Entrevista de Monseñor Gallagher con la revista jesuita "America"
Isabella Piro - Ciudad del Vaticano
Un año después del comienzo del conflicto en Ucrania, nos encontramos "en una situación de estancamiento", similar a la "guerra de trincheras de la Primera Guerra Mundial": así lo afirma monseñor Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales, en una entrevista concedida a la revista jesuita "America".
La conversación tuvo su origen en la Conferencia Internacional de Seguridad, celebrada en Munich del 17 al 19 de febrero. "Fue una oportunidad para mostrar unidad y apoyo a Ucrania", afirma el prelado, que participó en ella. Sin embargo, a falta de su homólogo ruso, "no hubo ese intercambio de ideas que habría sido útil". En cuanto a las acusaciones del presidente ruso Vladimir Putin contra Occidente, culpable en su opinión de haber desencadenado el conflicto, monseñor Gallagher habla de "una lectura equivocada de la geopolítica de los últimos años" por parte del líder del Kremlin: la oposición "a las políticas y estrategias rusas" no significa, de hecho, que "Occidente estuviera determinado a la caída o destrucción de Rusia". Y de "errores de cálculo" por parte de Putin, el prelado habla también de la duración de la guerra, todavía en curso después de 12 meses y con un refuerzo de la OTAN a lo largo de Finlandia y, pronto, también a lo largo de Suecia y Noruega.
En relación, además, con el anuncio de Putin de que quiere suspender la participación en el Tratado de Nuevo Comienzo sobre armas nucleares, el arzobispo lo califica de "muy mala noticia" que representa el golpe final a la continua erosión de las convenciones sobre armas nucleares registrada en los últimos años. De ahí su esperanza de que el conflicto actual no se convierta en una guerra atómica, aunque "no se puede excluir" y esto causa "gran preocupación". A continuación, el arzobispo recordó que la Santa Sede apoya "la soberanía y la integridad territorial de Ucrania" y que sigue dialogando con ambas partes, a través de los respectivos nuncios apostólicos y embajadores ante la Santa Sede. Y sigue existiendo el deseo de que el Papa Francisco visite tanto Kiev como Moscú, pero mientras los ucranianos siguen invitando al Pontífice, por parte rusa "no hay señales" de ninguna invitación. Uno de los papeles de la Santa Sede, concluye monseñor Gallagher, es sin embargo "intentar mantener viva la esperanza" de "una paz justa", lo que significaría que "los rusos se retirarían del territorio de Ucrania".
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