente no lo lograron.... Lo sentimos mucho, sólo podemos rezar y ayudar a estas personas con todo lo que podamos. Y esperamos que algo así no ocurra en otras ciudades de Ucrania.
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